jueves, 6 de julio de 2017

Carta a Federico Hernández Aguilar: Me declaro culpable

Estimado Federico:
Publiqué una carta que no te gustó (Carta a los areneros: Aprendan de Angela Merkel). Me anunciaste que me ibas a contestar en una columna tuya (ya la publicaste) y me retaste “de llevar nuestro intercambio hasta el final, sin abandonarlo con excusas.”

Vaya, no lo voy a abandonar con ninguna excusa, la voy a concluir con esta carta. Escojo el formato de carta, porque es más corto y al grano. De todos modos, tus teorías no dan para ensayos…

Tal vez este intercambio no sea conmigo, sino mejor con un constitucionalista, por ejemplo con Rodolfo González, ya que tanto citas a Hans Kelsen. Me imagino que nos es casualidad que el magistrado firme sus tuits como @RodolfoKelsen. Tal vez él se anime. Debería, porque francamente: tus planteamientos son contrarios a nuestro orden constitucional…
En una cosa tienes razón: Como demócrata que pretendo ser, parto y defiendo que el único que puede dictar leyes, incluyendo constituciones, es el poder legislativo que emana del voto popular. Ojo: Los parlamentos se pueden equivocar y promulgar malas leyes – el nuestro lo hace sistemáticamente. Pero no hay otra forma democrática y legítima de dictar leyes. Además, para corregir fallas hay tribunales y salas constitucionales, aunque también se pueden equivocar.

Pero así es la democracia: nunca perfecta, pero mejor que cualquier otra forma de gobierno, donde deciden sobre las leyes autoridades morales que no dependen de elecciones populares, y que se arrogan a interpretar e imponer lo que llaman ley natural o ley de Dios. Son dictaduras o teocracias. Tienden a equivocarse mucho más que los deficientes votantes, diputados y jueces en la imperfecta democracia representativa.

Ah, vas a decir: Otra vez se muestra que soy anti-religión. “Su inocultable desprecio contra las creencias religiosas ajenas, por otra parte, constituyen un rasgo de su personalidad”, escribiste. Muy equivocado, estimado Federico: No soy creyente, pero tengo mucho respeto por la fe de los demás. Varios personajes de diferentes religiones (católicos, judíos, budistas, musulmanes) te lo podrían confirmar. Lo que sí es cierto (y precisamente ahí nace nuestra controversia): No acepto que las creencias religiosas se impongan a toda la sociedad mediante leyes, estados no laicos, y mucho menos mediante entidades que se arroguen saber interpretar si nuestras leyes corresponden a la ley natural o ley de Dios. No lo acepto yo, y por suerte no lo acepta nuestra Constitución.

Porque el problema siempre es: ¿Quién decide lo que es correcto y equivocado, verdad o no verdad en asuntos tan complicados como la pena de muerte, educación sexual, matrimonios homosexuales, aborto? ¿Quién está legitimado a decidir, si no el parlamento elegido en votación popular?

Repito: Las mayorías votantes pueden equivocarse; los parlamentos electos pueden equivocarse; los magistrados constitucionales también. Pero si se equivocan, los ciudadanos podemos cambiar las mayorías y por tanto las composiciones de parlamentos y salas. Pero si la decisión sobre bien y mal, verdad y mentira, moral y amoral depende de ayatolas, obispos, filósofos o ideólogos que no están legitimados por ninguna elección y que no podemos remover – entonces las leyes carecen de legitimidad.

Tienes razón: No creo en valores o verdades absolutos, porque desconfío profundamente de las autoridades que las definen, cuando estos no son controlables y removibles democráticamente. Confío en las leyes, aunque sean imperfectas.

Me imagino lo que expreso es precisamente es el relativismo filosófico y moral del que me acusas. Si es así, me declaro culpable. Prefiero que los valores, las verdades y las leyes sean relativas, dependiendo de la voluntad ciudadana, que a su vez es resultado de transformaciones sociales, económicas y culturales. Este volado se llama evolución, como señala Joaquín Samayoa.

Para regresar al meollo de este debate: Si en nuestro país existe una mayoría ciudadana a favor de cambiar las leyes que de manera absoluta penalizan el aborto, o a favor de permitir al matrimonio para todos, incluyendo parejas homosexuales – y si esta mayoría se refleja en una Asamblea dispuesta a legislar en este sentido, es legítimo. Si esta mayoría existe no la vamos a decidir ni tú ni yo, sino elecciones populares, votaciones parlamentarias y la conciencia de cada diputado.

Esto es todo lo que tengo que decir sobre el tema. Saludos,


La carta de Paolo Luers que comenta Fedrico Hernández Aguilar:
Carta a los areneros: Aprendan de Angela Merkel


La respuesta de Federico Hernández Aguilar:
Carta a los arenero: cuidado con los “consejos” de Paolo


La columna de Joaquín Samayoa:
ARENA persiste en ignorar a Darwin

        La segunda respuesta de Federico Hernández Aguilar
        Carta a los areneros: ¿Ven que tenía razón?


(MAS! / El Diario de Hoy)


martes, 4 de julio de 2017

Carta a Juan Valiente y Aida Betancourt: Vayan por más

Muy estimados amigos:
Que cosa más absurda: Nadie da un pepino por suplentes, nos van sobrando. Pero a pesar de esto, se armó un escándalo por la decisión del COENA de no permitir que Aida se inscriba como suplente de Juan. Muchos que hubiéramos preferido que los diputados suplentes se hubieran eliminado de una vez por todo, nos indignamos por esta decisión arrogante y ciega que Aida no puede ser diputada suplente de Juan bajo la bandera de ARENA.

En este conflicto no se trata de suplentes. Juan, no escogiste a Aida sólo como suplente. Escogiste una persona con la calidad humana y académica de Aida como parte integral de tu proyecto legislativo. Sabiendo que ibas a despertar en los círculos conservadores un ‘shit storm’, escogiste a una mujer crítica, independiente, luchadora contra la corrupción, vocera de la sociedad civil desencantada con los partidos – no para que de vez en cuando te sustituya en la plenaria o en las comisiones, sino para crear un puente entre el trabajo legislativo de ARENA y los debates y exigencias de la sociedad civil.

Es eso lo que vetó la cúpula, por miedo que un equipo con las cualidades y alcances de ustedes dos se escapara de su control. Y porque fuera del partido muchos intuimos esto, nos metimos en este pleito. Porque no es un pleito interno del partido, sino uno que va a definir la relación partido-sociedad.

La misma lógica (que es ilógica) la aplicó el COENA a la dupla Johnny Wright/Gaby Trigueros. El COENA no quiere tener equipos de trabajo fuertes dentro de su fracción, los mandamases se sienten amenazados por la influencia que pueden ganar en el trabajo legislativo, en el partido y en el debate público…


El COENA no debería tener este poder de decisión sobre las candidaturas. Es contrario a la lógica de las primarias y de la democratización de los partidos. Pero ni modo, por el momento el COENA ejerce este poder – pero no ejerce el poder sobre los votantes. Ahí hablarán los ciudadanos, en marzo 2018.
(Ahora viene la parte de mi carta que ya no tiene caso. Lo dejo, porque es importante saber que hubo otra opción. Que Johnny Wright, Juan Valiente y Aida Betancourt no la adoptaron, es lamentable, pero lo respeto profundamente…)
Con los apoyos internos y externos que ya tienen, pueden convertir las primarias y las elecciones en referéndum sobre la renovación y la apertura del partido. Expongan el caso a las bases. Hagan que conviertan a Juan Valiente y Johnny Wright en los candidatos más votados en las primarias. Luego expongan el caso a los ciudadanos. Hagan que en marzo los votantes los conviertan en los diputados con más votos: votos por cara, votos por un proyecto político y legislativo de renovación.

Vos, Aida, no tenés que ser suplente de nadie. Serás parte de un proyecto político que da la cara a la ciudadanía. Esto nadie lo puede vetar. Juan te puede contratar como asesora, para que enseñes a la Asamblea cómo convertir las asesorías de un club de cheros en un tanque de pensamiento.

Sobre la renovación no tiene la última palabra el COENA, sino las bases y los ciudadanos.
Adelante, Aida y Juan, Johnny y Gaby, no están solos.

Posdata
: Me dejaron colgado de la brocha con esta carta. Ayer los diputados Juan Valiente y Johnny Wright renunciaron a la su candidatura. Dijeron una frase muy dura: “La renovación de la cual ha hablado el partido ha sido un engaño para todos los salvadoreños. No permitiremos que usen nuestros nombre para decorar de renovación un partido anclado en el pasado.” Y otra frase que crea expectativa: “No se están librando de nosotros. Vamos por más, nuestra voz va a sonar más fuerte dentro y fuera del partido.”

Por dónde vaya este camino, ¡mucha suerte!

 

Lea también: Carta al COENA: ¿Primarias controladas?

(MAS! / El Diario de Hoy)

domingo, 2 de julio de 2017

Urge un líder

LOS MESIAS
Lo que menos necesita nuestro país es otro líder iluminado por una visión. Con los mesías hemos navegado de una crisis a otro desastre: Napoleón Duarte, quien en los años ochenta hizo la guerra a los insurgentes, pero al mismo tiempo a la empresa privada, iluminado por su sentido de misión – y quien se terminó vendiendo a Ronald Reagan para mantenerse en el poder; Tony Saca, quien como presidente inventó la derecha social – y quien ahora se encuentra preso, acusado de haberse robado 240 millones de dólares; Mauricio Funes, quien en 2009 sedujo a la clase media a que le llevara al poder, con la promesa de transformar la izquierda – pero luego sus seguidores se dieron cuenta que lo que se entronizó en el poder era la izquierda ortodoxa y que Funes sólo fue un caballo de Troya. Luego se fugó a Nicaragua.

Está más que satisfecha nuestra cuota de políticos que llegan al poder como mesías, predicando unir al país para luego dejarlo más dividido y desilusionado. Terminan defraudando a su clientela junto con los incapaces y corruptos abonando al desencanto en la política. Irónicamente, en este desencanto nacen los siguientes mesías

LOS LÍDERES
Lo que necesitamos es lo contrario: gobernantes que sepan analizar fríamente la realidad; administradores eficientes capaces de optimizar recursos y definir prioridades; líderes que se atrevan a decir a los ciudadanos verdades impopulares en vez de crearles ilusiones, y que prioricen el trabajo en equipo sobre el liderazgo personal.

Así como está el país luego de tres presidencias erráticas de corte populista, nos urge un gobernante que sea más CEO (director ejecutivo) líder visionario, carismático y mediático.

El país necesita un presidente que dé a la gente la verdad, no ilusiones y certezas ideológicas. En un país tan polarizado como el nuestro, las visiones nunca logran unificar la sociedad, por lo contrario, profundizan sus divisiones.

Necesitamos gobernantes que no se presenten como personificación de cualquiera de las visiones ideológicas del espectro político-partidario, sino como líderes que sepan asegurarse el respaldo de su partido, pero a la vez tengan capacidad y voluntad de trascenderlo y representar el amplio espectro al centro de la sociedad que se siente defraudada por los partidos.

LOS OUTSIDERS
Por tanto parece casi indispensable que los candidatos a la presidencia surjan desde afuera de los partidos. Ambos, ARENA y el FMLN, van a terminar llegando a esta conclusión. Pero ser outsider no es suficiente. Tienen que proyectar con credibilidad que no formarán un gobierno de partido, sino un equipo de profesionales con criterio de independencia.

En el caso del FMLN esto es casi imposible. Va contra su ADN. Además el único vestido de outsider disponible para el Frente es Bukele, o sea otro Caballo de Troya con discurso de independencia, pero en el fondo incluso más ideológico y populista que su partido. Para actuar independiente del partido se necesita tener sustancia.

El FMLN tuvo su oportunidad histórica con Héctor Silva, pero decidió no aprovecharla, porque sabía que su independencia era real y no compatible con un partido centralista. Schafik Handal dijo en esta ocasión: “Prefiero que perdamos las elecciones pero conservemos la identidad como partido revolucionario. Si llevamos a Héctor, peligroso que gane y nos transforme en un partido socialdemócrata…”

En el caso de ARENA, una de las principales capacidades del candidato tiene que ser saber construir una alianza ciudadana amplia que incluya todos los sectores y corrientes que quieren que el FMLN salga del gobierno. Tiene que tener la capacidad de atraer a sectores que el partido no puede atraer; por su pasado, por su incapacidad de renovarse, por su corte conservador.

LOS PROFESIONALES
Se necesita a un candidato que desde el inicio de la campaña (incluso de la campaña interna) tenga capacidad y valor de definir prioridades: identificar los principales problemas y sus soluciones, incluyendo los sacrificios que esto exige. Esto requiere de una gran capacidad de comunicación.
Urge un presidente capaz de convencer a las mejores mentes del país a trabajar en su equipo de gobierno, garantizándoles que pueden trabajar libres de presiones partidarias e ideológicas. Tiene que reclutar para su gabinete a las personas que cuesta convencerlos meterse en política, y quienes felizmente regresarán a sus carreras profesionales o empresariales una vez termine su mandato.

Urge un presidente que realmente entienda que la independencia de las instituciones, la transparencia y la rendición de cuentas que son esenciales para la democracia, aunque choquen con intereses de preservación de poder de los gobernantes y partidos.

Urge un gobernante quien, independientemente de sus convicciones religiosas personales, esté comprometido con el carácter laico del Estado; que priorice la libertad sobre sus propias convicciones. Sólo así podrá proteger la libertad de todos.

QUE LOS CANDIDATOS DEFINAN
QUÉ TIPO DE LÍDER QUIEREN SER
Urge un líder que esté dispuesto de tomar decisiones impopulares, incluso en su propio partido. Alguien que no descarta una solución por el costo político que puede significar para el partido o para el sector económico del que proviene. Esto es un asunto de carácter, pero también (o incluso más) de haber construido desde el principio de su candidatura una correlación de fuerzas que le permita actuar con independencia.

Dirían que este candidato hay que mandarlo hacer en Ilobasco. No lo creo. Los que se apuntan como candidatos tienen que saber en qué tipo de líder se tienen que convertir; qué rol quieren jugar; y quiénes sepan elegir a quien escuchar: ¿a los mercaderes de ilusiones o quienes los retamos a analizar y pensar

(El Diario de Hoy)