viernes, 1 de enero de 2010

Carta a la doctora Maria Isabel Rodríguez

Querida Chabelita:

Estoy cansado de hablar mal del gobierno: nuevos impuestos, incapacidad de enfrentar la delincuencia, caos en las cárceles, talibanes tomando control de Educación... Y un presidente que se dedica a regañar al los ministros del FMLN, pero los deja hacer lo que les da la santa gana.

Por suerte hay en el gobierno algunas personas como usted, Chabelita, que saben lo que están haciendo y no están ahí para buscar privilegios. Usted ya ha tenido todos los éxitos que una mujer profesional puede alcanzar.

No estoy diciendo que todo lo que usted ha tocado como ministra se ha convertido en oro. No me gusta cómo ha tratado de desmantelar FOSALUD. Pero, en un gobierno sin rumbo, usted ha dado a Salud dignidad, liderazgo, ánimo de superación y servicio.

Yo escribí que era una locura del presidente nombrar como ministra de Salud a una mujer de su edad. ¡Qué error el mío! Ahora me doy cuenta que ha sido una de sus pocas decisiones acertadas: recurrir a la persona con más experiencia, a la única que llegó al gobierno con un plan, porque tiene toda una vida preparándose.

Me siento sumamente orgullo de ser su amigo y alumno. Por el bien de todos nosotros, le deseo un exitoso Año Nuevo,

Paolo Lüers

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jueves, 31 de diciembre de 2009

Columna transversal: Literatura versus propaganda

Es un caso especial. No sólo por la víctima (un obispo que es asesinado días después de que publicara una documentación sobre los crímenes cometidos por los militares de su país). No sólo por el acusado principal en el proceso judicial (el aparato de inteligencia militar y presidencial). El caso Gerardi de Guatemala se vuelve aún más extraordinario por lo que se ha escrito sobre él.

Pocas veces podemos leer dos libros sobre el mismo caso judicial, ambos escritos por autores internacionalmente famosos por su periodismo investigativo. Y con historias totalmente opuestas sobre la investigación, el proceso, la culpa.

Uno escrito por Maite Rico (del periódico más prestigioso de España, El País) y Bertrand de La Grange (de la madre del periodismo francés, Le Monde). El otro por el novelista y periodista Francisco Goldman, hijo de madre guatemalteca y padre estadounidense, quien ha practicado el periodismo investigativo en The New Yorker y The New York Times. Aparte de publicar novelas exitosas como "La larga noche de los pollos blancos", "El marinero raso" y "El esposo divino".

Dos libros con posiciones distintas

Dos libros sobre el caso de monseñor Juan Gerardi, dos historias diferentes. En el libro de Maite Rico y Bertrand de La Grange ("¿Quién mató al obispo?"), los tres militares condenados por el asesinato del obispo son victimas inocentes de una conspiración de la Iglesia, de activistas de derechos humanos de izquierda y de algunos fiscales ambiciosos –- conspiración no sólo para culpar del crimen a unos militares inocentes, sino para desacreditar al ejército, al aparato de inteligencia y al presidente Álvaro Arzú.

En el libro de Goldman ("El arte del asesinato político"), los héroes son los jóvenes investigadores y abogados de la ODHA (Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala) y de la fiscalía, que luchan contra la impunidad, a pesar de amenazas y atentados. La de Goldman es la historia de un país que trata de salir de la cultura de violencia, impunidad, militarismo y secretismo para aterrizar en una de transparencia, justicia e institucionalidad civil.

En pocos casos se ha dado una competencia tan polémica, tan controversial entre dos investigaciones periodísticas, y entre autores renombrados y reconocidos.

Para mí esta batalla la gana Francisco Goldman.

Me llevé su libro a mis vacaciones de Navidad. Me desvelé devorándolo, porque se lee como las mejores novelas de crimen-espionaje-conspiración de Graham Greene o John Le Carré.

Un libro que me hace dudar de mis colegas

Mientras lo leía, me recordé del impacto similar que me había causado en el año 2005 el otro libro sobre el mismo caso Gerardi, el de Rico/de La Grange. Una inquietante sensación de "déjà vu", de haber vivido antes una determinada situación. Pero pensándolo bien, las sensaciones que dan los dos libros son diametralmente opuestas: El libro "¿Quién mató al obispo?" de Rico/de La Grange deja la sensación de que en un país como Guatemala, no hay verdad, no puede haber justicia, porque todo es posible y nada es comprobable.

El libro de Francisco Goldman deja la sensación que cuando realmente se quiere romper el manto de la impunidad, del encubrimiento, de la resignación y del miedo, se puede. Deja la sensación que en un mundo tan conspirativo, secreto y violento como Guatemala es imposible llegar a la verdad absoluta, pero se puede lograr romper la impunidad y dispensar justicia. Justicia no absoluta ni plena, pero justicia al fin.

Lo singular del juicio Gerardi es que, debido a que todas las evidencias, todos los actores y casi todos los testigos provienen del sub-mundo de la inteligencia, no se pudo (y nunca se podrá) establecer la verdad absoluta y completa. La historia es poblada de indigentes, curas, ladrones, guardias presidenciales, en que todos, de una y otra forma, trabajaban para la inteligencia militar, coordinada en el Estado Mayor Presidencial, situado a dos cuadros de la residencia donde fue ejecutado el obispo.

En el juicio no se pudo establecer ni quiénes dieron las órdenes ni quiénes ejecutaron materialmente el asesinato. Esto dejó abierta dos opciones a la fiscalía, la corte y la sociedad guatemalteca: Dejar todo en la impunidad, o establecer que se trató de un crimen de Estado, más bien del aparato clandestino de inteligencia, donde en última instancia no importa quién tomara la decisión o acción determinada. Son culpables quienes comprobadamente formaron parte de la conspiración.

Releyendo el libro de Maite Rico y Bertrand de La Grange, que queda destrozado por Francisco Goldman, me entra otra sensación horrible, por lo menos a mi como periodista: Me hace dudar de unos colegas que hasta ahora han sido sujetos de respeto y credibilidad. Me hace dudar de sus medios, sobre todo El País, uno de mis periódicos favoritos. Me hace dudar de sus otros muchos trabajos de investigación.

Francisco Goldman deja en evidencia que Maite Rico y Bertrand de La Grange han sido por lo menos manipulados (si no dirigidos mediante otros métodos) por sus fuentes vinculadas a la inteligencia y la presidencia de Guatemala. Me causa escalofrío pensar que el periódico El País, internacionalmente respetado por su independencia y el rigor ético-profesional que aplica, siga encargando a Maite Rico investigaciones que tienen que ver con fuentes de inteligencia. Me causa pavor y desconfianza que haya sido precisamente Maite Rico quien ha recibido del gobierno de Álvaro Uribe los documentos de la computadora de Raúl Reyes de las FARC.

Si Maite Rico ha manejado sus fuentes de inteligencia colombiana de la manera como manejó sus fuentes de inteligencia militar guatemalteca en el caso Gerardi, El País corre el riesgo de que sus investigaciones en este caso tan importante resulten contaminadas. No me consta ningún manejo no profesional de Maite Rico del material de inteligencia al cual tuvo acceso privilegiado en el caso Raúl Reyes. Pero no puedo dejar de dudar de los resultados de esta relación íntima periodismo-inteligencia...

En las cortes penales es común que casos se pierden y la impunidad se impone debido a errores o manipulaciones en el manejo de fuentes, testigos y evidencias. Algo parecido puede pasar en periodismo y en política, si no podemos confiar en las investigadores.

Goldman nunca esconde sus simpatías por sus fuentes

Goldman nunca esconde sus simpatías con sus principales fuentes: los investigadores de la fiscalía y del arzobispado. Para él, son héroes que se enfrentan a un monstruo. Es más, su libro relata cómo en el transcurso del proceso investigativo nacen una profunda amistad y un apoyo profesional mutuo entre las tres diferentes clases de investigadores: periodísticas, fiscales y abogados de derechos humanos.

En cambio en el libro de Rico/de La Grange nunca es visible su íntima relación con el aparato de inteligencia.

Goldman tampoco repite el pecado que cometen Rico/de La Grange de intervenir en el proceso penal contra los militares. El primer libro --y todo el eco que ha tenido en Guatemala y en el mundo, incluyendo intervenciones contra la fiscalía guatemalteca por parte de personajes como Mario Vargas Llosa-- se convirtió en arma de la defensa de los militares acusados. En cambio, Goldman no interviene en el proceso penal. Sacó su libro cuando la sentencia contra los militares (y sobre todo contra el aparato de inteligencia militar y presidencial) al fin estaba confirmada por todas las instancias jurídicas (Corte de Apelaciones, Corte Suprema, Cámara de lo Constitucional).

Goldman interviene en el juicio histórico y moral de toda esta terrible historia. Esto vuelve su libro una obra de literatura y deja el libro de Rico/de La Grange en el terreno de la guerra de desinformación.

Invito a todos a leer el "El arte del asesinato político" de Francisco Goldman. Al fin de cuentas, no sabemos qué tan lejos queda El Salvador de Guatemala.

Nota aparte: Conocí a Maite Rico y Bertrand de La Grange en 1999, cuando investigaban en Centroamérica para un reportaje que siempre recomendé por su lucidez: "Centroamérica: la derrota de los dogmas", publicado en la revista mexicana Letras Libres. Mucho mejor que nosotros mismos, los autores habían detectado que la librería Punto Literario y mi café (La Ventana) eran símbolos de la reconciliación y del fin del dogmatismo en El Salvador.

Punto Literario, propiedad de la esposa de un presidente arenero, organizando tertulias con poetas e intelectuales de la izquierda. La Ventana, fundada por un ex-guerrillero de origen alemán y su esposa, facilitando la convivencia pacífica, alegre y comunicativa entre "niñas bien hasta aprendices de ejecutivos, pasando por veteranos militantes del FMLN y especímenes diversos de la progresía internacional". Me duele que ahora tenga que criticar tan duramente a los autores de este bello ensayo sobre la posguerra en Centroamérica.

(El Diario de Hoy)

Carta a Carlos de los Cobos

Estimado entrenador:

No nos puedes dejar con los colochos hechos. Bien sabes que te necesitamos. Un pueblo necesita autoestima. Si no, la vida es miserable. Y si no es con la Selecta, ¿cómo levantamos el ánimo?

Estamos hecho mierda con el pisto y con el empleo. Encima nos ponen impuestos cabrones. Salimos de un gobierno que nos miente a otro que tampoco es de confiar. Tenemos una Asamblea que resulta peor que la anterior que ya era lamentable...

Los delincuentes nos ganaron la moral. Les tenemos miedo, les pagamos renta, nos encerramos detrás de las rejas y el alambre de púas de nuestras casas. Y aunque sabemos quienes son, nos hacemos los majes a la hora de denunciarlos...

Y encima de todo esto, tenemos una policía sin cabeza y sin norte. Y una Fuerza Armada que sacaron a la calle, pero con las manos atadas...

En medio de todo esto que nos da vergüenza, de repente pasó un milagro: Vuelve a jugar bien la Selecta. Volvemos a jugar fútbol. Nos vuelven a respetar hasta en México.

Y pensamos: Si nos levantamos de este mar de lágrimas que era el fútbol, ¿quién dice que nunca nos levantaremos de la crisis económica y política?

¿Y ahora vas a dejar la Selecta, porque no te podemos pagar un salario como te ofrecen tal vez en México o Estados Unidos? ¡No jodás, entrenador! Haznos una rebajita. En vez de 70 mil, te pagaremos 50 y un amor masivo como nunca lo recibirás en ninguna parte.

Yo sé que no es justo esperar de un entrenador de fútbol lo no nos puede dar ni el presidente ni los diputados ni autoridad ninguna: confianza que el 2010 será mejor.

Feliz Año Nuevo, Paolo Lüers

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martes, 29 de diciembre de 2009

La gran estafa

Ya había visto publicado un artículo del Dr. Luis Fernández Cuervo sobre el cambio climático. La primera ocasión, pensé en escribirle, pero sentí que cualquier cosa que dijera caería en saco roto. Esta segunda vez si tengo que responder.

La gran estafa del cambio climático” titula el Dr. Fernández Cuervo su artículo publicado en el Diario de Hoy del 27 de Diciembre de 2009. Yo lo leí el día 28, día de los inocentes, si no supiera que el Doctor había escrito ya sobre el tema, habría pensado que era una broma. Pues para nuestra desgracia no. No hay manera de ser amable ante tal ignorancia, nos dice el buen Doctor: “… Y a nosotros, gente inocente de estas groseras manipulaciones científicas, también nos castigan unos vientos fríos que por lo visto ignoran que deberíamos estar asándonos con un calor insoportable”. Vamos a ver comencemos por ahí.

La temperatura promedio del planeta no siempre ha sido la misma, ya que hemos tenido épocas frías y más calientes que la actual; se sabe de manera inequívoca que la temperatura promedio del planeta ha subido 0,6°C desde finales del S. XIX. Se prevé un aumento de entre 1,4°C a 5,8°C para el año 2100, aunque fuera el mínimo sería mayor que en los últimos 10,000 años (IPCC, 2007). Se sabe también de manera inequívoca que el dióxido de carbono atmosférico ha aumentado de 280 ppm a 385 ppm en los últimos 150 años. Y cuando se analizan las dos series de tiempo y se obtiene una correlación muy alta. A pesar que el clima es un sistema complejo no lineal, se sabe con un gran margen de certeza, que el incremento de CO2 atmosférico sube la temperatura promedio mundial. Tal cual está pasando.

A raíz de estos cambios provocados por el hombre, porque no me dirá que el aumento del CO2 atmosférico es natural, ¿usted sabe la magnitud de erupción volcánica necesaria para aumentar la concentración de dióxido de carbono en 105 ppm? El fenómeno que ha pasado es la revolución industrial. Ahora Doctor, dejando la ciencia de lado, no porque ahora esté “norteando” me puede negar el calor que normalmente hace. Y es que doctor le voy a explicar como funciona esto del clima. Hay épocas del año donde hace más calor (abril) y hay épocas donde hace un poco más de frio (enero). Lo que está pasando es lo normal.

Vaya le voy a explicar un poquito más de los efectos del cambio climático (del aumento de la temperatura promedio mundial). En los países del norte creará climas más extremos, habrá grandes heladas en inverno y veranos sumamente calurosos (como está pasando actualmente). En Centro América tendremos más huracanes, más tormentas intensas y más sequias. Son hechos que no solo los científicos comprobamos sino que también se perciben los efectos todos los días.

Ahora Doctor, lo que me preocupa más de este asunto, es que algo que es científicamente comprobable usted que es un hombre de ciencia lo llame “groseras manipulaciones”. Y es que veamos los datos que usted propone.

“La temperatura media del planeta subió 0,5 a 0,7 grados a lo largo del Siglo XX y parte del actual. En los últimos 10 años, para unos se ha estabilizado”. No es cierto. La temperatura en los últimos diez año a variado entre 0.4 a 1.2 más que la temperatura media, siendo uno de las décadas más extremas de los últimos 120 años (Fuente: U.S. National Climatic Data Center 2007).

Aumenta la cantidad de osos polares. Doctor, lo que ha aumentados es la cantidad de encuentros con osos polares, ¿sabe por qué?, porque estos ya no tienen suficiente hábitat en el norte, por lo que se refugian frecuentemente “tierra firme”, donde vivimos los seres humanos.

“La causa principal de ese calentamiento o enfriamiento se debe a la actividad del Sol”. Efectivamente y las “manchas” solares producen fenómenos de calentamiento puntuales que agraven el proceso de calentamiento global.

“Los datos duros, la realidad científica comprobada, desmienten a todos los científicos tramposos” Es cierto solo que en sentido contrario a como usted lo plantea. Como Al Gore lo plantea en su documental 100% de los artículos publicados sobre el cambio climático en “peer review journals”(los más exigentes) coincide en que el cambio climático existe y es provocado por la humanidad. Solo en la literatura de divulgación es que hay dudas. Entre los científicos hay consenso.

Por último Doctor, hay que agradecer que existe la libertad de expresión, usted es libre de decir lo que cree, pero el medio que lo pública debería ser por lo menos un poquito exigente en la calidad de los artículos que pública.