Todavía estamos esperando a un candidato que se lanza a la política con un catálogo de primeras medidas que se compromete a tomar al sólo llegar a Casa Presidencial. No esperamos que llegue con un programa de gobierno o un plan quinquenal debajo del brazo. Pero sí que nos anuncie los cambios concretos y radicales que hará en la forma de gobernar – y que de manera simbólica marcan el rumbo que quieren dar a sus gobierno.
Paolo Luers, viernes 19 mayo 2017 / EDH
La sociedad salvadoreña no está harta de política. Está harta de la política “más de lo mismo”. Los ciudadanos mandan este mensaje de múltiples formas, unos con protestas, otros con apatía, otros siguiendo a políticos antisistema. ¿Pero cómo pueden los partidos y sus candidatos convencer a los ciudadanos que entendieron estos mensajes, si bajo la promesa de “el cambio” llegó al poder un grupo de personas que resultaron más corruptos que los políticos tradicionales?
La crisis de credibilidad ya no se resolverá con discursos que invocan conceptos generales como “cambio de rumbo”, “nueva forma de hacer política”, “renovación”, “buen vivir”, “nueva sociedad”, “nuevas ideas”, “nueva visión”.
Ahora que comienzan a surgir las figuras que pretenden gobernarnos luego de tres administraciones con grandes promesas de renovación y miserables resultados, no podemos permitir que nos sigan hablando en términos generales, bonitos, pero en última instancia vacíos.
Tienen que ofrecernos, desde el inicio de las contiendas internas que definirán los candidatos, no “nuevas ideas” sino compromisos concretos, realistas, valientes y verificables.
Todavía estamos esperando a un candidato que se lanza a la política con un catálogo de primeras medidas que se compromete a tomar al sólo llegar a Casa Presidencial. No esperamos que llegue con un programa de gobierno o un plan quinquenal debajo del brazo. Pero sí que nos anuncie los cambios concretos y radicales que hará en la forma de gobernar – y que de manera simbólica marcan el rumbo que quieren dar a sus gobierno.
Si yo tuviera que escribir este “Plan para comenzar”, sería más o menos así:
- Limpiar Casa Presidencial: Disolución de la Secretaría de Transparencia y Participación Ciudadana; Disolución de la Secretaría de Gobernabilidad.
- Creación de una Comisión Presidencial de Reforma al Estado.
- Transformación de la Secretaría Técnica en un Ministerio de la Presidencia.
- Creación de la Oficina de Asesoría Académica del Estado, adscrita al Ministro de la Presidencia, compuesta por los mejores expertos y académicos que representan diferentes corrientes de pensamiento.
- Conversión de la Secretaría de Inclusión Social en Ministerio Social.
- Conversión de la Secretaría de Cultura en una institución independiente del Ejecutivo, con un estatus de autonomía comparable al de la Universidad de El Salvador.
- Reducción de la Secretaría de Comunicación a una Oficina de Prensa
- Conversión de los medios estatales en una entidad autónoma fuera del ejecutivo.
- Regreso de Protección Civil al Ministerio de Gobernación.
- Creación de un Ministerio de Justicia y un Ministerio de Seguridad Pública.
- Reducir número de viceministros.
- Reglamente claro y estricto para la publicidad del gobierno. Eliminar cualquier publicidad política desde Casa Presidencial, ministerios y autónomas. Solo permitir publicidad informativa. Reducir drásticamente el presupuesto de publicidad gubernamental.
- Reducir el uso de cadena nacional a casos de emergencia, eliminando cadenas para promover posiciones políticas del gobierno.
- Dar plena autonomía al ISSS; cambiar mecanismo de nombramiento del director.
- Venta de las flotas de camionetas de lujo del gobierno. Creación de un servicio central de transporte que atiende a ministerios y Casa Presidencial. Con vehículos funcionales, y todoterrenos solo para ciertos viajes. Medidas correspondientes en las autónomas e superintendencias.
- Abolir las plazas de asesores de los ministros y viceministros. La Oficina de Asesoría Académica del Estado asume la asesoría de los ministerios.
- Promover medida similar en la Asamblea: Creación de un Tanque de Pensamiento Legislativo de alta calidad académica y no partidaria. Reducir al mínimo las plazas de asesores para las fracciones.
- Restablecer la representación del sector privado en las Juntas Directivas de las autónomas.
- Volver a establecer las dos instituciones consultivas que han sido exitosas y productivas: la Comisión Nacional de Desarrollo; y el Consejo Nacional de Seguridad, ambos con amplia autonomía y dirigidas por personas de alto profesionalismo.
- Delegar a estos dos organismos las consultas con la sociedad civil (incluyendo la creación de Consejos Consultivos, etc.), que en las dos últimas administraciones han sido manipuladas desde Casa Presidencial y su Secretaría de Gobernabilidad.
Esta lista puede ser incorrecta, y seguramente es incompleta, sujeta a definir prioridades. Pero algo así la sociedad está esperando. Estos cambios despertarán fuertes resistencias entre políticos, funcionarios y burócratas. Quien los anuncia se hará enemigos.
Pero, ¿de qué nos sirven líderes que no están dispuestos de enfrentarse a resistencias y superarlos?
Obviamente, el siguiente presidente de la República necesitará desarrollar nuevas políticas de Seguridad, Educación, Salud, etc., por las actuales no funcionan – pero nadie espera que ya las tenga bajo el brazo. Requiere de muchos estudios. Pero sí esperemos que tenga claro que desde el primer día tiene que limpiar el gobierno. Es como si alguien que compra una casa: Lo primero que hace es limpiarla, y luego comienza a planear como transformarla.