viernes, 10 de septiembre de 2021

Carta a los estadounidenses: 20 años después. De Paolo Luers

Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, sábado 11 septiembre 2021

Amigos:

Hoy hace 20 años, cuando Estados Unidos sufrió los ataques del 11 de septiembre de 2001, el mundo entero se entristeció, se enfureció y se solidarizó con ustedes. ¿Cómo no sentir simpatía, viendo las imágenes de las Torres Gemelas cayéndose, sabiendo que ahí estaban muriendo miles de personas? ¿Cómo no sentir admiración por la manera como en Nueva York policías, bomberos, médicos, enfermeras y gente común y corriente se movilizaron para ayudar, rescatar y salvar vidas? ¿Cómo no sentir rabia ante un atentado tan cobarde?

Incluso los que siempre habíamos criticado fuertemente las intervenciones militares de Estados Unidos en Vietnam y luego en América Latina, estábamos de acuerdo cuando un mes después, el 7 de octubre 2001, Estados Unidos y países aliados comenzaron a bombardear instalaciones militares en Afganistán. A Estados Unidos no le quedó otra opción, ya que el gobierno talibán se negó a entregar a los líderes de Al Qaeda, que habían planificado, ordenado y coordinado desde Afganistán los atentados del 11 de septiembre. Al Qaeda seguía recibiendo protección y colaboración de los talibanes y mantuvo su cuartel general en las montañas de Afganistán. A Estados Unidos no le quedaba otra que ir a destruir las dos organización terroristas: Talibanes y Al Qaeda.

El error fue que Estados Unidos no se concentró en completar esta tarea. Se enredaron con la tentación de tomar control de Afganistán, instalar un gobierno afín y construir un país democrático. El famoso concepto del nation building. Aparte de que esto era una misión imposible (lo sabemos hoy), significaba que había que mantener la ocupación militar por 20 años. Y ni así se pudo…

Mucho menos cuando el gobierno de Bush cometió el otro error: en vez de hacer bien lo que había que hacer en Afganistán, destruir los aparatos terroristas de los talibán y Al Qaeda y salir, decidieron en 2003 invadir también Irak. Y en vez de entrar, capturar o matar a Hussein, y salir, comenzaron otro proyecto de nation building.

De Irak, se retiraron en 2011, luego de 8 años de ocupación, guerra, y casi 5 mil bajas. En Afganistán, las tropas de Estados Unidos y la OTAN se quedaron 20 años (¡!), tuvieron 2,500 muertos, y al solo irse, el débil régimen afgano colapsó incluso antes de que lograran evacuar todas sus tropas. Los talibanes tomaron control de la capital y las tropas extranjeras ni siquiera lograron evacuar a todos sus colaboradores locales, ni hablar de los miles de afganos que pedían asilo.

Este fracaso ha sido un golpe tal vez aún más fuerte para Estados Unidos que el 11 de septiembre del 2001. Aunque en los atentados del 2001 murieron muchísimo más estadounidenses que en la retirada improvisada de Kabul 20 años más tarde, Estados Unidos ganó la simpatía y el apoyo del mundo. En el abandono de Afganistán Estados Unidos sólo sufrió 12 bajas, pero perdió el respeto del mundo.

Esto duele, no sólo a ustedes, sino a todos los que consideran a Estados Unidos un aliado en su lucha contra las tiranías. Centroamérica sería un buen lugar para recuperar la confianza y el respeto perdido en Kabul, mostrando que han aprendido del fiasco en Afganistán. La alternativa a la intervención militar y el nation building no es el otro extremo, no es retirarse y dejar hacer a los dictadores.

Para dejarlo claro, aquí en Centroamérica nadie espera que Estados Unidos nos instale democracia, sólo que deje de hacer alianzas con dictadores y aprendices de dictador, en vez de sancionarlos. El resto lo haremos nosotros mismos.

Saludos solidarios en este aniversario del 9/11, 





miércoles, 8 de septiembre de 2021

Carta a quienes marcharon: Enhorabuena. De Paolo Luers

 Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, jueves 9 septiembre 2021








Estimados amigos:

El viernes en la noche salió el fallo de la Sala de lo Constitucional de Bukele, que da luz verde a cumplir su sueño: reelegirse en el 2024. 


Pocos días antes la Asamblea aprobó el decreto de la purga de jueces y magistrados. Golpe final a la independencia judicial, luego del golpe de Estado contra la Sala Constitucional del 1 de mayo.


Dos ataques al Estado de Derecho. Ataques mortales. En una sola semana. Llegando a sábado, muchos habrán pensado: “Es un punto decisivo. Estamos perdiendo el país. No podemos dejar pasar esto, pero ¿Qué hacemos?”


Lo que más duele en este tipo de situaciones es la impotencia. Hay que superarla, y la única forma es: Actuar, pelear, organizarse, unirse.


Con este sentimiento de impotencia, pero también de necesidad de hacer algo, algunos fueron a protestar el domingo en la tarde a La Chulona. Yo fui, sabiendo que íbamos a ser pocos, que no había habido tiempo para coordinar una convocatoria amplia. Pero salimos un par de cientos, la mayoría jóvenes, de diferentes subculturas. Y todos dijeron: Hay que organizar algo grande, amplio, representativo.


El día siguiente, el lunes, salieron 5 diferentes convocatorias para marchar a la Asamblea el día martes 7 - el famoso “Bitcoin Day” de Bukele. Los jueces convocaron a protestar contra la remoción de 230 de ellos. Diferentes grupos sindicales y de estudiantes convocaron para exigir que se derogue la Ley Bitcoin. Pero en el fondo, todos convocaron para decir a Bukele: “No a tu forma autoritaria de gobernar!” 


Fui para hacer barra a los jueces en su lucha contra el poder concentrado en Bukele y una Corte Suprema tomada por él. Pero también para hacer barra a los jóvenes, que con mucha espontaneidad y creatividad comienzan a expresar su rebeldía. Y esta vez no fue un puñado de gente, de los cuales se pueden burlar. Esta vez la marcha creció y al final cubriómás que un kilómetro. Y esta vez no fue una subcultura, sino fueron sectores muy distintos que se unieron: jueces a la par de jóvenes encapuchados, que tal vez ellos mismos habían sancionado antes por manchar edificios y monumentos. Abogados en traje a la par de bichos disfrazados. Trabajadores sindicalistas que se quejaron de los sindicatos comprados por el gobierno. 





La consigna que más se escuchó: “¿Cuál es la ruta?” y la gente contestando: “Sacar al hijue...”. Hasta con rima. Parece trivial, pero significa mucho. Los que ahí marcharon ya no hacen peticiones al señor presidente, lo quieren desalojar del poder. “Quiere reelección el desgraciado. Bueno, nos vemos en 2024”, me dijo una señora que por su aspecto nada tiene que ver con izquierda radical, revoltosos o sindicatos. No había muchas como ella, pero es la primera vez que veo una mezcla tan diversa en una protesta contra el gobierno. Algo cambió en estos días. Siente que se ha roto una barrera: la barrera de la impotencia.


A los que marcharon en martes, amargándoles a los Bukele su Bitcoin Day (de paso, fracasaron con el lanzamiento de su billetera digital ‘Chivo’), les digo: Aunque todavía somos pocos que protestamos en la calle, representamos a los muchos que se sienten afectados o amenazados por las políticas del clan Bukele. Tanto por su jugada Bitcoin, como por su jugada “Reelección 2024”. Hay docenas de sectores y organizaciones que aun no han convocado a concentraciones o marchas de protesta: sindicatos, partidos, universidades, organizaciones gremiales y de derechos humanos. Pero es una cuestión de tiempo...


A la minoría que ya ha ida a la calle le felicito por haber dado el paso inicial. 

Saludos,




lunes, 6 de septiembre de 2021

Carta a Daniel Ortega y Juan Orlando Hernández: Ya son tres. De Paolo Luers

 Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, martes 7 septiembre 2021

Estimados señores presidentes reelectos:
¿Ya le dieron la bienvenida al club a su hermano Nayib? Es una gran victoria política para ustedes dos. Durante años fueron los malos de Centroamérica, pagando a magistrados de la Corte Suprema, maltratando a opositores - y reeligiéndose, aunque sus maltratadas constituciones no lo permitían.


Durante años Nayib, como alcalde, como candidato presidencial y como presidente, les calificó como dictadores, como derechistas, como militaristas, como corruptos, como gobernantes que ponen su persona encima de la nación y la Constitución. En el discurso de Nayib, ustedes dos eran símbolos de “los mismos de siempre”.


Hoy es uno de ustedes. Es igual de militarista que usted, Juan Orlando. Es igual de autócrata que usted, Daniel. Es igual de corrupto que ustedes dos, sólo de manera mucho mas sofisticada. Hizo lo mismo que ustedes dos: primero tomar control de la Corte Suprema, luego ponerla a “legalizar” la reelección presidencial. Incluso, los va a dejar atrás a ambos: Ustedes nunca tuvieron el valor de cambiar, de una vez por todas, la Constitución, mientras que Nayib mandó a hacer una a su medida - más bien a la medida de su ego y su sed de poder. 


Juan Orlando, se queda como un aprendiz de dictador a la par de su hermano Nayib: Sólo una vez logró reelegirse, y ahora saldrá de Casa Presidencial con la cola entre las patas, sólo para enfrentar la justicia de Estados Unidos. Nunca aprendió enfrentar a los gringos. No se atrevió. Nayib hubiera podido enseñarle. 


Usted también lo jugó mal, Daniel: Con los gringos no se rompe, como hicieron ustedes. Bukele sabe que los Estados Unidos necesitan a los presidentes centroamericanos. Hay que saber cómo jugar este juego, y en Nicaragua no lo saben. 


Aprendan de Nayib, ambos. Las dictaduras tradicionales como la sandinista no tienen futuro. El narcoestado al estilo hondureño, sin disfraz populista, tampoco.


Sin embargo, aunque nunca lo va a reconocer, Nayib también aprendió mucho de ustedes dos. Por ejemplo, cómo arreglar esto de la reelección. Y de Nicaragua aprendió que no hay que apostar solamente a la popularidad, porque esta es muy volátil. No dura. Un movimiento falso y se pierde. Ejemplo Bitcoin. Hay que prepararse a tiempo para la represión. Dictadura sin represión no tiene chiste. Esta exitosa campaña nica de no permitir que surjan opositores que puedan competir, le ha convencido a Nayib. No hay que perder tiempo, y nada de medias tintas. Los únicos opositores son lo que están presos, exiliados y callados de miedo. Y para la represión, hay que tener listas todas las armas que algún día habráque usar para mantenerse en el poder: control del ejército, de la policía, de la fiscalía y de las cortes. 


Bueno, ahora son tres. Seguramente se pondrán de acuerdo. El verdadera triángulo centroamericano que vuelve loco a los gringos. La reelección es la prueba de entrada al club, y Nayib acaba de comprar su boleto. 


Diviértanse mientras pueden. Saludos,







 


domingo, 5 de septiembre de 2021

Columna Transversal: El diálogo imposible y la concertación necesaria. De Paolo Luers

 Publicado en EL DIARIO DE HOY, lunes 6 septiembre 2021

No hay democracia sin diálogo entre quienes piensan diferente, sin concertación entre intereses divergentes, sin construcción de acuerdos con metas compartidas. La pluralidad y la capacidad de administrarla son la esencia de la democracia. 

 

Hoy nos falla esta esencia. El diálogo no funciona. No existen visiones compartidas, y hay una fuerza gobernante y mayoritaria, que descarta estos mecanismos esenciales de la democracia. O sea, descarta la democracia y apuesta a un régimen con poder absoluto en manos del presidente. El desprecio de Bukele al diálogo, a la concertación y al pluralismo es manifiesto, en sus discursos y sus acciones. Recetarse la reelección sólo es el último ejemplo.

 

Pero la cosa es aun más seria: Tampoco hay un proceso sistemático, constructivo y acumulativo de construcción de un acuerdo nacional entre la oposición y los movimientos ciudadanos. Y esto ya no es culpa del gobierno...   

 

El hecho que no hay cómo construir consensos con el gobierno y los partidos que lo respaldan no significa que los demás tengamos derecho de abandonar el diálogo, el debate entre quienes pensamos diferentes. En esta situación, el diálogo se vuelve más importante que nunca. En una democracia bajo amenaza urge aun más que en una plena democracia.

 

El diálogo nacional que nos toca retomar y desarrollar será horizontal, entre todos los que están excluidos de las deliberaciones y toma de decisiones de un gobierno, que en su altanería y autosuficiencia quiere monopolizar no sólo el poder el poder sino la política. El país, precisamente porque está gobernado sin concertación, necesita que se construyan visiones compartidas, basadas en el respeto por las diferencias y la voluntad de administrarlas democráticamente. Sólo asísurgirá una cultura pluralista, que en el momento de la transición puede ser la plataforma para la reconstrucción de la democracia.

 

Olvidémonos de pedir diálogo a Nayib Bukele y su clan. Es como pedir peras al olmo. Con quienes no lo apoyan sólo acepta hablar para calmarle los nervios a la embajadora, o para exhibir en su maquinaria propagandística a quienes de buena fe aceptan sus convocatorias. 

 

No hay nada que hablar con un obsesionado del control total del Estado, quien sistemáticamente viola la Constitución y se toma por asalto el control del sistema de justicia para poderse reelegir, como antes hicieron Daniel Ortega y Juan Orlando Hernández.

Bukele no es hombre de constituciones - le valen, igual que los Acuerdos de Paz, acuerdos de nación u otros legados. Para él son “pactos oscuros de los mismos de siempre”, ideología obsoleta, obstáculos a su poder...

 

Si con Bukele, su gobierno y su partido no hay nada que dialogar, sí hay un enorme trabajo por hacer en construir entre todos los demás un acuerdo de nación para reconstruir la democracia. Se trata de mucho más que una estrategia consensuada para desplazar al populismo en futuras elecciones. La construcción de un plan de nación alternativo al concepto populista tiene que pasar por un proceso de inclusión, que nunca ha habido en el país - lo que fue una de las debilidades de nuestra democracia que permitió el ascenso del autoritarismo. Aunque hemos tenido un sistema político multipartidario, nunca tuvimos un pluralismo democrático, en el cual realmente todos los sectores e intereses han sido tomados en cuenta. El sector informal, los barrios marginados, los veteranos de guerra, los jornaleros rurales, los desempleados, gran parte de nuestra juventud, y los viejos sin pensiones o con pensiones indignas son expresiones millonarias de exclusión. 

 

En el campo político, las simplificaciones ideológicas de derecha e izquierda, de conservadurismo, liberalismo y progresismo no han sido sometidas a un proceso abierto y profundo de diálogo. No se trata de borrar las diferencias, pero sí de superar las formas dogmáticas y excluyentes de pensar y actuar. 

 

La construcción de una cultura política unificadora y de una visión compartida de cómo integrar a la sociedad no son tareas que pueden esperar hasta el momento que el actual régimen autoritario se desgaste. Por lo contrario, son pasos indispensables para provocar el desgaste.

 

La plataforma política a construir casi se escribe por si sola: Restablecer el orden constitucional y la independencia del órgano judicial; una fiscalía independiente y profesional; restablecer el carácter civil, democrático y no político de la policía;

reducir la Fuerza Armada y limitar sus facultades; castigo a los funcionarios corruptos del gobierno Bukele y los diputados cómplices de las violaciones a la Constitución.

 

Columna Transversal # 342