jueves, 29 de mayo de 2008

Tierras: arrendamiento y custodia

El manejo de tierras es algo pendiente en esta administración. El gobierno de Saca ha tenido en el tintero, demasiado tiempo, las propuestas y aún estas parecen incompletas. La administración de tierras es un problema complejo que necesita de varias aproximaciones para funcionar. Porque el asunto no es si existen tierras ociosas, es partir de definir ¿qué es una tierra que no está produciendo insumos agrícolas?, ¿qué otros usos tiene? y ¿qué representa ponerla a producir?

Antes de comenzar a tratar de entender cuáles son las propuestas que se pueden hacer sobre las tierras “ociosas”, hay que partir de una radiografía clara. Para esto, el Gobierno ha invertido una buena cantidad de dinero y además de aumentar la deuda del país. El proyecto del CNR conocido como Chambita Medidor fue un buen comienzo, clarificó bastante el estado de las tierras privadas del occidente de El Salvador, lástima que no se resolvió igual para el oriente del país, ya que no se aprobó un préstamo para la segunda fase. Ahora el CNR se ha inventado una forma de poder cubrir esa parte del territorio, pero si la primera fase, con muchos recursos, no se desarrolló del todo bien, con la segunda tengo más dudas. Digo esto porque el CNR y el proyecto Chambita Medidor decidieron que las tierras estatales eran aquellas que sobraban de las tierras privadas censadas. Por tanto, las tierras estatales (manglares, zonas de protección de embalses, lagos, ríos y áreas protegidas) se redujeron.

Para corregir ese error, se han puesto en marcha dos proyectos. Uno plenamente asociado a Chambita Medidor, ya que se gestó en su seno: el Proyecto Administración y Consolidación de Áreas Protegidas (PACAP), el cual es un esfuerzo para corregir los errores del sistema de Chambita Medidor y de poner en marcha dos áreas protegidas piloto: San Diego-La Barra y Bahía de Jiquilisco. Además de este proyecto, a iniciativa de USAID, se está desarrollando un proyecto de manejo integral de cuencas en el occidente de El Salvador; esto permitirá la reforma y reestructuración del sistema de conservación de la zona suroccidental. Oriente sigue siendo la tierra olvida en todo este esfuerzo de clarificación de las tierras de El Salvador.

Pero este es un problema que se está trabajando para solucionarlo, para mejor o peor, habrá que ver los resultado de estos proyectos, de los que, por cierto, deberíamos tener más información. El proyecto de cuencas costará ocho millones de dólares y PACAP diez millones; con ese dinero se debería poder ver resultados y más discusión sobre el asunto del manejo de tierras. Pero esperemos y confiemos que la administración de estos proyectos esté consciente de la responsabilidad que tienen con el tema, porque esto es el sustento de otras propuestas como la ley de arrendamiento de tierras.

Esta ley tiene dos componentes principales. El primero es permitir que las tierras del sector reformado puedan ser arrendadas; de momento, no es posible. Hay cooperativas que funcionan muy bien y obtienen beneficios. Otras que no funcionan. Otras que no pueden hacer producir todas las tierras que tienen. Pues de lo que se trata es que, en el caso de las dos últimas, puedan obtener beneficios extra por las tierras que ya no pueden administrar. Las cooperativas que no funcionan podrán obtener beneficios económicos que les permita reactivarse o subsidiar su propia producción. Esto abre un abanico de posibilidades.

En segundo lugar, debería de servir para establecer las reglas del juego, qué se vale y qué no; por ejemplo, los privados que arriendan tierras tienen temor a invertir. En el agro uno tienen que pensar a futuro: se invierte hoy para ver beneficios en tres, cuatro o cinco años. Si los contratos de arrendamiento son iguales a los de alquiler de un apartamento, seguro que al arrendatario no le conviene invertir. Así, la producción no crecerá, así no hay beneficio claro.

Y es que estas dos medidas permitirán que pueda desarrollarse una mayor agroindustria nacional. Hay algunas producciones en las que las 300 manzanas que son el límite constitucional de propiedad privada no son suficientes. Así que, si queremos desarrollo agrícola, necesitamos poder utilizar mayores cantidades de tierra.

Pero esto tiene un problema que está en la definición de tierras “ociosas”. Normalmente se piensa que toda la tierra que no produce es ociosa y no cumple ninguna función. Esto no es cierto; y al pensarlo, se podría pasar por alto el papel que juegan las áreas protegidas. Muchas tierras reservadas para conservación, atrapadas en interminable proceso entre el ISTA y el MARN, podrían ser interpretadas como ociosas; esto sería un error y un retroceso increíble en la conservación en El Salvador. Hay que definir prioridades. Entiendo que el PACAP tiene proyectado contribuir al respecto, con un estudio sistemático de las tierras, para determinar cuales de esas áreas tienen potencial de conservación.

Para evitar el problema de la definición de tierras ociosas, el proyecto de ley de arrendamiento de tierras debería incluir un componente, la custodia del territorio. Dentro de los proyectos de conservación de tierras privadas, la custodia del territorio es probablemente una de las mejores alternativas. En El Salvador tenemos una red de reservas privadas que ha hecho grandes esfuerzos de consolidación, pero falta mucho camino por recorrer. Mejores ejemplos son áreas como Cinquera, La Montañona o Río Sapo, donde hay una gestión comunitaria de las áreas protegidas; aun así, el gran problema es la gestión financiera de estos proyectos.

La custodia del territorio puede ser una alternativa para la gestión de estas tierras privadas: en Cataluña la Xarxa de Custódia del Territori ha hecho muy buenos esfuerzos para desarrollar el tema. Así también, la Asociación Territorios Vivos en la comunidad de Madrid ha desarrollado el tema. La custodia consiste en que estas tierras privadas con valores especiales para la conservación son entregadas para su administración a entidades gubernamentales o privadas. Así, los dueños reciben un ingreso por arrendar estas tierras y las entidades se encargan de rentabilizar la conservación de las mismas. Igualmente estos esfuerzos necesitan establecer reglas del juego, para que los privados no pierdan propiedad de su tierra, pero que la inversión que se realice en estas tierras sea sostenible.

Se necesita que ambas partes vean beneficios tangibles en estos acuerdos y tengan un sustento legal fuerte. Tanto sea para fomentar la producción agropecuaria nacional o la conservación. Para esto, necesitamos una entidad hermana del MAG y del MARN para integrar la gestión de tierras, un verdadero instituto de tierras que pueda regular estos contratos; así se crea un sistema de manejo de tierras, parte del sistema nacional de producción agrícola y un sistema de conservación. Creo que tenemos un camino muy bueno que recorrer en este sentido. Sigamos adelante y no demos pasos atrás en los esfuerzos de clarificar, ordenar y desarrollas las tierras “ociosas” y productivas en El Salvador.

martes, 27 de mayo de 2008

Columna transversal: Hagan su trabajo, colegas, déjense de lamentos

No se me ocurre qué tiene que pasar –qué cosa grave, de emergencia nacional o poniendo en juego el futuro de la humanidad- que obligue al gremio de los medios de comunicación a pronunciarse mediante un campo pagado. Campos pagados los compra quien de otra manera no tiene canal de expresión. Alguien que tiene que pagar para que lo escuchen. Alguien que no tiene medio propio.

Los propietarios de los medios organizados en la Asociación de Medios Publicitarios Salvadoreños AMPS tienen periódicos, radios y canales de televisión para expresarse. Si tienen una crítica a un candidato o a un partido, les sobran oportunidades de expresarla. De hecho, lo hacen todos los días, sobre todo cuando los objetos de la crítica son Mauricio Funes y el FMLN. Y de especial manera cuando sienten amenazada la libertad de prensa.

No entiendo la razón por la cual los medios se expresan mediante el campo pagado que salió el día de martes 27 de mayo en los principales periódicos del país. Menos aun entiendo el tono llorón de parte de nos señores que constituyen el cuarto poder (que en El Salvador, ante la debilidad de los poderes legislativo y judicial, a lo mejor es el segundo...).

Los medios de comunicación, mediante el comunicado de la AMPS, condenan que Funes los haya declarado “adversarios” y lamentan que este candidato se reserva el derecho de decidir a qué medio atender y qué preguntas contestar.

No puedo creer que los más poderosos medios del país publiquen lamentos. Mucho menos que se sientan tan débiles que se ven obligados a “llamar a los salvadoreños” a defenderlos. Perdón, a “defender y fortalecer la libertad de expresión y de información”.

¿No pueden los grandes medios defenderse ellos mismos, mediante el ejercicio del periodismo, haciendo uso de su poder de generar opinión?

No hay ley ninguna que obligue a un candidato a atender a las preguntas que no le gustan. Si no lo hace, paga un precio político que a la larga es mucho más alto que el costo de contestar las preguntas incomodas.

Tampoco hay una ley que obligue a un medio a cubrir las actividades, las declaraciones, las propuestas de una candidato, mucho menos cubrirlas como él lo quiere. Pero también el medio, al no cubrir eventos y propuestas que son del interés público, paga un alto precio político, porque pierde credibilidad.

Los candidatos tienen que aprender a aguantar que los medios los interrogan, cuestionan, incomodan, critican. Y los medios tienen que aguantar que los candidatos les paguen con la misma manera. No están encima de la contienda, son parte.

Con otras palabras: Es normal y no tiene nada de malo que los periodistas y los candidatos, los medios y los partidos, se enfrentan, se critican, incluso se desautorizan mutuamente. No es que los candidatos sean actores en este deporte político y los periodistas árbitros que haya que respetar. Ambos son actores y competidores en el mundo de la opinión pública, y el único árbitro es el público (lectores, para unos, y votantes, para los otros).

Un jugador de fútbol no puede agarrar pleito con el árbitro. Lo sanciona o incluso lo saca del juego. No es así entre políticos y medios. Cualquier candidato puede armar berrinche con los medios. Y al revés. Sólo que los berrinches, si no se comunican bien al público, tienen un alto costo – para candidatos y partidos igual que para periodistas y medios.

Si Mauricio Funes declara los medios adversarios a vencer, no está atentando contra la libertad de prensa, está atentando contra sus propios intereses, contra toda lógica de campañas electorales. Son declaraciones torpes, pero no son peligrosas, a menos para él mismo. De todas formas no merecen que los medios, mediante su gremial empresarial, publiquen un comunicado irresponsablemente llorón pidiendo a sus lectores que por favor les defiendan de los enemigos de la libertad de expresión...

Quien sospecha o está convencido que detrás de las declaraciones de Mauricio Funes hay una tendencia autoritaria que, en caso de convertirse en política gubernamental, puede ser peligrosa para la libertad de prensa, que lo investigue, que lo argumente -- pero periodísticamente, no en campaña publicitaria. Para eso son los medios. Para eso se ejerce el periodismo. En vez de lamentarse en campos pagados, que manden a sus mejores entrevistadores a interrogar al candidato, que manden a sus más fogueados reporteros a cubrir sus actividades de campaña. Si no contesta, pierde. Si contesta, quien pierde o gana depende de qué buenos, profesionales, insistentes y preparados sean los periodistas. Y de qué recursos y apoyos les de su medio. Y depende de otra cosa: de la credibilidad del medio, o sea de la disposición y del valor del medio de hacer las preguntas incómodas a todos los candidatos, de buscar los peligros para la democracia y libertad en todos los partidos...

Entonces, estimados señores de los medios, ¡a trabajar en vez e llorar!

El cambio tiene que empezar en casa

“Rodrigo no levanta”, esa es la frase célebre del mes.
Una especie de acuerdo nacional. Lo dicen sus ad-
versarios en el FMLN, lo dicen los que en ARENA
querían otros candidatos, y lo dicen sus amigos, in-
cluyendo los mejores. Lo dicen incluso los que lo conven-
cieron de que se lanzara de precandidato, y tampoco son ex-
cepción los que lo impusieron como candidato. No hay otro
hecho político sobre el cual toda la nación esté de acuerdo.
Hoy lo reconfirma la más reciente encuesta publicada
por el prestigioso Instituto Universitario de Opinión Pú-
blica de la UCA. Según esta encuesta, el FMLN aventaja
a ARENA con 16 puntos en la intención de voto para pre-
sidente. 42 % votaría por el Frente, 26% por ARENA.
En vez de cerrarse, la brecha se hace más grande. Al
iniciar su campaña, Rodrigo Ávila estaba en una desven-
taja de unos 8%, ahora --con más de un mes de campaña
pública-- la desventaja se ha duplicado.
ARENA dirá que la UCA es de izquierda y que sus resul-
tados no son confiables. Pero en el fondo todos, sin excep-
ción, saben que el diagnóstico es acertado: Rodrigo no levan-
ta. Esto no significa necesariamente que Rodrigo Ávila
no puede ganar. Lo que significa es que así como se pre-
senta al elector, no provoca ninguna confianza. La gente
quiere cambio y rechaza a un candidato que percibe co-
mo garante de continuidad. Sólo hay dos maneras de
romper esta percepción: la menos radical es mantener al
candidato, pero cambiar todo lo demás; cambiar el Coe-
na, sustituyendo al Coena actual por uno de reunifica-
ción del partido; cambiar al mismo tiempo el equipo y la
estrategia de campaña; presentar un equipo de gobierno
de lujo y de inclusión, o sea las mejores mentes, indepen-
diente de su afiliación partidaria (e independiente de la
aprobación del actual presidente: por lo contrario, ten-
drían que incluirse algunos que han roto con Tony Saca).
La manera más radical de componer la situación sería
hacer todo lo anterior, pero también cambiar de candida-
to. Esto sólo es recomendable si existe un candidato que
cumple dos requisitos: tener el respaldo de toda la dere-
cha, y a que pueda enfrentar, con valentía y autoridad, a la
actual dirigencia arenera y al candidato opositor.
Las dos soluciones tienen un elemento en común, o
sea un requisito sin el cual ninguna de los dos puede fun-
cionar: un cambio limpio, radical y confiable en la direc-
ción de ARENA. No se trata que un sector desplace a otro
del poder. De nada serviría. Se trata de atreverse a insta-
lar una dirección plural, representativa, que restablezca
la unidad con un criterio muy claro: poner el interés del
país por sobre cualquier interés sectorial.
Lo que estoy diciendo no es invento mío. Lo dicen los mis-
mos areneros, en privado: fundadores, ministros, ex minis-
tros, empresarios. No logro entender por qué no se ponen
de acuerdo y actúan. No logro entender por qué ni siquiera
lo dicen en público. No puede ser que todos sean tan cobar-
des para no dar la batalla, primero dentro de la derecha, lue-
go contra el FMLN y sus candidatos Funes y Sánchez Ce-
rén. No puedo aceptar que las cosas incómodas las tenga-
mos que decir los observadores provenientes de la izquier-
da que estamos convencidos de que el país necesita una cam-
paña electoral de verdad, entre dos adversarios fuertes, que
obliga a cada uno de los electores a pensar, comparar, anali-
zar y al fin, tomar una decisión racional y responsable.
Igual como señalamos al FMLN que para convencer al
electorado de que estén listos para gobernar, produzcan
un viraje real y confiable en su partido, mediante el de-
bate abierto con resultados vinculantes que se reflejan en
su programa, sus estatutos, sus principios aprobados por
un congreso programático.
Repito: Estas elecciones las ganará quien logra trans-
formar a su propio partido. Lo voy a repetir hasta la sa-
ciedad, aunque caiga mal a los señores en el FMLN y en
ARENA, que perderían control y privilegios si estas
transformaciones se hacen con seriedad.

(Publicado en El Diario de Hoy)

The World's Conservatives Head Left

(By Gabor Steingart, Spiegel Online)

The shift can be seen from Washington to Berlin: Across the Western world, the political middle is shifting back toward the left. Surprisingly, it may be the conservatives who are best equipped to capitalize on the shift.

he conservatives are shedding their skins. Across the world, politicians on the right are abandoning bellicose rhetoric, stepping out of their battle dress and working hard to present a friendlier image to the public.

It is a change long in coming. US President George W. Bush campaigned as a "compassionate conservative" in 2000 only to become a president who will be most remembered for terms like "Axis of Evil," “pre-emptive strike” and "Guantanamo." Now, Senator John McCain has picked up the torch that Bush long ago abandoned and is doing his best to paint himself as a Republican with a human face. Even as he vows to continue trying to stabilize Iraq, he has vowed to close Guantanamo and to forbid the CIA from engaging in torture. He even promises to support climate protection measures.

He is far from alone. The young David Cameron, leader of the conservative Tories in London, has as much in common with former British Prime Minister Margaret Thatcher as Germany's current military has with the Wehrmacht of World War II. If the Iron Lady were still in politics, she would deny being part of the same family as Cameron.

A Uniquely Challenging Project

The themes of her battle cry were flexibilization, deregulation and privatization. "There is no such thing as society," Thatcher once said. Cameron, on the other hand, believes that the world has become richer while British society has become poorer. "A modern aspiration agenda means helping the have-nots to have something, and if we do not succeed in that mission then I tell you frankly that we will all be poorer," Cameron says. "Poverty is not acceptable in our country today."

The same makeover is taking place everywhere in the West. Aggressive conservatives like former German politician Franz-Josef Strauss, one-time Republican presidential candidate Barry Goldwater and former Republican Senator Joseph McCarthy have been deleted from their parties' collective memories. In Sweden, the conservatives have taken to calling themselves the New Moderates.

German Chancellor Angela Merkel has even undertaken the transformation while in office, a uniquely challenging project. When she led the opposition in German parliament, she considered the painful welfare cuts and business friendly reforms pushed through by the Social Democrats under Gerhard Schröder to be insufficient. Now though, her government has shown a willingness to soften those reforms. Not long ago, her mantra was to cut spending wherever possible. Today there is more money for retirees, for recipients of housing allowances and for those on the dole. In the past, she demonstrated toughness. Now, she seems intent on showing her soft side.

One doesn't have to look hard for the motor behind this global transformation taking hold in all affluent Western societies. Indeed, three cities symbolize the change: Baghdad, Beijing and New York.

In Baghdad, conservative military strategists experienced their Waterloo. Five years after invading Iraq, the world's most expensive and technologically advanced army is still having difficulties pacifying the country. The message is clear: The military is important, but it cannot replace diplomacy. And now America's electorate is looking for someone who can master both.

Looking for Protection

In Beijing, a rapacious form of early capitalism is forcing half the world to make adjustments. Faced with a country where starvation wages, rampant pollution of the environment, intellectual piracy and an inadequate social safety net are par for the course, the West sees itself competing with its own past. And now that middle class families are beginning to feel the pinch, they are looking for protection.

In New York, the subprime crisis and the hedge fund boom have once again shown the city to be the home of speculation. But this time around, millions have experienced firsthand that an investment on Wall Street can be unreliable. It can sparkle like a diamond, or it can reek like a dead cat. Given the ongoing financial crisis, it comes as no surprise that voters now favor the type of politician who knows how to combine the market's invisible hand with the iron fist of the state.

Will the left profit more from this shift in political winds than the right? Not necessarily. In fact, conservatives may even be better prepared to adapt to the change. They have always defended the status quo -- their genetic code makes them the party of slowness.

The population does not expect a counter-revolution against the inevitable changes, but rather a steady had controlling their effects. Today, perhaps more than ever, people reject anything that smells of radicalism. There are plenty of changes to cope with, and few are interested in sweeping societal shift. The change people are looking for is not a change in their lives, but a change in the forces that are causing turbulence in their lives. Cameron, says one of his advisors, seeks to promote "reassurance, not radicalism."

Betrayal?

By no means have voters become convinced leftists overnight. Instead they have worried their way into the leftist camp. They fear competition that overburdens them. They fear a war that they cannot win. And they fear a damaged environment that could come back to haunt them.

Does this mean that the movement toward a moderate and to some extent opportunistic conservatism is irreversible? Certainly not. Every movement carries within it the seeds of a counter-movement. Within the world's conservative parties -- in Berlin, in London, in Washington -- not everyone is satisfied with the leftward drift.

If the move toward the middle is not rewarded with victory at the polls, conservative parties will face internal days of reckoning in the not too distant future. What is seen as clever politics today will then be labeled as betrayal.

domingo, 25 de mayo de 2008

Para no dejar de leer el diario

JULIO ORTEGA 25/05/2008 (El Pais)

La noticia de que el New York Times tuvo que eliminar cien puestos en su redacción se suma a otra no menos mala: ese diario perdió el pasado año un 4,5% de sus lectores. Sus acciones han bajado de 45 a 17 dólares; y si la empresa valía 6,5 billones de dólares hace 5 años, hoy vale menos de la mitad. Ocurre con otros de los mejores diarios estadounidenses: Los Angeles Times, el Philadelphia Inquirer, el San Francisco Chronicler... Heroicamente, el NYT todavía mantiene 43 corresponsales en sus 25 oficinas en el extranjero, pero el Boston Globe las ha cerrado todas. Comentando estos hechos, Lee Smith propone en el Chronicle of Higher Education que un grupo de universidades privadas se haga cargo de la economía del NYT y lo convierta en el diario más leído en los campus. La idea es altruista pero peligrosa: los profesores suelen fatigar las prensas para defender la filosofía que justifica sus inclinaciones.

Felizmente, la prensa escrita no se ha quedado con los brazos cruzados. Y ensaya, ahora mismo, las llamadas metodologías de la creatividad. Tiene ejemplos en otros sectores. La Toyota japonesa, que en los tres primeros meses del año desplazó a la General Motors del primer lugar en ventas de coches, que ésta había liderado durante 77 años, evidenció la creatividad de su sistema de producción (el New Yorker se demora en explicarlo). No menos creativas han sido las empresas de todo orden en las sociedades pobres: sus sistemas de producción empiezan en el reciclaje residual, y sólo limitan con su propio éxito. Y miles de jóvenes se entrenan en las academias de oficios y terminan en los networks regionales de migrantes, como un nuevo mapa antisistemático que reproduce, a escala minimalista, la globalización capitalista. La creatividad se entiende como la lógica del taller: producir más con menos; como la moral de la forma: ofrecer el producto más acabado; y como un principio de articulación: hacer de la necesidad virtud. Esta Paideia posmoderna ha puesto al día la ética clásica: hago, luego soy.

Para la prensa escrita, si la competencia de Internet es sobre todo devastadora en cuanto a la publicidad, no lo es en la lectura: todavía es mejor leer una página impresa. Por eso, varios periódicos ofrecen suplementos coleccionables, y buscan ser más útiles como navegadores del día. Más que nunca, el periódico forma parte de nuestra vida cotidiana. El NYT no se limita a dar el listín de cine, teatro, museos y galerías: añade sumillas críticas hasta al programa de TV. En español, nuestras Agendas del Día se limitan a cinco actividades. En inglés, son páginas extras que ayudan a elegir. Además, la lectura ya no se debe a lo casual sino a las expectativas. Uno sabe qué días leerá a sus cronistas preferidos, y un máximo de dos crónicas semanales es la medida civil; más que eso sería saturación.

Los lectores son interlocutores de una buena conversación. El mejor ejemplo es el periodismo inglés: desde Deportes hasta Obituarios cultivan el ingenio y eluden el énfasis. La lectura es un relevo democrático: resiste la repetición y busca nuevas voces y estilos. En la cultura hispánica todavía creemos más en la autoridad que en la alteridad.

Tengo para mí que los mejores diarios recuperarán a los lectores al devolverles la palabra. Por eso, tiende a desaparecer el artículo doctrinario y prescriptivo, hecho para avanzar causas o intereses. Kipling amenazó con su bastón a un periodista de Nueva York que se atrevió a preguntarle por sus opiniones personales. Hoy las confesiones se nos han vuelto triviales y casuales. Internet promueve un hablante primario y adversarial; suscita muchas veces lo peor del prójimo. No creo que se pueda llamar "lector", ya que no se debe al lenguaje sino a su negación.

Pero si Internet no reemplaza al periódico (sus versiones electrónicas incluyen ahora lo que el diario ya no puede ofrecer: contribuciones de lectores, bitácoras, servicios, etc.), quien sí lo amenaza es el periodiquillo que se distribuye gratuitamente y que empieza a proliferar en las estaciones del metro. No son para ser leídos sino para ser descartados luego de una mirada. No podrían sustituir al diario pero conspiran contra su imagen: lo gratuito no tiene mérito. Y rebaja la circulación del valor.

Por lo demás, todos los grandes diarios sintonizan con los nuevos públicos. Los migrantes, los estudiantes, los turistas... Estadísticamente, los jóvenes constituyen la mayoría de lectores. Y buscan hoy su propio lugar en las representaciones colectivas. Ese nuevo público empieza a abrirse espacio como protagonistas, sujetos de cambio y nuevos agentes culturales. Ya Pulitzer recomendaba que los diarios deben incluir, todos los días, nombres nuevos: serán lectores fieles, decía.

Edmund Wilson escribió que la vejez comienza cuando uno siente que el New York Times del domingo pesa demasiado. Pero hoy, leyendo un buen diario, uno es capaz de creerse más joven.

Julio Ortega es catedrático de la Universidad de Brown, Providence Rhode Island (Estados Unidos).