martes, 27 de mayo de 2008

Columna transversal: Hagan su trabajo, colegas, déjense de lamentos

No se me ocurre qué tiene que pasar –qué cosa grave, de emergencia nacional o poniendo en juego el futuro de la humanidad- que obligue al gremio de los medios de comunicación a pronunciarse mediante un campo pagado. Campos pagados los compra quien de otra manera no tiene canal de expresión. Alguien que tiene que pagar para que lo escuchen. Alguien que no tiene medio propio.

Los propietarios de los medios organizados en la Asociación de Medios Publicitarios Salvadoreños AMPS tienen periódicos, radios y canales de televisión para expresarse. Si tienen una crítica a un candidato o a un partido, les sobran oportunidades de expresarla. De hecho, lo hacen todos los días, sobre todo cuando los objetos de la crítica son Mauricio Funes y el FMLN. Y de especial manera cuando sienten amenazada la libertad de prensa.

No entiendo la razón por la cual los medios se expresan mediante el campo pagado que salió el día de martes 27 de mayo en los principales periódicos del país. Menos aun entiendo el tono llorón de parte de nos señores que constituyen el cuarto poder (que en El Salvador, ante la debilidad de los poderes legislativo y judicial, a lo mejor es el segundo...).

Los medios de comunicación, mediante el comunicado de la AMPS, condenan que Funes los haya declarado “adversarios” y lamentan que este candidato se reserva el derecho de decidir a qué medio atender y qué preguntas contestar.

No puedo creer que los más poderosos medios del país publiquen lamentos. Mucho menos que se sientan tan débiles que se ven obligados a “llamar a los salvadoreños” a defenderlos. Perdón, a “defender y fortalecer la libertad de expresión y de información”.

¿No pueden los grandes medios defenderse ellos mismos, mediante el ejercicio del periodismo, haciendo uso de su poder de generar opinión?

No hay ley ninguna que obligue a un candidato a atender a las preguntas que no le gustan. Si no lo hace, paga un precio político que a la larga es mucho más alto que el costo de contestar las preguntas incomodas.

Tampoco hay una ley que obligue a un medio a cubrir las actividades, las declaraciones, las propuestas de una candidato, mucho menos cubrirlas como él lo quiere. Pero también el medio, al no cubrir eventos y propuestas que son del interés público, paga un alto precio político, porque pierde credibilidad.

Los candidatos tienen que aprender a aguantar que los medios los interrogan, cuestionan, incomodan, critican. Y los medios tienen que aguantar que los candidatos les paguen con la misma manera. No están encima de la contienda, son parte.

Con otras palabras: Es normal y no tiene nada de malo que los periodistas y los candidatos, los medios y los partidos, se enfrentan, se critican, incluso se desautorizan mutuamente. No es que los candidatos sean actores en este deporte político y los periodistas árbitros que haya que respetar. Ambos son actores y competidores en el mundo de la opinión pública, y el único árbitro es el público (lectores, para unos, y votantes, para los otros).

Un jugador de fútbol no puede agarrar pleito con el árbitro. Lo sanciona o incluso lo saca del juego. No es así entre políticos y medios. Cualquier candidato puede armar berrinche con los medios. Y al revés. Sólo que los berrinches, si no se comunican bien al público, tienen un alto costo – para candidatos y partidos igual que para periodistas y medios.

Si Mauricio Funes declara los medios adversarios a vencer, no está atentando contra la libertad de prensa, está atentando contra sus propios intereses, contra toda lógica de campañas electorales. Son declaraciones torpes, pero no son peligrosas, a menos para él mismo. De todas formas no merecen que los medios, mediante su gremial empresarial, publiquen un comunicado irresponsablemente llorón pidiendo a sus lectores que por favor les defiendan de los enemigos de la libertad de expresión...

Quien sospecha o está convencido que detrás de las declaraciones de Mauricio Funes hay una tendencia autoritaria que, en caso de convertirse en política gubernamental, puede ser peligrosa para la libertad de prensa, que lo investigue, que lo argumente -- pero periodísticamente, no en campaña publicitaria. Para eso son los medios. Para eso se ejerce el periodismo. En vez de lamentarse en campos pagados, que manden a sus mejores entrevistadores a interrogar al candidato, que manden a sus más fogueados reporteros a cubrir sus actividades de campaña. Si no contesta, pierde. Si contesta, quien pierde o gana depende de qué buenos, profesionales, insistentes y preparados sean los periodistas. Y de qué recursos y apoyos les de su medio. Y depende de otra cosa: de la credibilidad del medio, o sea de la disposición y del valor del medio de hacer las preguntas incómodas a todos los candidatos, de buscar los peligros para la democracia y libertad en todos los partidos...

Entonces, estimados señores de los medios, ¡a trabajar en vez e llorar!