jueves, 15 de julio de 2010

Columna transversal: Los ticos empiezan a sentir miedo

Los ticos empiezan a sentir miedo. No el miedo concreto como lo sentimos en El Salvador que en cualquier momento algo terrible nos puede pasar. Los ticos empiezan a tener miedo de que se termine su privilegio de vivir sin miedo.

Y tienen razón. Aunque Costa Rica, en comparación con las cifras de homicidios, secuestros y extorsiones en Honduras, Guatemala y El Salvador, parece un paraíso, la violencia va en aumento. Cuantitativa y cualitativamente. Las estadísticas del horror que vivimos nosotros no pueden ser parámetro para otros países. Nosotros ya rompimos todos los estándares, sobrepasamos todos los límites.

Costa Rica tiene toda la razón de discutir --ahora y con urgencia-- los mismos temas y las mismas medidas que nosotros estamos discutiendo 10 años tarde: control de armas, leyes anti-mafia, revisión de las leyes para delincuentes menores, previsión y represión, etc. Viendo lo que pasa a sus vecinos en el triángulo norte de Centroamérica, sería una falacia que los costarricenses no trataran de actuar a tiempo, antes de que el crimen sobrepase las posibilidades del Estado a responder.

A veces hay que salir y hablar con los vecinos para entender bien su propia situación. Escuchando cómo la gente en Costa Rica se preocupa porque en un fin de semana ha habido 3 homicidios, uno toma conciencia de lo absurdo que estamos viviendo en El Salvador, donde nos alegramos cuando hay un día con menos de 10 homicidios. En Costa Rica sonaron las campanas de alarma, cuando el número de homicidios hizo un salto de 369 a 512. Pero al año, no al mes... Nosotros tuvimos 404 homicidios en enero de este año.

Pero este aumento de 37% en un año convirtió el tema de la violencia en el número uno de las preocupaciones de los ciudadanos de Costa Rica. Y están viendo con intensa atención hacia El Salvador. Platicando con amigos o extraños en Costa Rica, un salvadoreño inmediatamente confronta interrogantes sobre: la violencia, las pandillas, las extorsiones, la ineficiencia de la policía, el despliegue del ejército...

Los países son representados por sus grandes marcas. Estados Unidos por Coca Cola y Microsoft; Alemania por BMW y Bayer; España por Real Madrid y Telefónica; Costa Rica por Dos Pinos; México por José Cuervo y los Zetas... y El Salvador por MS y 18, sus marcas de exportación. Nadie en Costa Rica nos dice: "Ahh, usted es de El Salvador, la tierra de Adoc e Hilasal..." Todos dicen: "Ahh, ¡Mara Salvatrucha!"

Que Costa Rica no tiene intención y entusiasmo para integrarse con sus vecinos centroamericanos, es evidente cuando uno traspasa la frontera entre Nicaragua y Costa Rica. Pasar esta frontera en carro es una aventura kafkiana. En sus fronteras y en casi todas sus políticas se manifiesta que los ticos tienen miedo de contagiarse de la pobreza de Nicaragua y de la violencia de El Salvador, Honduras y Guatemala. No quieren integración ni con un presidente de opereta como Daniel Ortega, ni con los conflictos internos de Honduras, ni mucho menos con la Mara Salvatrucha y el Estado fallido de Guatemala.

Es entendible. Pero no es correcto. Así como nosotros tenemos que asumir que la violencia es hecha en casa, made in El Salvador, y no importada de Los Angeles, ni del México de la guerra del narcotráfico, también los ticos estarían equivocados si piensan que el reciente aumento del crimen en su país proviene de sus vecinos violentos en el triángulo norte de Centroamérica.

Cada país tiene su propio caldo de cultivo para su propia violencia. Todos los países del área padecen de la misma enfermedad, pero con síntomas y orígenes diferentes. Hace falta, en cada país y a nivel regional y comparativo, desplegar recursos humanos y económicos para investigar esta enfermedad y proponer soluciones. Es incomprensible que, siendo la violencia el principal problema de la región, ningún país haya puesto a sus mejores investigadores sociales, sicológicos, económicos, jurídicos y criminológicos a analizar las causas y las curas de esta enfermedad.

(El Diario de Hoy)

lunes, 12 de julio de 2010

'Aló', presidente

El socialismo "a lo venezolano" de Hugo Chávez es un claro ejemplo de los regímenes populistas sudamericanos que se inician con el peronismo argentino. El historiador Carlos Malamud estudia este fenómeno en un libro del que publicamos un extracto.

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Dijo el presidente venezolano Hugo Chávez que "la causa esencial de la Revolución Bolivariana es buscar más y mejor nivel de vida para todos, en la lucha por instalar en Venezuela un nuevo sistema social, económico, político: el socialismo criollo, a lo venezolano". La llegada de Chávez al poder en 1999, producto de la implosión del sistema de partidos políticos en su país, impulsó grandes expectativas de cambio. Si bien Chávez se ha mostrado muy eficaz en el desmantelamiento del orden anterior, evidencia serias dificultades para construir un modelo alternativo. Desde el comienzo de su gestión, se propuso llevar adelante una estrategia que le permitiría mantenerse durante largo tiempo al frente del Gobierno, para lo cual era necesario dar la vuelta total y profundamente al sistema político imperante, y para ello impulsó de forma acelerada una profunda reforma constitucional (...).

Hugo Chávez ganó sus primeras elecciones con un amplio apoyo social, que incluía sectores importantes de la Iglesia, medios de comunicación, clases medias, sindicatos de trabajadores y gremios empresariales, Fuerzas Armadas y, por supuesto, de las clases populares. Una vez instalado en el poder y tras impulsar su reforma constitucional, la crispación y la división social se convirtieron en una herramienta de movilización de sus fieles y de quienes se vieron reflejados en la "revolución bolivariana". Sin embargo, la magnitud y el calado de las transformaciones y reformas producidas han llevado a numerosos analistas a cuestionarse la profundidad y la naturaleza de la revolución. Así, cabe preguntarse si efectivamente estamos frente a un verdadero movimiento revolucionario o frente a una reedición del clásico estatismo latinoamericano o del populismo de mediados del siglo XX, de contenidos nacionalistas y antiimperialistas (antinorteamericano), que tuvo en el peronismo su manifestación más clásica y acabada.

Es indudable que el significado profundo del chavismo, tanto dentro como fuera de las fronteras venezolanas, habría sido muy diferente de no haber mediado dos hechos decisivos. Primero, la confluencia y sintonía personal, política e ideológica entre los comandantes Hugo Chávez y Fidel Castro, y segundo, la importante escalada en los precios del petróleo hasta 2008, que han permitido al régimen contar con los recursos necesarios para impulsar y financiar sus proyectos tanto dentro como fuera del país.

Si por revolución entendemos una transformación acelerada y profunda de las estructuras políticas, económicas, sociales y culturales, es evidente que en Venezuela no se ha producido ninguna, más allá de lo que señala la propaganda oficial. Repasando las estadísticas de distribución de la sociedad venezolana a fines de la década de 1990 y en la actualidad, se observa que no se han producido transformaciones sociales dramáticas entre ambas fechas, más allá de ajustes normales, consecuencia de procesos de ascenso y descenso social. En abril de 2008, el Gobierno venezolano lanzó una nueva misión, la "13 de abril", en recuerdo de la fecha en la que Chávez recuperó el poder en 2002, cuyo principal objetivo era luchar contra la pobreza y el atraso, y profundizar en la construcción del socialismo del siglo XXI. Si tras casi nueve años de gobierno sigue siendo necesario movilizar importantes recursos del Estado para combatir la pobreza y el atraso, resulta complicado evaluar el cumplimiento de los principales objetivos de la "revolución bolivariana".

(...) A diferencia de Cuba, donde la revolución barrió literalmente el sistema político, económico y social preexistente, e introdujo una nueva legitimidad basada en el liderazgo indiscutido de Fidel Castro, lo que ocurre en Venezuela es totalmente diferente. Hugo Chávez llegó al poder mediante unas elecciones que ganó clara y limpiamente, por lo que su incuestionable legitimidad de origen hay que verla en el sistema democrático del país y en las elecciones, a las que recurre una y otra vez en búsqueda de legitimidad.

Como la legitimidad de origen de Chávez depende de las urnas, y no de una revolución, a diferencia de la cubana, la redacción de la nueva Constitución venezolana fue producto de una singular interpretación legal que permitió eludir los mecanismos constitucionales de reforma previamente establecidos. (...) Si bien se quiso dotar a la nueva Constitución de un significado revolucionario, introduciendo dos poderes más (el ciudadano y el electoral) junto a los tres clásicos (ejecutivo, legislativo y judicial) y algunos mecanismos para reforzar la participación popular y la democracia participativa, el producto resultante fue un híbrido incapaz de acabar con los mecanismos formales de la democracia o conducir al país a un sistema económico más estatista o colectivista.

Las características de la última y fracasada reforma constitucional muestran las limitaciones del Gobierno bolivariano y su necesidad de someterse al Parlamento y a la legalidad, por más que tenga una Constitución redactada a imagen y semejanza de Chávez y que de momento no exista ninguna oposición parlamentaria. La aplastante mayoría del oficialismo en la Asamblea Nacional se debe al suicidio político de la oposición, que se abstuvo de participar en las elecciones parlamentarias de 2005. Estas limitaciones explican la sanción de "leyes habilitantes" para aprobar leyes sin la intervención del Congreso, aunque, al igual que en 2007, tuviera una amplia mayoría parlamentaria. De otro modo, su legitimidad de ejercicio habría sido invalidada. (...)

La nueva Constitución decretaba el inicio de la Quinta República, ya "bolivariana". Pese al cambio de nombre, el país seguía siendo "un Estado federal democrático social de derecho y justicia", lo que permite insistir en el carácter no revolucionario del régimen, si bien se cambió el sistema de gobierno de representativo a participativo, y la Constitución reconoció nuevos derechos políticos, económicos, sociales, familiares, educativos, laborales y de la salud. La reforma reforzó el poder del presidente, al que permitía una única reelección inmediata; amplió su mandato de cinco a seis años, eliminó el Senado y convirtió al Parlamento en unicameral (la Asamblea Nacional); además, introdujo el referéndum revocatorio para los cargos de elección popular y reforzó determinados mecanismos para garantizar la participación directa de los sectores populares en la vida pública.

Pese a la profundidad de algunas reformas constitucionales, no se produjeron cambios importantes en el sistema político, las estructuras sociales o las instituciones económicas. La democracia electoral, el capitalismo y el Estado de derecho, con mayor presencia del Estado, continuaron siendo el esqueleto legal y jurídico del país, que seguía girando en torno al petróleo. Por más que Venezuela se redefiniera oficialmente como bolivariana, mantenía sus atributos tradicionales, especialmente notables en el clientelismo y el nepotismo. (...)

La conquista del aparato del Estado fue una de las prioridades de Chávez tras su primera victoria electoral. Militantes del MVR y Patria para Todos (PTT) y militares del MBR200, y otros grupos e independientes aliados coparon los principales puestos de la Administración, mientras comenzaba la limpieza de los cuadros de los partidos tradicionales de la función pública. (...) Pronto quedaron claras las líneas maestras del Gobierno: mejora de la situación de los sectores más desfavorecidos (cancelación de la "deuda histórica"); proyectos cívico-militares en línea con lo definido por Ceresole, como el Plan Bolívar 2000; acercamiento a Cuba y alejamiento de Estados Unidos, y mayor protagonismo en la OPEP para mantener altos los precios del crudo. El Gobierno insistía en las diferencias sociales y el antinorteamericanismo para movilizar a los sectores más afectos. Por un lado, acentuaba las diferencias entre la oligarquía y los desheredados. Por el otro, apelaba a los sentimientos nacionalistas remarcando las diferencias con George W. Bush y la "guerra asimétrica" contra Estados Unidos. Su introducción le permitió justificar el programa de compra de armas, difícil de presentar de no mediar una posible invasión norteamericana, e incidir en la movilización popular a partir del programa de reservistas, lanzado en 2005. En palabras de Chávez, se trataba de movilizar a dos millones de hombres y mujeres en defensa de la patria. (...)

Chávez llegó al poder gracias al desplome del sistema político venezolano y la práctica desaparición de los dos grandes partidos, AD y COPEI. Esta situación facilitó su triunfo y creó las condiciones para mantenerse en el poder. La oposición quedó desarmada frente a un presidente atípico, con un discurso inusual, que apelaba a la relación directa con la gente (su programa televisivo Aló, presidente es un claro ejemplo). Por si esto fuera poco, la agenda social, que le daba acceso a los sectores populares, fue abandonada por una oposición que no supo encontrar un camino, un discurso, una organización y unos líderes que estuvieran a la altura de las circunstancias y supieran llegar a la gente. Es más, algunos de los logros gubernamentales fueron descalificados por la oposición al incluirlos, sin matices, dentro de la estrategia marxista, comunista o castrista del Gobierno. Mientras la oposición siga planteando la vuelta a lo anterior, en vez de presentar propuestas alternativas de cambio, sus opciones seguirán siendo mínimas.

La crispación política inicial sumió en el desconcierto a la oposición, que no sabía si enfrentar a Chávez con métodos democráticos o con mecanismos violentos y golpistas. Algunos incitaban al magnicidio, por un camino que condujo al intento del golpe de 2002 y al paro petrolero. El desconcierto se mantuvo tras el referéndum revocatorio, y por eso se insistió en las denuncias de fraude electoral y manipulación. Es verdad que la Lista Tascón, el listado de firmantes que solicitaban el referéndum, sirvió para perseguir y depurar a funcionarios opositores y para cancelar contratos públicos con empresarios desafectos al régimen, pero el apoyo al régimen era innegable. En lugar de reivindicar como un triunfo las numerosas firmas conseguidas y el 41% de los votos y prepararse para participar en condiciones en las elecciones presidenciales de 2006, la oposición volvió a inclinarse erróneamente por la denuncia y la confrontación. (...)

La derrota en 2007 de la reforma constitucional, vinculada para algunos con el fracaso de las misiones, fue un golpe para el proyecto político de Chávez. La nueva Constitución debía permitir la reelección indefinida del presidente, pero no de los otros cargos electivos, lo que provocó un gran malestar entre los cuadros y dirigentes chavistas, especialmente en los Estados del interior. A la vez, la reforma buscaba consolidar el proyecto socialista. El articulado propuesto avanzaba más en la senda de reforzar la participación estatal en la economía que en crear instituciones de producción colectiva (cooperativas) o nuevas formas de propiedad distintas de la privada. Un argumento central de la oposición fue denunciar la introducción de nuevas formas de propiedad, que creó inquietud y temor en vastos grupos de la población, a la vez que aumentó el clamor sobre el contenido comunista o marxista de la revolución. (...)

(...) La mayor limitación del sistema bolivariano proviene de su dependencia del sistema electoral, que también presenta en las instituciones, la justicia e, incluso, en la propia Constitución que reformó para hacer viable su Gobierno otras claves de por qué la "revolución" no es tal. Las transformaciones del sistema político y económico y las nuevas instituciones impulsadas por estos cambios solo han permitido el ilimitado incremento de la participación del Estado en todos los ámbitos de lo cotidiano y el reforzamiento del poder personal del presidente. Esto no quiere decir que muchos de los dirigentes del PSUV y de los seguidores del proceso no sean marxistas, castristas o comunistas, o no quieran hacer una verdadera revolución socialista, inclusive mediante la lucha armada, pero no son estos, de momento, los hilos conductores del proceso político que está teniendo lugar en Venezuela.

La falta de una verdadera revolución y la dependencia electoral de la legitimidad del régimen bolivariano han impedido a Chávez profundizar en el proceso que él mismo encarna con tanta claridad. La prueba más palpable ha sido la derrota en el referéndum para la reforma constitucional de diciembre de 2007, la primera derrota del proceso en las urnas, una derrota que no ha tenido consecuencias mayores dada la gran debilidad de la oposición. Sin embargo, como se ha señalado previamente, es el carácter no revolucionario sino estatista lo que define el día a día del proyecto estratégico del comandante Chávez, que bajo el adjetivo "bolivariano" implica literalmente más nacionalismo y más retórica antinorteamericana.

(El País/Madrid. El autor es historiador)

¿Quién 'perdió' a Turquía?

El no de Turquía del mes pasado (al que se sumó Brasil) a las nuevas sanciones contra Irán aprobadas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas muestra su grado de distanciamiento de Occidente. ¿Estamos siendo testigos de la llamada política exterior neo-otomana del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) en el gobierno, que supuestamente pretende regresar a las raíces orientales islámicas del país? Pienso que estos temores son exagerados. Si las cosas funcionaran así, ello se debería más a una profecía de Occidente que se cumple a sí misma que a las políticas turcas.

De hecho, la política exterior turca, que tiene como objetivo resolver los conflictos existentes con y dentro de los Estados vecinos, de ningún modo entra en conflicto con los intereses occidentales. Todo lo contrario. Pero Occidente (y Europa en particular) tendría que tratar a Turquía como un socio serio, y dejar de verla como un Estado vasallo.

Turquía es y debe ser un miembro del G-20 porque con su población joven, que crece rápidamente, se convertirá en un Estado económicamente muy fuerte en el siglo XXI.

Cuando el secretario de Defensa de EE UU, Robert Gates, criticó a los europeos por haber contribuido con su conducta hacia Turquía a este distanciamiento, su franqueza causó gran agitación en París y Berlín. Sin embargo, Gates dio en el clavo. Desde que cambiaron los gobiernos, de Jacques Chirac a Nicolas Sarkozy en Francia y de Gerhard Schroder a Angela Merkel en Alemania, la UE ha decepcionado a Turquía.

En el caso de Chipre, la UE ni siquiera se abstuvo de romper compromisos previos asumidos con Turquía o de cambiar unilateralmente reglas acordadas en común. Además, si bien los europeos han cumplido formalmente su decisión de iniciar negociaciones de adhesión con Turquía, han hecho poco para que avancen. Apenas ahora, la UE está dispuesta a abrir un nuevo capítulo en las negociaciones (lo que demuestra que el motivo del estancamiento era de naturaleza política).

Sobra decir que Turquía está situada en una ubicación geopolítica muy sensible, particularmente en lo que se refiere a la seguridad de Europa. El Mediterráneo oriental, el Egeo, los Balcanes occidentales, la región del Caspio y el Cáucaso meridional, Asia central y Oriente Próximo son regiones en las que Occidente no logrará nada, o logrará muy poco, sin el apoyo de Turquía.

Esto se aplica no solo a la política de seguridad, sino también a la energética, si se trata de buscar alternativas a la creciente dependencia de Europa de los suministros rusos.

Occidente, y Europa en particular, no puede darse el lujo de ofender a Turquía. La seguridad de Europa en el siglo XXI se determinará en gran medida en el sureste del continente, exactamente donde Turquía resulta crucial. Pero en lugar de vincular a Turquía lo más estrechamente posible a Europa y Occidente, la política europea está empujándola hacia Rusia e Irán.

Este tipo de política es absurda y miope. Durante siglos, Rusia, Irán y Turquía han sido rivales regionales, nunca aliados. No obstante, la ceguera política de Europa parece ignorar ese hecho.

Por supuesto, también Turquía es muy dependiente de la integración con Occidente. Si no lo logra, ello debilitaría drásticamente su propia posición frente a sus socios (y rivales) regionales potenciales a pesar de su ubicación geopolítica ideal. La negativa de Turquía a imponer nuevas sanciones contra Irán seguramente resultará ser un error importante, a menos que el primer ministro Recep Tayyip Erdogan logre un cambio real en la política nuclear iraní. Ello es muy improbable.

Además, puesto que la confrontación entre Israel y Turquía ha fortalecido a las fuerzas radicales en Oriente Próximo, ¿qué espera la diplomacia europea (tanto en Bruselas como en las capitales nacionales)? Ni Occidente ni los propios Israel y Turquía pueden permitirse de ninguna manera una ruptura permanente entre los dos Estados, a menos que el resultado deseado sea que la región siga su camino hacia una desestabilización duradera. Ya es tiempo de que Europa actúe.

Lo que es aún peor es que, si bien la apatía de Europa resalta más en el caso de Turquía y Oriente Próximo, esta triste situación no se limita a esa región. Lo mismo sucede en el Cáucaso meridional y en Asia central, donde Europa, con la aprobación de los pequeños países proveedores de la zona, debería perseguir firmemente sus intereses energéticos y reafirmarse frente a Rusia, y también frente a Ucrania, donde la participación europea debería ser más activa. La crisis económica global ha puesto en marcha muchos acontecimientos nuevos en toda esa región, y un nuevo actor, China (que planifica a largo plazo), ha entrado en la escena geopolítica.

Europa corre el riesgo de que se le acabe el tiempo, incluso en su propio vecindario, porque en todos esos países no hay una política exterior europea activa ni un compromiso firme de la Unión Europea. Como dijo Mijaíl Gorbachov, ese gran estadista ruso de las últimas décadas del siglo XX: "La vida encuentra la forma de castigar a los que llegan demasiado tarde".

(El País/Madrid)

Carta a José Luis Figueroa, nuevo embajador salvadoreño en Nicaragua

Estimado embajador:

¡Felicidades! Te nombraron embajador, porque fuiste un fracaso como secretario de comunicaciones de Cancillería. Y porque no hubo otra forma de deshacerte de vos. Demasiado bien conectado en los círculos internos del Partido Comunista.

¿No te da pena, hombre? Mire cómo explican tu nombramiento en la pagina Web oficial del ministerio: “Cuenta con estudios en Ciencias Políticas en Moscú y La Habana. ‘El embajador Figueroa residió por algunos años en Nicaragua por lo que cuenta con un conocimiento preciso de la realidad de dicho país’, manifestó el canciller Martínez.”

“Estudios en Ciencias Políticas en Moscú y La Habana” - ¿esto es la calificación para que uno llega a ser embajador en el gobierno de la meritocracia? No me jodan. ‘Ciencias Políticas’ es una materia basada en análisis, razonamiento, filosofía y ética – a menos que uno lo haya estudiado en la Unión Soviética o en Cuba. Ahí es doctrina y el arte de la dominación...

Que a tu jefe, el canciller, no se le ocurra otra explicación para tu nombramiento que decir “residió por algunos años en Nicaragua”, es suficiente humillante para no aceptar el cargo. Si es así, no sé cómo han escogido al embajador en Washington entre dos millones de compatriotas calificados que “cuentan con un conocimiento preciso de la realidad de dicho país”.

Luego de tu nefasto rol como jefe de comunicaciones en Cancillería; luego de todos los atropellos contra tus colegas y súbditos, los profesionales de comunicación de Cancillería; luego de crear un clima de desconfianza y terror entre los empleados del ministerio... ¡te nombran embajador! Para deshacerse de un dolor de cabeza, están cultivando úlcera.

Salúdame a los chochos, a Daniel y la Chayo, Paolo Lüers

(Más!)

Carta a los miembros del COENA que andan hablando con Will Salgado

Estimados amigos:

andan diciendo que hay están conspirando para que Will Salgado y sus compinches entren a ARENA. Espero que sea un mal chiste.

En caso que sea cierto y de repente el caudillo de San Miguel y los otros desertores del PDC aparezcan con las camisetas tricolores, ya no daría ni cinco por la renovación y la recuperación de ARENA. Sería suicidio político.

Ustedes acaban de liberarse del cáncer con la expulsión de Toni Saca y la salida de los diputados que hoy forman GANA. Ya están saliendo de cuidados intensivos, ya están en recuperación.

Dejar entrar a Salgado les atraería la inmediata recaída. Vuelve el cáncer, y esta vez será mortal.

Yo entiendo la lógica: Hay que evitar que todos estos votos en la Asamblea le quedan al FMLN o a Mauricio Funes, o ambos. Con la alianza que tienen con Saca y Gana, y si además compran a los cinco “independientes” que ahora están en el marcado, ya solo les falta comprar dos diputados más para llegar a mayoría calificada.

Pero este problema no se puede resolver entrando al mercado de voluntades tratando de comprar o recomprar diputados y caudillos corruptos. Se resuelve aniquilando a los corruptos en las elecciones legislativas. Esta es la solución. No hay otra.

No jueguen con basura, se van a ensuciar.

Saludos de Paolo Lüers

(Más!)


Carta al diputado y coronel Almendáriz del PCN

Estimado diputado:

entiendo que usted presentó a la Asamblea el fantástico plan operativo contra da delincuencia, que consiste en la lectura obligatoria, en todas las escuelas públicas y privadas del país, de la Biblia. Por siete minutos. No seis, no ocho. El Estado, mediante la honorable Asamblea Legislativa, ha decidido: Siete minutos palabra de Dios es la dosis diaria que necesita un alumno para inmunizarse contra las tentaciones criminales.

Le felicito. Es usted el primer militar que logra convertir en arma la Biblia. Lástima que a usted no se le ocurrió esta cosa durante la guerra, cuando estaba de alta como coronel. Con este arma poderoso, el ejército no hubiera tenido que recurrir a tanta masacre para combatir a los guerrilleros. Hubiera ganado la batalla por la mentes de la población civil, en vez de perderla matando niños en El Mozote o río Sumpul...

Discúlpeme, coronel, tanto sarcasmo. Pero no le creo ni una palabra de su discurso sobre la Biblia. No es más que demagógica barata. ¿Cómo va a pensar que los alumnos, mediante la lectura obligada de la Biblia, van a desistir a meterse en pandillas?

Cambien la legislación obsoleta que no permite sacar a los profesores incapaces. Cambien la legislación absurda que no permite sacar de las escuelas a alumnos con antecedentes criminales. Cambien las legislaciones que no permiten decretar el estado de emergencia en las escuelas en zonas de conflicto y dotarlas de presupuesto especial, de los mejores profesores, de seguridad y de las mejores instalaciones.

¡Pero no me vengan con 7 minutos diarios de lectura obligada de la Biblia! Si quieren hacer a los alumnos inmunes a los valores cristianos, oblíguenlos a escuchar la Biblia todas las mañanas. Pero si quieren aplicar valores cristianos, ¡pónganlas en práctica!

Paolo Lüers

(Más!)

Un mensaje de "Un Techo para mi País"

En muchos films representan con mucha creatividad algunos actos inconsecuentes e incoherentes de funcionarios públicos. Algunas veces queda un sabor cómico por su semejanza con la realidad salvadoreña.

También en las películas de terror cuando la última escena es muy tensa y aparecen sorpresivamente los créditos, decimos “uff! Solo era una película” y damos un respiro.

Hace dos semanas seres humanos incendiaron un bus con personas adentro, mientras cuadras adelante otros asesinaban a pasajeros con armas de fuego. Esto no es una película de terror ni Hollywood, y lejos de darnos un respiro, duele en lo más profundo del alma saber que hay salvadoreños que actúan con tal salvajismo contra personas inocentes que nada tienen que ver con sus propósitos o intereses.

Frente a ese hecho reaccionó nuestra estructura política proponiendo nuevas medidas para combatir la violencia: La Ley Antimaras – que fracasó años atrás y fue declarada inconstitucional-, La Pena de Muerte – más violencia-, la lectura obligatoria de la biblia por 7 minutos diariamente en las escuelas públicas –medida que no contempla la complejidad de Las Escrituras y que para interpretarlas se necesita más que 7 minutos y un docente-.

¿Qué dice “el techo” respecto a todo esto? ¿Estaremos diciendo algo más cuando aparecemos 30 segundos en TV pidiendo la donación a la sociedad? ¿Estaremos tratando de enviar un mensaje cuando miles de voluntarios se organizan y salen a las calles con alcancías invitando a donar a los automovilistas y peatones? ¿Qué más estaremos haciendo cuando nos vamos de nuestras casas por 5 días a construir cientos de viviendas de emergencia en asentamientos precarios?

Es difícil decirlo todo en 30 segundos en TV, o mientras pedimos con alcancías en las calles.

Con el trabajo de miles de jóvenes voluntarios en los asentamientos le gritamos al país entero que si existe una juventud consciente de la realidad que pone al servicio de los más pobres toda su energía, todo su conocimiento, su tiempo y sus capacidades. Demostrando así que no estamos dispuestos a aceptar esta realidad de injusticia y violencia y que exigimos acciones urgentes que ataquen las causas que promueven estas condiciones en el país.

En 30 segundos es difícil demostrar lo transformador que es para los voluntarios universitarios el trabajo junto con los pobladores de las comunidades y el grado de responsabilidad y conciencia que este encuentro genera en los jóvenes al asumir que su educación superior es un privilegio.

Debemos seguir rompiendo las barreras que hay entre las universidades y los asentamientos a través del trabajo directo de estudiantes con pobladores, debemos sumar a más sectores sociales en este proyecto país conquistando de una vez por todas los espacios que los jóvenes merecemos para participar, proponer y ser escuchados. Así, El Salvador será -en el mediano plazo- lo que los jóvenes de ahora queramos que sea.