sábado, 27 de febrero de 2010

Carta a TIGO

Estimados señores:

Como miles de consumidores, me convertí en cliente de TIGO, no por decisión propia, sino porque ustedes se comieron AMNET, mi proveedor de televisión de cable.

De repente soy cliente de TIGO. Y lo primero que recibo de ustedes es un golpe bajo. Me quitaron a varios de los canales que a diario veo para informarme.

Cuando firmé el servicio de cable de AMNET, contraté la recepción de canales como Deutsche Welle, Globovisión, Antena 3, RAI, ABC, CBS, NBC y otros, que ustedes ahora suspenden del paquete básico. Sin previa consulta con sus clientes.

En vez de esto, nos ponen más canales de programas chatarra...

Buena parte de los canales informativos internacionales suspendidos por TIGO son de choto. No le cuesta nada a TIGO transmitirlos – y ahora nos quieren cobrarlos extra, pasándolos del paquete básico al paquete premium que cuesta más. En el lenguaje aguado de hoy, que siempre trata de ser políticamente correcto, esto se llama ‘abuso al consumidor’.

En el lenguaje de Más!, esto se llama robo. Punto.

Así que, queridos estrategas de mercadeo de TIGO, invéntense algo. Hay miles de suscriptores que quieren ver los canales informativos. Son los mismos que no se dejan mangonear tan fácil.

Saludos, Paolo Lüers

(Más!)

viernes, 26 de febrero de 2010

Zapata, el irreductible

La Esquina Caliente le dicen los habaneros a un recodo del Parque Central donde suelen tener lugar acaloradas discusiones sobre béisbol. Algunos lo consideran el único espacio de discusión democrática que sobrevive en la isla, siempre y cuando los ardientes polemistas no se salgan del tema deportivo.

Ese fue el lugar que escogió Orlando Zapata Tamayo, miembro del Movimiento Alternativo Republicano (un pequeño grupo disidente, fundado en 2002, de orientación claramente pacífica) para quejarse públicamente de "lo mala que estaba la cosa". Ese mismo día, 6 de diciembre de 2002, dos agentes de la policía política lo detuvieron, y algunas horas después le impusieron cargos de desacato, desorden público y desobediencia. Estuvo recluido varios meses en la prisión de máxima seguridad de Guanajay, en las afueras de La Habana, de donde salió en libertad condicional el 7 de marzo del 2003.

Ni siquiera sus compañeros de la disidencia se explican cómo este modesto albañil y plomero de raza negra sacó valor para participar ese mismo mes en un ayuno opositor. Ya encausado, Zapata hubiera podido rehuir su asistencia. Pero actuó por convicción, y la llamada Primavera Negra se cobró así una nueva víctima.

Zapata fue enjuiciado junto a otros opositores el 18 de mayo de 2004 y condenado a tres años de prisión. Empezó entonces un largo calvario, una historia que podría leerse como un filme trepidante (subgénero "prisión") si no fuera porque Hollywood prefiere las historias con final feliz.

Atendamos, primero, al protagonista, nacido el 15 de mayo de 1967, año oficialmente bautizado como "del Vietnam Heroico", en Banes, un poblado del oriente de la isla donde ahora mismo lo están enterrando. Una madre, Reina, de escasa instrucción, un padre ausente, un padrastro que asumió su crianza... son algunos datos de la atmósfera semi-marginal que rodeó una infancia difícil. Como albañil, Zapata Tamayo se instaló en La Habana, y allí sufrió la marginación del emigrado sin permiso que deja las provincias orientales para tratar de sobrevivir en la capital. Tal vez todo eso tuvo algo que ver en su decisión de convertirse en opositor, en un país donde los disidentes son unos apestados sociales.

De Zapata Tamayo hay apenas dos fotos: una en blanco y negro, formato carnet, y otra, colectiva, del ayuno que le costó su ingreso en prisión, donde ni siquiera aparece mirando a la cámara. Su calvario en las prisiones está, sin embargo, muy bien documentado. Lo primero que llama la atención es la cantidad de prisiones por las que pasó en apenas 7 años. Esto se "explica" (y el eufemismo aquí raya lo indigno) con el argumento de que Zapata era un preso "problemático". Aunque todos sus compañeros de la disidencia coinciden en que se trataba de alguien amable, risueño y de pocas palabras, en la cárcel Zapata mostró un valor inusual y enseñó sistemáticamente un perfil indócil, animado por la convicción de esos obcecados que nunca han permitido que las autoridades "le metan el pie" o los "bajeen". Comportamiento muy semejante al de aquellos comunistas de la abortada Revolución del 30 contra Machado, o los miembros del Directorio Revolucionario en La Habana de los 50.

Los tres años de prisión con que Zapata Tamayo salió de la Primavera Negra parecían poca cosa comparado con las penas de sus compañeros. Pero la pasión política y una vocación que algunos definen como "estoica" desembocaron en actos posteriores de protesta carcelaria que elevaron su pena hasta 36 años.

Cumplió condena, primero, en la penitenciaría de Guanajay. En abril del 2004 peleó con el director del penal al reclamar la devolución de unas revistas incautadas durante una requisa. Los guardias lo esposaron y le propinaron una golpiza que le causó múltiples heridas en el rostro.

Poco después, delante de su madre, el director del penal, el coronel del MININT Wilfredo Velázquez Domínguez, volvió a golpear al preso, que fue recluido en la celda de castigo conocida como La Torre.

El 15 de enero del 2005 fue trasladado a la prisión Taco-Taco, en la provincia de Pinar del Río, donde declaró su primera huelga de hambre. Por esa fecha, un diputado francés, Thierry Mariani, que había sido nombrado "padrino" del preso cubano a través de mecanismos internacionales de solidaridad, se dirigió a Jacques Chirac, presidente de la República Francesa, y a René Mujica, encargado de negocios de la embajada de Cuba en París, para expresar su preocupación por el estado de salud de Zapata. Fue el primero de una larga serie de comunicados públicos sobre este caso espeluznante. Ninguno ha servido de nada.

Desde 2005, Zapata comenzó a comportarse como un "plantado", uno de esos presos que se niegan a vestirse como el resto de los convictos comunes y exigen ser tratados como prisioneros políticos. Ello le costó el segundo de los siete juicios a los que fue sometido. En ninguno se permitió la presencia de familiares durante las vistas orales ni hubo derecho a una defensa real.

Una descripción prolija de las humillaciones y los horrores del "sistema reeducativo" que ha terminado cobrándose esta vida disidente sería poco menos que interminable. Pero no quiero escatimar los nombres de varios miserables -y eso que se trata de una historia llena de miserables-.

Todas las veces que Zapata fue trasladado de prisión las autoridades ni siquiera se tomaron el trabajo de avisar a su madre. Ella se enteraba al llegar, luego de trasladarse con dificultad hasta las cárceles y llevar a su hijo bolsas de comida que en más de una ocasión le fueron confiscadas. Galletas, leche en polvo, cosas de ésas... En julio del 2007, cuando regresaba a Holguín después de la visita en Camaguey, Reina sufrió un accidente de carretera. Dos costillas le dañaron un pulmón, y tuvo que ser operada de urgencia.

Ya en Holguín, Zapata Tamayo fue la víctima preferida de una especie de ralea humana, presos-sicarios que a cambio de visitas, pabellones y rebaja de condena le hacen el trabajo sucio a los carceleros y se dedican a golpear e intimidar a los presos políticos. La golpiza más importante que sufrió tuvo lugar el 21 de marzo de 2008. Poco después, el 26 de julio de 2008, dos reos comunes, uno de Mayarí, y otro llamado Roberto González, alias El Potrico, le tiraron 10 cubos de agua en la celda y le pegaron con un palo de escoba. Como pago por el atropello los militares beneficiaron a El Potrico con un pabellón matrimonial de 72 horas.

Su último año de vida fue el peor. El viernes 15 de mayo del 2009, acusado de "desacato y desórdenes en establecimientos penitenciarios", le agregaron 10 años a la pena.

En octubre de 2009 los militares de la prisión provincial de Holguín le dieron una fuerte patada en la cabeza. Ese golpe acabó provocándole un hematoma interno que hubo que operar.

El 3 de diciembre de 2009 Zapata comenzó una nueva huelga de hambre en la prisión Kilo 8 de Camagüey, reclamando "los mismos privilegios que Fulgencio Batista le dio a Fidel Castro cuando estuvo preso en el presidio Modelo". Encerrado en solitario, las autoridades lo privaron de agua durante 18 días, lo que le ocasionó un fallo renal.

A mediados de febrero, mientras agonizaba tras más de setenta días de huelga de hambre, fue trasladado al hospital de la Prisión Combinado del Este en La Habana, donde no había las condiciones para un trato adecuado.

Zapata Tamayo falleció el 23 de febrero, poco después de las 15 horas, en el hospital Hermanos Ameijeiras, donde había sido ingresado la noche anterior, cuando su defunción era inminente.

Fue llevado a morir y, ni siquiera en esa circunstancia, la policía política se privó del escarnio. Según la madre, un oficial de la policía política bromeó: "Les tengo una noticia buena y una mala: la buena es que está en el hospital Ameijeiras; la mala es que se está muriendo".

Zapata no fue un invicto. Su historia no es la del libertario que consigue ver cumplidos sus ideales. Pero ese hombre que ahora están enterrando en medio de un aguacero en el cementerio de La Guira, representa algo superior en una escala moral que se acerca demasiado al martirologio. Un irreductible.

(El País/Madrid. Ernesto Hernández Busto, exilado cubano, es ensayista y premio Casa de América 2004 por Perfiles derechos. Fisonomías del escritor reaccionario. Desde 2006 edita el blog de asuntos cubanos penultimosdias.com)

¿Quién mató a Orlando Zapata?

El cuerpo enflaquece, la mente se va y los miembros inferiores comienzan a hincharse. Una huelga de hambre hace que la existencia se escape poco a poco, hasta que se desdibuja el rostro de la madre sentada frente a la cama y pierde fuerza el rayo de luz que entra por la ventana. Durante 86 días Orlando Zapata Tamayo transitó del desconsuelo a la muerte. Se fue apagando, con una voluntad que ha dejado consternados a los amigos y molestos a sus opresores. Acostumbrados a disponer de su cuerpo y del herrumbroso cerrojo de su calabozo, los carceleros sienten ahora que este hombre de 42 años se les ha ido por la única salida que ellos no pueden controlar: la muerte.

Juzgado a la velocidad del vértigo en marzo de 2003, Zapata Tamayo fue víctima de aquel escarmiento -conocido como la Primavera Negra- que el gobierno cubano quiso darle a la oposición. Era fundador del partido Alternativa Republicana y activista frecuente a la hora de demandar la liberación de sus compañeros de causa. Después de su llegada a prisión lo condenaron en nueve juicios sumarios a penas que llegaron hasta los 56 años. Un gesto "magnánimo" los redujo a 25 largos veranos tras las rejas. Todo esto fue dictaminado en tribunales que parecían obedecer más a códigos militares que civiles. Después llegó la soledad de una celda tapiada, los malos tratos, las palizas y con ello terminó la ilusión de que un preso no condenado a muerte tiene derecho a que le respeten la vida.

Al cancelarse la visita a Cuba del relator de las Naciones Unidas contra la tortura, terminó para muchos la esperanza de ser rescatados de los malos tratos en los penales. Aprovechándose de su impunidad, los guardas metieron a Orlando en un espacio breve, donde tenía que compartir el suelo con las ratas y las cucarachas. Le gritaban por la rendija de una puerta de hierro que no iba a salirse con la suya, pues en una prisión revolucionaria un preso político equivale a los gorgojos que acompañan -permanentemente- al arroz. Se resistió a ponerse el uniforme de presidiario y eso le trajo otra andanada de golpes y el punzante castigo de reducirle las visitas de sus familiares. Cuando abrieron el sitio donde lo habían enterrado vivo, ya el daño era irreversible y la culpa salpicaba hasta la mismísima silla del actual presidente cubano.

A Zapata Tamayo no lo mató la huelga de hambre, sino el sombrío oficial que lo encerró en aquel hoyo y el director de la prisión Kilo 8 en Camagüey que ordenó su castigo. Contribuyeron también a su deceso las manos enfundadas en guantes de látex que prefirieron mantener el empleo en el hospital antes que denunciar el estado maltrecho al que habían dejado llegar su cuerpo. La máxima responsabilidad de su final la tiene un gobierno que prefirió mostrarse intransigente y enérgico antes que proveerle de ciertas mejorías en su vida carcelaria. Para confirmarnos en esa idea, un día después de ocurrida la muerte, Raúl Castro perdió la oportunidad de acortar la distancia entre lamentar su deceso y pedirles disculpas a sus familiares. Con sus breves palabras exentas de autocrítica, nos corroboró lo que muchos sospechábamos desde el principio, que el general no era ajeno al maltrato, la dejadez y el terror que terminaron con Orlando.

(El País/Madrid. Yoani Sánchez es editora del blog opositor generaciony de Cuba)

jueves, 25 de febrero de 2010

Credenciales cubanas

El presidente brasileño Lula da Silva inició ayer su cuarta visita oficial a Cuba, considerada como la de despedida. Poco antes de aterrizar en La Habana, supo de la muerte del preso político Orlando Zapata a consecuencia de una huelga de hambre mantenida durante 85 días. Su familia denunció malos tratos a lo largo de los años de cárcel y aseguró que no recibió atención médica adecuada hasta que su estado de salud empeoró de manera irreversible. La muerte de Zapata constituye un acta de acusación adicional, y un motivo de enérgica condena, contra la dictadura más longeva de América Latina y una de las más liberticidas de la historia del continente. Pero es también una prueba decisiva para la comunidad internacional y para el presidente Lula, que tiene en su mano ejercer como portavoz tanto por su ascendiente latinoamericano como por el hecho de encontrarse en la isla.

Con esta visita a La Habana, coincidente con la muerte de Zapata, Lula tiene la ocasión de demostrar que el creciente papel internacional de Brasil no significa sacrificar el principal capital político que ha cosechado: la opción por una izquierda capaz de ofrecer progreso y bienestar mediante el fortalecimiento y la gestión de las instituciones y los procedimientos democráticos. El silencio de Lula frente a una dictadura como la castrista -seguido de la timorata reacción de la UE, a empezar por el inane y críptico mensaje de Rodríguez Zapatero en Ginebra- empañaría lo que él representa, tan importante para América Latina y, en la medida en que Brasil afianza su posición de potencia emergente, para el resto del mundo.

Un grupo de disidentes cubanos ha solicitado al presidente Lula que interceda por la suerte de los presos. El compromiso que Brasil ha demostrado con los derechos humanos sería suficiente para justificar esta gestión, pero la muerte de Zapata la hace inexcusable. El trato con La Habana y, sobre todo, con el mito que la revolución castrista sigue representando para parte de la izquierda latinoamericana, sitúa en una difícil posición a cualquier dirigente de la región, pero más todavía al presidente brasileño. Pero las dificultades para gestionar las relaciones con ese mito no pueden llevar a cerrar los ojos ante los atropellos que se cometen en Cuba, y que en este caso se han saldado con la muerte de un preso político. El castrismo ya no puede extender credencial alguna de progresismo. Por el contrario, es su gestión al frente de Brasil la que constituye el ejemplo alternativo.

Sin las cortapisas regionales de Brasil, y sin los equilibrios que exige una visita oficial, es inaceptable que la Europa en la que España ejerce la presidencia se limite a lamentar la muerte por inanición de un preso político. El régimen cubano es responsable de la vida y la integridad de quienes ha condenado a pudrirse en sus mazmorras. Mucho más cuando esa condena sólo obedece a decisiones tiránicas de una saga familiar.

(El País/Madrid)

¡Imagine!

"You may say that I'm a dreamer
But I'm not the only one..."
John Lennon

Las próximas elecciones presidenciales en El Salvador se celebrarán en marzo de 2014. Ahí vamos a decidir si Mauricio Funes entra a la historia como el presidente que abrió la puerta a una época de gobiernos de izquierda, o simplemente a una época de alternancia.

Tratemos de imaginarnos el contexto de estas elecciones: ¿Cómo será el mundo en el año 2014? Lo más probable es que Fidel haya muerto y Cuba se encuentre en medio de su transición democrática; que en Venezuela esté gobernando un presidente de tendencia socialdemócrata; en Nicaragua, un liberal; en Brasil, un personaje de centroderecha; en Guatemala, un ex-militar derechista. En Honduras, Chile y Panamá todavía gobernarán los presidentes-empresarios liberales electos en 2009-2010; en Costa Rica todavía gobernarán los liberacionistas, que más que socialdemócratas son liberales. En Estados Unidos, Obama habrá logrado su segundo mandato, pero perdido la mayoría en ambas cámaras del Congreso.

¿Este escenario les parece el ideal para que en El Salvador gane las elecciones presidenciales un dirigente del FMLN que se presente, a diferencia a las elecciones de 2009, con su propio programa, sus propios colores y su propia cara? A mí no.

Veamos el contexto interno de las elecciones de 2014. El FMLN se habrá fortalecido en las elecciones legislativas y municipales de 2012. Pero ARENA también. Los dos lograron fortalecerse, pero por vías muy diferentes: el FMLN, para fortalecerse, tuvo que cerrar filas y atrincherarse en sus posiciones ideológicas tradicionales. ARENA, para fortalecerse, tuvo que reinventarse y abrirse.

El bloque opositor de ARENA-PDC-PCN salió de las elecciones de 2012 suficiente fuerte para evitar que el FMLN pueda tomar decisiones que requieren mayoría calificada, ni siquiera juntando votos con GANA. Este grupo, comandado abiertamente por el ex-presidente Saca desde la campaña de 2012, logró establecerse como proveedor de mayoría. A veces para la izquierda, a veces para la derecha.

Las contradicciones entre el FMLN y el grupo Funes en Casa Presidencial no habrán llegado al punto de ruptura del gobierno, pero sí al punto de desgaste tal que vuelve impensable una nueva edición de la alianza que llevó al poder a Funes en 2009. La izquierda democrática que en el 2009 se unió a la alianza FMLN-Funes no logró traducir su participación en el gobierno en poder político-electoral propio. A partir de 2012 quedó definitivamente claro el fracaso del sueño de mucha gente de la izquierda democrática que acompañó a Mauricio Funes. Estoy hablando del sueño de poder cambiar la correlación de fuerzas dentro de la izquierda a favor de la tendencia moderada y reformista. Ni han podido modificar las posturas del FMLN ni crear una izquierda moderada con capacidad de competir con el FMLN. La idea de acostarse con el monstruo, consumar el matrimonio y despertarse al lado de una bella doncella, resultó un sueño muy ingenuo, que terminó en una pesadilla, dicen algunos.

Otra vez la misma pregunta: ¿Este escenario será propicio para un triunfo electoral del FMLN en el 2014?

Es obvio que Funes y sus amigos no van a jugar ningún rol en estas elecciones. El FMLN, que desde hoy está insistiendo y prometiendo a sus bases que el próximo gobierno será verdaderamente de izquierda, estará solo en 2014. Fuerte, pero solo.

¿Será posible una alianza del FMLN con GANA y Saca? Difícilmente en elecciones presidenciales. Después de cinco años de sufrir la necesidad de compartir el poder con Funes y sus amigos, no hay manera de que los militantes estén dispuestos a encarar cinco años de compartir el poder con Saca y sus amigos. Y para Saca, una alianza electoral con el Frente significaría abandonar su marca de "derecha popular" y perder lo que ha podido preservar de credibilidad con un electorado conservador. Es una cosa hacer pactos con un gobierno como el de Funes, supuestamente creando gobernabilidad, y otra cosa diferente plantear un gobierno compartido con el FMLN. Pero Funes en el 2014 ya no existe como actor electoral. Para GANA y Saca, el 2014 significa bajarse los pantalones: o están abiertamente con el Frente, o siguen compitiendo con ARENA en el terreno de la derecha.

Quedarían dos opciones para GANA y Saca: pueden lanzar a un tercer candidato, para dividir y hacer perder a la oposición. O pueden apoyar a un candidato unitario de la oposición. La primera opción sería un paso al vacío, un suicidio político; la segunda les abre la posibilidad de luchar por lugar dentro de un mapa redibujado de la derecha salvadoreña. No estoy seguro si habrá un lugar para Saca en este mapa. Lo que sí es seguro es que afuera no habrá lugar ni para esconderse.

Regreso por tercera vez a la misma pregunta: ¿Existe un escenario favorable para el FMLN para ganar las próximas elecciones presidenciales, sin disfraz, sin aliados que le prestan credibilidad? Usted decida.

(El Diario de Hoy)

Carta al ministro de defensa

Estimado David Munguía Payéz:

Lástima que a usted no le dejaron hablar ni una sólo palabra en toda la ronda de espectáculos que el gabinete de seguridad hizo para presentar su plan de seguridad. Todos hablando horas y horas – y usted y sus compañeros de armas callados con cara de póquer...

Lástima, porque a todos nos hubiera gustado saber cómo vamos a quedar con el Estado de Emergencia que ustedes propusieron. Ya nadie habló de esto. Ni una palabra. Así que se supone que siempre que no y sigamos igual...

Tampoco tengo claro si al final la PNC le dio al ejército las miles de órdenes de captura pendientes, para que los soldados en los barrios pueden recoger a los maleantes.

Y cuando llegaron al punto de las cárceles, todo el mundo dijo: Hoy sí van a hablar los militares, porque a ellos les va a quedar este gran huevo de poner orden y control y disciplina en las cárceles... Nada. Silencio. Dicen que ustedes van a poner la seguridad del perímetro. ¡Como si el problema de las cárceles viene de afuera!, cuando todos sabemos que viene de adentro.

Así que ustedes va a poner un perímetro a las cárceles para que nadie lance un operativo desde afuera para liberar a los pandilleros. Cuando el problema es que nadie se quiere fugar de las cárceles porque es la retaguardia de la delincuencia...

Así que, mi general, todo seguirá igual. La tropa en la calle, pero con las manos amarradas. ¡Qué lástima! Y qué desgaste para la Fuerza Armada.

Saludos, Paolo Lüers

(Más)

martes, 23 de febrero de 2010

Nuevamente hablan de tregua

¿Cómo puede un presidente ‘celebrar’ un acuerdo entre dos pandillas criminales, responsables de la mayor parte de los homicidios en el país? Supuestamente se trata de un acuerdo en que la MS y la 18 ordenan a sus miembros a suspender la guerra entre las dos pandillas.

‘Supuestamente’, porque nada garantiza que el comunicado publicado por el ‘Diario CoLatino’ sea auténtico. Y segundo, porque en este comunicado no se menciona una tregua entre las pandillas. Dice más bien: “Las pandillas han llegado a establecer como prohibiciones a sus miembros en las calles lo siguiente: secuestros, extorsiones, masacres, quema de buses y microbuses, el asesinato de motoristas, asesinatos de mujeres, estudiantes y atentados a pandilleros cuando estén con niños.”

El mismo día que salió publicado este comunicado, el presidente de la República lo comentó en Canal 12: "Celebro el acuerdo, pero no es suficiente, no podemos estar a expensas de que las pandillas y sus principales líderes den una tregua.”

¿A título de qué un presidente, máximo encargado de la seguridad pública y de defender el estado de derecho, ‘celebra’ un acuerdo entre mafias de abstenerse de asesinar a motoristas, mujeres y estudiantes, lo que significa que seguirán asesinando al resto de ciudadanos?

¿A título de qué el presidente ‘celebra’ el anuncio que los pandilleros sólo se van a matar entre ellos cuando no anden con niños?

Pero incluso si fuera cierto que hayan declarado una tregua en la guerra entre pandillas, no habría nada que celebrar. Más bien significaría un mayor peligro para el Estado y la sociedad. Significaría que las pandillas, en vez de matarse entre ellas, se unen para hacer más efectiva su labor criminal contra la ciudadanía y el Estado. ¿Qué hay que celebrar cuando los enemigos del Estado y de la sociedad de ponen de acuerdo?

Claro, el presidente agrega: “Se debe trabajar por desmontar estas organizaciones pandilleriles.” Correcto, pero el primer paso sería dejar de ‘celebrar’ sus supuestas ‘treguas’ y dejar de consentirlos en las cárceles.

¿Hay detrás de todo esto una negociación del gobierno (o partes del gobierno, probablemente sin conocimiento del presidente) con los líderes de las pandillas o con los familiares y los abogados de los líderes encarcelados? No sabemos.

Lo que sí sabemos que los familiares de los pandilleros encarcelados se han reunido en las instalaciones de FESPAD, una ONG de Derechos Humanos, de cuyas filas han salido varios funcionarios altos del gobierno, específicamente en el área de Seguridad. Lo que también sabemos que el comunicado fue entregado por FESPAD al CoLatino para su publicación.

El director del CoLatino, Francisco Valencia, ha defendido públicamente su práctica de publicar en su periódico comunicados firmados por las pandillas, a pesar de que no hay forma de confirmar su autenticidad. Con eso, Valencia y el CoLatino se meten en un problema serio, no de carácter legal, pero sí ético y político. Sobre todo cuando al mismo tiempo deciden suprimir su suplemento cultural 3000 para evitar que en su periódico salgan críticas a la decisión presidencial de descabezar la Secretaría de Cultura. Así que en el CoLatino pueden salir comunicados de pandilleros, pero jamás críticas a Mauricio Funes.

(El Diario de Hoy)

lunes, 22 de febrero de 2010

Carta a Hugo Chávez

El gobernador del estado de Lara, Henri Falcón, en una carta al presidente Hugo Chávez, explica porqué reuncia al Partido Socialista Unido de Venezuela PSUV, liderado por el presidente.

Septiembre en el horizonte

Al referirse a las elecciones de 1998, Alberto Müller Rojas, jefe de campaña de Hugo Chávez, realizó hace años este drástico balance: "La campaña se ganó relativamente fácil. Se ganó más por la gran cantidad de errores políticos que cometieron sus adversarios que por la calidad de nuestra campaña electoral".

Doce años después, de pronto, en la esquina de este miércoles, me pregunto si esa frase podría este año volver a tener sentido.

Obviamente, han pasado muchas cosas durante todo este tiempo. Entre otras, hemos visto cómo un gobierno traiciona la voluntad de cambio de la mayoría del país, secuestra el Estado y las instituciones, e inventa una "revolución" para constituirse en una nueva élite dominante que aspira a controlar de manera absoluta la sociedad. No estamos, además, ante una agenda oculta.

Todo este proyecto no sólo se publicó sino que tiene vocación de rating. Estamos ante un modelo autoritario que hace lo imposible por gozar de alta popularidad.

Para lograr este objetivo, una de las tareas iniciales del Gobierno fue bombardear y liquidar el sentido de alternancia en el país. Lentamente han impuesto una noción de tiempo diferente. Es, incluso, un proyecto retórico distinto. El país habla otro idioma, un idioma que tiene cada vez menos vocabulario civil, que ha desechado el diccionario de las variables democráticas.

El discurso heroico y militar, donde gotean persistentemente palabras como "revolución" o "comandante", no hace sino crear otra idea del tiempo y de poder: el "no volverán" es fundamentalmente un "no nos iremos". No son un gobierno.

Son una nueva clase social. El bolivarianismo, más que una ideología, es sobre todo un estatus, un privilegio.

Vaclav Havel, al referirse a este tipo de proyectos, ha hablado de las sociedades postotalitarias. Una de sus características, según señala el ex presidente checo, reside en las dificultades que construye el poder para ejercer cualquier tipo de disidencia. No se trata ya de la represión descarnada, de la violencia directa del Estado sobre los ciudadanos, sino un tipo de sometimiento más elaborado, igual de violento y brutal, pero menos evidente, adornado de legalidad, legitimado por mecanismos y procedimientos más sutiles, por una constante producción simbólica que terminan, incluso, siendo todavía más eficaces que la fuerza física.

Basta con asomarse al Gobierno para captar la dinámica de segregación que promueve este supuesto proceso revolucionario. La paranoia que vive y distribuye el poder con respecto a su propio entorno es una muestra perfecta del metabolismo que se expande por todos lados. Cualquiera puede ser excomulgado el próximo segundo. Cualquier puede quedarse sin trabajo, sin documentos, sin Estado, sin libertad de acción, sin palabras... Cualquiera es un pretraidor, un delincuente en potencia. Incluso los más devotos, en un instante pueden perder la gracia divina. La habilidad y la perversión del Gobierno bolivariano reside justo ahí: en no ser lo que es. En transformar la represión y la censura en un orden natural, en una serena normalidad.

A esto, por supuesto, hay que sumarle también las miserias de cierta élite que dirige o que aspirar dirigir la disidencia que existe en el país.

Sobran los ejemplos. Uno de ellos: lo ocurrido recientemente con Globovisión. Más allá de las declaraciones de los supuestos protagonistas del conflicto, lo verdaderamente importante es lo que no se ve, lo que no puede probarse. La mano invisible del Gobierno es tan salvaje como la mano invisible del mercado. En todo, termina habiendo entonces demasiados cómplices. Y las verdaderas víctimas siempre son las mismas: los usuarios, los trabajadores, el periodismo que necesita sobrevivir a un país que ha convertido la política en un género televisivo.

No es fácil ser de oposición.

No es fácil asumirse como parte de una disidencia en pugna con un poder que descaradamente te descalifica, te amenaza, te excluye. Pero tampoco es fácil reconocerse como alguien de oposición si no existe una dirigencia capaz de superar sus pequeños intereses, capaz de representar la diversidad y de asumir el desafío de reinventarse.

No es fácil pero, a pesar de todo esto, quienes no aceptamos el proyecto del poder y rechazamos a un Gobierno que pretende eternizarse, seguimos siendo, por lo menos, casi la mitad del país.

Seguimos siendo muchos, demasiados.

"Las elecciones se ganan más por omisión de la oposición que por acción del chavismo. De eso estoy convencido", dijo Müller Rojas. Doce años después, y con septiembre en el horizonte, ¿volverá a perseguirnos esa frase?

(El Nacional/Venezuela)