Un resurgimiento de la carrera armamentista va contra todo lo que mi generación y las siguientes han pensado haber aprendido de la historia. Pero dada la nueva situación geopolítica, parece una necesidad ineludible.
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Durante décadas en Alemania se peleó sobre como memorizar esta fecha del 8 de mayo: para unos es el día de la liberación del la dictadura, para otros el día de la derrota y la humillación nacional. Cuando la generación de la postguerra comenzó a dominar la vida política y cultural del país, esta discusión se calmó y eran pocos que todavía lamentaron la derrota. Hasta que en los últimos años resurgió el fascismo en forma de una movimiento populista de extrema derecha, marcado por el rechazo radical a la integración europea, a la migración y a una sociedad multicultural. De repente resurgió de nuevo la vieja discusión sobre el 8 de mayo y el cuestionamiento de la democracia liberal construida en la postguerra. Los voceros del partido neofascista Alianza para Alemania polemizan contra la cultura de la memoria del Holocausto y de la dictadura y exigen que los alemanes dejen de avergonzarse de su pasado y vuelvan a levantar la bandera del nacionalismo.
Un resurgimiento de la carrera armamentista va contra todo lo que mi generación y las siguientes han pensado haber aprendido de la historia. Pero dada la nueva situación geopolítica, parece una necesidad ineludible. Los alemanes están entendiendo que no sólo tienen que sacar las lecciones de su mala experiencia con el militarismo, ahora tienen que aprender del dilema que tenían al final de los años 30, ante la dictadura expansionista de Hitler, los británicos y los estadounidenses: Ir a la guerra para derrotar un régimen que amenazaba a todo el mundo, o mantenerse al margen. Optaron primero por la segunda opción, pero ante el avance de las tropas alemanas en toda Europa se vieron obligados de entrar a la guerra.
Hoy, una gran mayoría de los alemanes entiende la necesidad del rearme para estar listos para defenderse – a regañadientes, pero con convicción. Alemania se ha propuesto a hacer una inversión sin precedentes en su rearme, un millón de millones de euros. Los otros miembros de la Unión Europea y Gran Bretaña se han propuesto esfuerzos similares.
Lo interesante es que hoy no son los nacionalistas que producen este viraje, sino los convencidos de la integración europea. No se trata de revivir el militarismo alemán, sino de convertir a Europa en una potencia capaz de garantizar la paz. Son convencidos pacifistas (como el que escribe estas líneas) que ante la tragedia ucraniana se han convencido de que es necesario apoyar con armas a esta nación agredida por Rusia y además reforzar la propia capacidad de defensa – y la de Europa. El polémico término ‘kriegstüchtig’ (estar preparados para la guerra) fue creado no por un derechista, sino por un socialdemócrata, el viejo y nuevo ministro de Defensa de Alemania. Es el político más popular del país. La mayoría de los alemanes prefiere hablar de preparación para la defensa - pero es lo mismo.
Conmemorar el día de hoy los horrores de la Segunda Guerra Mundial y al mismo tiempo prepararse para tener capacidad de defenderse -y así prevenir- una nueva guerra provocada por otro dictador con sueños imperiales parece una contradicción, pero es la lógica de la historia.
Saludos desde Alemania,
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