Publicado en EL DIARIO DE HOY el 14 JULIO 2019
Los ejercicios de ‘mea culpa’ son sanos. Siempre es bueno primero buscar la culpa propia, antes de buscarla en otros. Pero tampoco hay que exagerar este ejercicio autocrítico y convertirlo en auto flagelación o sumisión.Ya hemos asumido nuestra parte de responsabilidad del drama migratorio. Hasta el presidente de El Salvador lo ha hecho. En una entrevista con Sky News incluso asumió que El Salvador tiene la culpa de los niños que se ahogan en el rio fronterizo que tratan de cruzar para llegar a Estados Unidos. Esto se reflejó en el siguiente titular de La Prensa Gráfica: Bukele sobre migrantes ahogados: “Es nuestra culpa”. Es una exageración que da cólera, porque aquí el “mea culpa” ya no es un sano gesto de autocrítica sino el intento oportunista de quedar bien con el gobierno de Estados Unidos – y al mismo tiempo desmarcarse de todos los gobiernos anteriores y sus políticas.
También hay voces más serias que insisten, con razón, que algo estamos haciendo mal en de nuestro país, cuando miles de compatriotas asumen los mortales peligros de la migración ‘ilegal’ para buscar seguridad y empleo en Estados Unidos. Por tanto tenemos que asumir parte de la responsabilidad. Cristian Villalta terminó su última columna con palabras muy duras: “Lo que pasó, Valeria, se llama El Salvador." Y Cristina López, otra de mis columnistas preferidas, escribe: “La solución (a la crisis humanitaria de migración) debe encontrarse en casa, empezando con cumplir lo que la constitución declara como fines del Estado.”
De acuerdo. Pero ya basta. Está bien que seamos humildes. Pero también es cierto, y hay que decirlo, que no somos nosotros los que hemos creado en las fronteras que hay que cruzar para llegar de Centroamérica a Estados Unidos condiciones que propician que migrantes, incluyendo sus hijos, mueran de sed en los desiertos o se ahoguen en los ríos. Nosotros podemos ser culpables que en nuestros barrios no haya suficiente seguridad ni oportunidades, y que por estas razones la gente se arriesga - pero nosotros no hemos militarizado la frontera Sur de Estados Unidos para cerrarles el paso; ni estamos nosotros criminalizando a la gente que socorra a los migrantes en su travesía. Nosotros no hemos forzado al gobierno de México a militarizar su frontera Sur para obligar a los migrantes centroamericanos a tomar rutas aun más peligrosas. Es el gobierno de Trump que está promoviendo esto, y es el gobierno de López Obrador que se dejó doblar el brazo para evitar una guerra comercial con Estados Unidos.
Entonces, a Valeria no solo “le pasó El Salvador”, con sus barrios inseguros y su exclusión social, como formuló tan magistralmente Villalta. A Valeria (y a un montón de otros niños centroamericanos) “les pasó” la frontera militarizada entre México y Estados Unidos. Les pasó el cinismo de Donald Trump y sus seguidores que construyeron campos de concentración para menores de edad. “Les pasó” la Guardia Nacional mexicana. “Les pasó” el lamentable hecho que México, que también es país de origen de la migración, abandonó sus políticas de derechos humanos y adoptó las políticas que le dicta Trump. “Les pasó” incluso que los gobiernos centroamericanos, para mantener la ayuda financiera y militar de Estados Unidos, aceptan subordinar sus políticas de seguridad y desarrollo al objetivo central de Washington: detener la migración.
Nosotros tenemos que generar seguridad y oportunidades para todos los salvadoreños, atendiendo los derechos de nuestros ciudadanos a un desarrollo digno, no atendiendo el interés de Estados Unidos de no recibir más migrantes. Nuestras políticas de desarrollo social y seguridad ciudadana no están en función de contener la migración. La raíz de la migración es mucho más profunda que las crisis de seguridad, guerras o pobreza que sufren los países. Estos son factores que aceleran la migración y provocan migración de emergencia. Pero la migración (tanto la interna de lo rural a lo urbana, como la externa del Sur al Norte) es inherente al desarrollo de la humanidad. Es a la vez causa activa y resultado del desarrollo económico y social. Sin migración no hay desarrollo.
Y en tiempo de la globalización de la economía, la migración es el factor laboral reclamando la misma libertad de movimiento sin fronteras que las inversiones y las mercancías.