El éxito de ARENA en 2018 depende de la capacidad de
convertir la contienda entre los precandidatos presidenciales en un
valor agregado para el partido y su interlocución con la sociedad civil,
y no en un factor de división.
He tenido oportunidad de discutir con los
tres hombres que hasta ahora han expresado interés en competir por la
candidatura presidencial de ARENA: los empresarios Carlos Calleja,
Javier Simán, y el abogado Luis Parada. Pude constatar que tienen
importantes coincidencias, incluyendo la problemática del proceso
interno en cual competirán.
Los tres se ven como outsiders, situados
más en la sociedad civil que en el partido. Los tres tomaron la decisión
de competir por la candidatura precisamente por su convicción que para
salir de su crisis, el país no debería ser gobernado por el partido
ARENA, sino por una alianza mucho más amplia y abierta; y que esta
alianza tiene que ser dirigida no por cuadros militantes sino por
profesionales que trasciendan el interés partidario.
Los
tres ven el peligro que una ARENA dividida no sepa manejar bien una
contienda democrática de primarias para elegir a su candidato
presidencial. Los tres están claros en que sus propias actuaciones (y la
de sus apoyos dentro y fuera del partido) pueden agravar o superar la
división – y que de esto depende si van a lograr construir las alianzas
necesarias para ganar en 2018 y en 2019.
Los tres entienden que el éxito de su
potencial candidatura en 2019 depende en buena parte del éxito en las
elecciones de alcaldes y diputados en marzo 2018 – y que este éxito en
gran medida depende de ellos. Para decirlo de manera más clara: El éxito
de ARENA en el 2018 depende de la capacidad de convertir la contienda
entre los precandidatos presidenciales en un valor agregado para el
partido y su interlocución con la sociedad civil, y no en un factor de
división. El hecho de poder escoger entre varios candidatos potentes
puede ser un atractivo y un salto de calidad de ARENA y en la muestra de
su evolución democrática – o puede ser su punto débil si no logran
manejar bien la contienda. Los tres precandidatos entienden esto, aunque
cada uno hasta ahora ha actuado de forma diferente ante este reto. Esta
es mi apreciación.
Discutiendo con los tres precandidatos
los principales retos que enfrenta el país, y por tanto el próximo
gobierno, también he registrado muchas más coincidencias que
diferencias. Coinciden hasta en las metas y prioridades que marcan
ruptura con las prácticas de los gobiernos anteriores de ARENA:
Construir una forma de gobernar transparente; fortalecer la
institucionalidad democrática y la independencia de los órganos del
Estado; erradicar la corrupción y el uso mercantilista del Estado a
favor de intereses sectoriales y empresariales. Y coinciden en sus
visiones de crecimiento y desarrollo basado en educación e inclusión
social; en la necesidad de ordenar las finanzas públicas y hacer
eficiente la inversión pública. No es cierto lo que sugiere El Faro: que
Calleja y Simán representen diferentes visiones sobre la relación
gobierno-partido-sector privado. El hecho de que diferentes empresarios
apoyan a cada uno de los precandidatos no significa que estos
representen distintos sectores e intereses.
No teniendo diferentes visiones sobre el futuro del país, el proceso interno de ARENA se reduce básicamente a dos contiendas:
•¿Quién tiene mayor capacidad para poner en práctica la visión común desde el próximo gobierno?
•¿Y cuál de los precandidatos tiene más liderazgo para construir la
nueva mayoría social y electoral necesaria para ganar las elecciones del
2019 y para dar sostenibilidad a un proyecto de país?
Ante la inamovilidad, división y falta de
liderazgo en el partido (y ante el peligro que estos se profundicen en
caso el proceso de primarias se manejara mal), son los precandidatos los
llamados de tomar la iniciativa. Urge que se sienten en una mesa para
decidir cómo quieren llevar la contienda. Urge que identifiquen con
claridad sus coincidencias, para convertirlas en la plataforma unificada
de su partido. También urge que identifiquen sus diferencias, y que
acuerden las normas civilizadas de cómo dirimirlas en un proceso interno
democrático, respetuoso, constructivo y transparente.
Los acuerdos mínimos que deben ser capaces de generar los hombres que quieren gobernar el país deben incluir:
•El compromiso que todos los candidatos apoyarán al candidato que
salga electo y formarán parte de su campaña y del proyecto político
común.
•Adelantar la fecha de las primarias presidenciales. ARENA no puede
ir a las elecciones de marzo 2018 dividido en campos. La candidatura
presidencial tiene que definirse en primarias al final de este año.
•Convertir lo más antes posible el proceso ahora informal en uno
formal: abrir las inscripciones oficiales de candidatos al sólo salir de
la primarias de alcaldes y diputados en julio de este año; definir con
claridad el tiempo de la campaña interna.
•La principal regla del juego: presentarse a las bases en conjunto, en debates institucionales.
•En la transición, hasta que comience el tiempo formal de la
contienda, los precandidatos se abstienen de proselitismo interno y de
solicitar apoyos de diputados, alcaldes, estructuras partidarias. Cada
precandidato se dedicará a construir los apoyos que el partido
necesitará en la sociedad – y regresa con los resultados al debate
interno.
Este pacto de caballeros no sólo es
factible, es necesario. Una vez que los precandidatos tengan un acuerdo
sólido, lo presentarán a las autoridades de partido para que lo
ratifiquen y oficialicen. Quien de los candidatos y de los líderes
partidarios se niega a contribuir a la construcción de este acuerdo -y a
cumplirlo- se autodescalificará como futuro candidato o líder.
(El Diario de Hoy)