Estimados candidatos:
Hay un dicho que siempre me ha gustado: Quien se enoja pierde. Lo voy a modificar un poco: Quien se corra pierde. Podemos combinarlos: En esta campaña electoral (y en cualquier otra a partir de hoy), quien no acepta debatir pierde. Y quien acepta debatir y se enoja que lo reten, o que le hagan preguntas o críticas incomodas, también pierde.
Hay un dicho que siempre me ha gustado: Quien se enoja pierde. Lo voy a modificar un poco: Quien se corra pierde. Podemos combinarlos: En esta campaña electoral (y en cualquier otra a partir de hoy), quien no acepta debatir pierde. Y quien acepta debatir y se enoja que lo reten, o que le hagan preguntas o críticas incomodas, también pierde.
Quien de malas ganas va a un debate con sus competidores y habla puras pajas, sin presentar propuestas racionales, pierde.
Quien se siente en un debate y contesta con ataques personales a críticas o al reto de aterrizar en soluciones que benefician la población, pierde.
Los debates, por supuesto, tienen que ser públicos, en vivo y en televisión. Nada de foros donde cada uno lee discursos estudiados, sino debates de verdad y francos, enfrentándose y cuestionándose los candidatos. Quienes se corren, y quienes no saben manejarse con decoro en una discusión pública, no tienen madera para representarnos o gobernarnos.
Todos deberían pasar por este filtro. No solo para que escuchemos si de verdad tienen propuestas y posiciones que valen la pena, sino sobre todo como examen de carácter y de capacidad. ¿Tienen capacidad de formular ideas coherentes? ¿Tienen el valor de enfrentar críticas y preguntas incómodas? ¿O solamente se sienten seguros en sus zonas de confort, repitiendo líneas de partido? ¿Saben escuchar o solo saben repetir consignas trilladas?
Solo de esta manera los ciudadanos podemos valorar el temple de los candidatos, sea para diputados, para alcaldes o para candidaturas presidenciales. Solo de esta manera podemos saber si los candidatos tienen los conocimientos, la independencia de criterio y la capacidad de dar la cara en debates públicos que se necesitan para convertirse en buenos funcionarios.
Para esto, los debates tienen que ser abiertos, sin tantas reglas. Los canales de televisión, las universidades, los tanques de pensamiento estarían más que felices de organizarlos.
Queremos ver debatiendo a los candidatos a alcalde de las ciudades principales. Neto versus Jackeline en San Salvador. Roberto d’Aubuisson versus el Dr. Vicente Coto en Santa Tecla. Luis Rodríguez versus Milagro Navas en Antiguo. Will Salgado versus Miguel Pereira en San Miguel. Milena de Escalón versus Marta Cecibel Lau en Santa Ana…
Queremos que los diputados veteranos se enfrenten en público a los candidatos nuevos que los retan. Exigimos que Javier Simán y Carlos Calleja hagan una serie de debates, una vez que pasen las elecciones de diputados y alcaldes.
Vamos a movilizar a la ciudadanía para que exija estos debates, y que castigue a los candidatos que se corren, o se enojan, o hablan pura paja.
Nos vemos en televisión, señoras y señores, y en los auditorios de las universidades.
Saludos,
(MAS! /El Diario de Hoy)