sábado, 9 de febrero de 2019

Carta a Carlos Calleja y Carmen Aída Lazo: Cumplieron

Estimados amigos:
Ustedes hicieron lo que pudieron y perdieron. Tanto ustedes como su equipo de campaña, sus partidos coaligados, pero también muchos que los apoyamos (incluyendo quien firma esta carta) caímos en el error de darnos paja mutuamente. Y nos creímos mutuamente la ilusión de que esta vez se iba a imponer lo racional, las propuestas y la calidad (técnica y humana) de los candidatos.

Equivocarse siempre es un riesgo de oficio para políticos y opinadores. No es primera vez que me equivoqué. Cuando me metí a la insurgencia en 1981, todos estábamos convencidos que la guerra no iba a durar más de un año. Nos dimos paja mutuamente. Cuando me di cuenta que iba para largo, decidí quedarme luchando hasta que terminara. Porque me pude haber equivocado en el análisis de la situación, pero no en lo justo y necesario de la causa. Igual ahora. Me equivoqué en el análisis demográfico-electoral, pero apoyé a la única formula adecuada para sacar al país del hoyo. Entonces, va para largo esto de enrumbar al país…

Hoy la pregunta es: ¿Ustedes perdieron por errores de análisis? ¿Perdieron por no hacer caso a las encuestas? ¿O solo no vieron venir lo que de todas formas era inevitable? Nunca lo vamos a saber a ciencia cierta.
 
Ustedes perdieron por otra razón. Perdieron porque no lograron formar un comando de campaña que tomara control absoluto y total de la campaña – y que a la vez asumiera la dirección política del partido y de todas sus actuaciones políticas en la Asamblea y en los territorios, incluyendo las alcaldías. No tomando este control, la campaña no tuvo coherencia, y varios de los importantes caciques locales incluso la sabotearon con acciones mezquinas.

Bukele no tuvo este problema. Se inscribió en Gana, pero dejó claro desde el principio que su verdadero partido era Nuevas Ideas. Y este es un traje hecho a la medida del candidato. Hecho para llevar al poder a su dueño.

Después de las elecciones, siempre surge la pregunta: ¿Qué fue lo determinante, los partidos o los candidatos? Para estas elecciones, no hay una sola respuesta. En el caso de los ganadores, lo determinante fue el candidato, su discurso concentrado en la descalificación de “los mismos de siempre”, y la absoluta subordinación de todos los demás (GANA, CD, Nuevas Ideas, Ulloa) al líder y su proyección. En cambio, en el caso de los perdedores (ARENA y FMLN) lo determinante y lo que jaló para abajo a los candidatos fueron los partidos y su resistencia al cambio.

Ustedes dos hicieron lo que pudieron dentro de esta configuración. Tú, Carlos, trascendiste en grande el papel que jugaste en las elecciones internas, muy ligado a COENA y parte de las disputas internas. Ya como candidato, lograste proyectar una visión renovada de la política, de las políticas públicas y del rol de Estado. Y tú, Carmen Aída, le diste sustentación a esta visión que ustedes dos convincentemente compartieron pero que obviamente no la compartió el partido.

El problema no era que la gente no les creyera su discurso de meritocracia, lucha contra la corrupción e inclusión social. La gente se dio cuenta que detrás de su discurso había un compromiso serio. Lo que no creyó fue que el partido ARENA estaba dispuesto a asumir esta visión renovada – y permitirles a ustedes a hacer los cambios necesarios desde el gobierno.

La única forma de superar este problema hubiera sido que al iniciar la campaña ustedes y su comando de campaña hubieran tomado visiblemente el control político y operativo del partido. A esto no estaban dispuestos ARENA y sus caciques territoriales y sectoriales.

Así que tienen razón en retirarse y dejar que el partido resuelva sus problemas. Ustedes dejan un legado positivo, plasmado en el plan de gobierno. La única salida sería el surgimiento de un nuevo liderazgo que cohesione al partido alrededor de la visión renovada y del plan de gobierno que ustedes dejaron al partido.

Saludos,


jueves, 7 de febrero de 2019

Carta a los miembros del Frente y Arena: ¡Ahora o nunca!

Estimados militantes:
Sus partidos, ambos, han recibido derrotas muy dolorosas el domingo pasado. El Frente no solamente perdió el gobierno y no solamente se vio reducido a una quinta parte de su electorado, lo doloroso fue recibir esta derrota a manos de una fuerza novata que quiere destruir al Frente para quedarse con el legado de las luchas populares de los años 70 y 80, con la representación de la izquierda y de los pobres del país.

Para los areneros es duro reconocer, luego de dos gobiernos desastrosos del FMLN, que la gente no apostó a la estabilidad y la recuperación económica que ellos ofrecieron, sino que se dejó seducir por la aventura, el berrinche, la confrontación con el sistema, y las promesas de un líder populista.

Era inevitable que ambos partidos entraran en crisis y que sus respectivas cúpulas enfrentaran la ira y el rechazo de sus bases. Tan profunda es la crisis y tan fuerte la ira que las cúpulas de ARENA y el FMLN tuvieron que anunciar procesos adelantados para renovar sus direcciones. Es más, en ambos casos tuvieron que conceder que ninguno de sus miembros se podrá postular para la reelección. Serán relevos absolutos.
Pero lo que ambas cúpulas no quieren soltar es el control sobre las estructuras del partido durante el proceso de elección interna. Se niegan a renunciar y a dejar espacio para que una dirección transitoria se haga cargo de organizar el proceso de transición. En ambos partidos, inmediatamente se escucharon las exigencias que sus cúpulas respectivas se apartaran inmediatamente. Resulta que las militancias no confían en una transición controlada por las cúpulas salientes.
Además, en el caso de ARENA, los estatutos solo permiten elecciones internas adelantadas en caso que el COENA renuncie. No permite a un COENA convocar elecciones y quedarse al mando mientras se efectúen.

Para ambos partidos, la renovación de sus cúpulas será una gran oportunidad – y a la vez un desafío peligroso. No tendrá sentido un relevo de personas sin una renovación política-programática y sin un cambio en la forma de organización y dirección interna. Por ejemplo, en el caso de ARENA, se hizo evidente que fue un error fatal tener como COENA a la plancha ganadora, sin tomar en cuenta a los otras que compitieron. ARENA necesita ahora construir un COENA pluralista que represente todas las corrientes existentes dentro del partido. Si ahora vuelven a cometer el mismo error, solamente cambiando el grupo que tomaría el poder total dentro del partido, la división interna se hará explosiva.

El FMLN tiene el mismo problema, pero aún más grave. Hace 18 años, una mayoría del partido decidió prohibir las tendencias políticas internas y a partir de ahí siempre hubo una dirección centralizada, que no dejaba espacio a disidencias, debates, críticas. Incluso abolieron las primarias para designar candidatos y dirigencias. Ahora les toca rehacer el tejido democrático – dentro de una militancia educada en la obediencia. Pero si el Frente no logra enfrentar este desafío, no habrá forma de resistir el intento de Nuevas Ideas de desmantelarlo para quedarse con sus bases.

Ustedes, los miembros de las dos fuerzas que han administrado la transición del país de la guerra a la paz y del autoritarismo a la democracia, hoy tienen la responsabilidad histórica de renovar sus partidos y convertirlos en instrumentos para defender lo construido a partir de los Acuerdos de Paz. Ahora necesitarán quien lo defienda…

Saludos,


martes, 5 de febrero de 2019

Carta al presidente electo: No sería honesto decir que cada país obtiene el gobierno que merece

Sr. Nayib Bukele:
En la noche del domingo pasado, luego de conocer las cifras de su victoria electoral, no me sentí en capacidad de comentar este hecho político. Por tanto, puse un solo tuit, que decía: “Lo más fácil sería repetir que cada país obtiene el gobierno que merece. Y echar la culpa a 1.5 millones de tontos. Pero no sería honesto. Todos tenemos culpa de que tendremos otro mal presidente. Todos fallamos: partidos, medios, analistas. Toca callarse y pensar.”

Muchos de sus simpatizantes criticaron este tuit, enfocándose en dos elementos. La mayoría me reclamó haber tildado de ‘tontos’ a sus votantes. Si hubieran leído bien el tuit, se habrían dado cuenta que dije que sería deshonesto decir semejante cosa y que más bien “todos fallamos: partidos, medios, analistas.”

La otra cosa que me reclamaron era la frase del ‘otro mal presidente’.

Luego de analizar bien lo que pasó en nuestro país con estas elecciones, habrá tiempo para escribir varias columnas sobre los errores de apreciación que muchos, incluyendo yo, tuvimos sobre el momento político, la crisis de los partidos políticos, la relación entre ciudadanos y partidos, el descontento ciudadano, etc. Habrá que analizar si es cierta su tesis que su elección pone fin a la postguerra y al bipartidismo… Esta reflexión necesitará tiempo, por esto dije en el tuit: “Toca callarse y pensar.”

Es evidente que yo, como muchos otros, me equivoqué en los asuntos arriba mencionados, y por tanto no vi venir su contundente triunfo electoral contra ARENA y el FMLN. Todos estos análisis necesitan revisión. El veredicto electoral hace necesaria esta revisión. Sin embargo, hasta ahora no tengo elementos que me hagan dudar de mi opinión negativa sobre su forma de hacer política. No digo que estos elementos no pueden producirse en el futuro. Sería una grata sorpresa, y seré el primero en reconocerlo públicamente.

Así que sostengo lo que escribí en el tuit citado que los errores de muchos nos han producido ‘otro mal presidente’. ¿Mal en qué sentido? Inescrupuloso en atacar a sus adversarios, en armar incluso estructuras para esto. Lo ha hecho en la alcaldía, lo ha hecho en su campaña, y temo lo hará desde el gobierno. Mal presidente, ¿en que otro sentido? Alguien que suele definir las prioridades de su gobierno, sus gastos e inversiones no desde un concepto de desarrollo, sino desde un concepto de marketing político. Y muchas otras cosas más que no tiene caso repetirlas, porque la campaña ya terminó.

Por más crítica que tenga a su persona, esto no pone en duda la legitimidad de su elección. Usted fue electo en una elección libre y democrática, y asumirá el poder legítimamente. Sus decisiones, políticas y obras pueden ser sujeto de crítica, como las de cualquier gobierno, pero no de cuestionamiento de legitimidad. Por lo menos mientras no violen o alteren el orden constitucional.
Aunque considero que usted en varias ocasiones ha expresado menosprecio a reglas institucionales, no veo a su gobierno como un peligro para la institucionalidad. Por una simple razón: Nuestra democracia y su institucionalidad han probado ser suficiente fuertes y resistentes, independiente de las actitudes de cada una de las personas o fuerzas que asuman el control de cualquiera de los órganos del Estado. Hemos tenido malos presidentes del ejecutivo y del legislativo, de la Corte, del TSE, de la Corte de Cuentas, de la fiscalía – y la institucionalidad constitucional no se quebrantó.

Así que, presidente electo, tenga seguro que en este comentador tendrá un observador crítico, pero un enemigo solo de la corrupción y los abusos de poder. Le deseo éxito en su trabajo de formar gobierno y generar gobernabilidad. Y no se asuste que de repente le felicite, como por ejemplo por su anuncio de cambiar la política de nuestro gobierno frente a las crisis de Venezuela y Nicaragua.

Saludos,