En la noche del domingo pasado, luego de conocer las cifras de su victoria electoral, no me sentí en capacidad de comentar este hecho político. Por tanto, puse un solo tuit, que decía: “Lo más fácil sería repetir que cada país obtiene el gobierno que merece. Y echar la culpa a 1.5 millones de tontos. Pero no sería honesto. Todos tenemos culpa de que tendremos otro mal presidente. Todos fallamos: partidos, medios, analistas. Toca callarse y pensar.”
Muchos de sus simpatizantes criticaron este tuit, enfocándose en dos elementos. La mayoría me reclamó haber tildado de ‘tontos’ a sus votantes. Si hubieran leído bien el tuit, se habrían dado cuenta que dije que sería deshonesto decir semejante cosa y que más bien “todos fallamos: partidos, medios, analistas.”
La otra cosa que me reclamaron era la frase del ‘otro mal presidente’.
Es evidente que yo, como muchos otros, me equivoqué en los asuntos arriba mencionados, y por tanto no vi venir su contundente triunfo electoral contra ARENA y el FMLN. Todos estos análisis necesitan revisión. El veredicto electoral hace necesaria esta revisión. Sin embargo, hasta ahora no tengo elementos que me hagan dudar de mi opinión negativa sobre su forma de hacer política. No digo que estos elementos no pueden producirse en el futuro. Sería una grata sorpresa, y seré el primero en reconocerlo públicamente.
Así que sostengo lo que escribí en el tuit citado que los errores de muchos nos han producido ‘otro mal presidente’. ¿Mal en qué sentido? Inescrupuloso en atacar a sus adversarios, en armar incluso estructuras para esto. Lo ha hecho en la alcaldía, lo ha hecho en su campaña, y temo lo hará desde el gobierno. Mal presidente, ¿en que otro sentido? Alguien que suele definir las prioridades de su gobierno, sus gastos e inversiones no desde un concepto de desarrollo, sino desde un concepto de marketing político. Y muchas otras cosas más que no tiene caso repetirlas, porque la campaña ya terminó.
Por más crítica que tenga a su persona, esto no pone en duda la legitimidad de su elección. Usted fue electo en una elección libre y democrática, y asumirá el poder legítimamente. Sus decisiones, políticas y obras pueden ser sujeto de crítica, como las de cualquier gobierno, pero no de cuestionamiento de legitimidad. Por lo menos mientras no violen o alteren el orden constitucional.
Aunque considero que usted en varias ocasiones ha expresado menosprecio a reglas institucionales, no veo a su gobierno como un peligro para la institucionalidad. Por una simple razón: Nuestra democracia y su institucionalidad han probado ser suficiente fuertes y resistentes, independiente de las actitudes de cada una de las personas o fuerzas que asuman el control de cualquiera de los órganos del Estado. Hemos tenido malos presidentes del ejecutivo y del legislativo, de la Corte, del TSE, de la Corte de Cuentas, de la fiscalía – y la institucionalidad constitucional no se quebrantó.
Así que, presidente electo, tenga seguro que en este comentador tendrá un observador crítico, pero un enemigo solo de la corrupción y los abusos de poder. Le deseo éxito en su trabajo de formar gobierno y generar gobernabilidad. Y no se asuste que de repente le felicite, como por ejemplo por su anuncio de cambiar la política de nuestro gobierno frente a las crisis de Venezuela y Nicaragua.
Saludos,
(MAS! y EL DIARIO DE HOY)