sábado, 15 de enero de 2022

Carta a quienes escuchan nuestras conversaciones telefónicas. De Paolo Luers


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, sábado 15 enero 2022

Hola, 

ya me conocen de tanto escucharme hablar, chambrear y supuestamente conspirar por teléfono y WhatsApp.

Ya saben que amo a mi mujer, que comparto todo con mis hijos, que hago bromas pesadas con mis amigos, que mantengo contacto con 3 ex novias en Alemania, que escribo tres veces a la semana mis cartas sin consultarlas con nadie, que detesto la personalidad egocéntrica del presidente Nayib Bukele, que hago burla del oportunismo de sus lugartenientes y lamebotas, que pasé meses escribiendo un libro sobre lo que viví en la guerra, que tengo relaciones muy cercanas y de confianza con algunos de mis compañeros de la guerrilla, que también tengo amigos que estaban del otro lado en la guerra, que estoy frustrado de la incapacidad de renovarse de los partidos políticos…

Todo esto lo saben ustedes como si fueran parte de mi familia, aunque supongo que no entendieron mucho de lo que escucharon. No creo que me conozcan. Al principio, cuando hubo los primeros indicios de que ustedes estaban metidos en mi vida, me indigné. Luego, me dije: “¿Y qué? Tal vez logro confundirlos…” Es una vieja enseñanza de la guerra: Si puedes confundir al adversario, ya ganaste la mitad de la batalla.

El espionaje es un arma necesaria en un mundo que reduce la política a la conspiración. El espionaje telefónico es la manera de descubrir las conspiraciones, para poderlas contestar con propias movidas y tácticas. Es la forma de diseñar planes de intimidación, extorsión o compra de voluntades. Ningún gobierno autócrata puede vivir sin conspiraciones, espionaje, maniobras secretas.

Así que la noticia que hoy domina la agenda nacional -la intervención de los teléfonos de periodistas, opositores y activistas de derechos humanos y organizaciones civiles- no me sorprende, para nada. Está bien denunciar las intervenciones, porque claramente son ilegales (bueno, ustedes que las ejecutan, cometen delitos) – pero ¿qué estaban esperando? Una vez que uno ha llegado a caracterizar al gobernante que tenemos como autócrata obsesionado con tener control y poder absoluto, sabemos que habrá espionaje, intervención telefónica, detenciones arbitrarias y todo el instrumentario indispensable de las dictaduras.

Ustedes, quienes están escuchando y grabando nuestras conversaciones, estarán sentados en alguna oficina del OIE, de la fiscalía, de Casa Presidencial (o a saber adónde están escondidos), ¿qué descubrimientos piensan obtener? Escuchando nuestras conversaciones, deberían darse cuenta que las relaciones que mantenemos no son conspirativas, sino políticas. Claro que la mayoría de la gente, con las cuales me comunico, son opositores. Claro que hablamos mal del gobierno. Claro que discutimos, aunque no necesariamente por teléfono, cómo podemos rescatar la política y combatir la antipolítica y sus engaños.

¿!Y qué!? Al analizar nuestras conversaciones, al documentar quiénes se reúnen con quiénes a qué horas y en qué lugares – ¿que descubrimientos ustedes pueden reportar a sus jefes que no hubieran podido hacer al sólo leer lo que en público decimos y escribimos?

Se podrían ahorrar mucho dinero, tiempo y trabajo si leyeran bien lo que escribimos en nuestros periódicos, lo que decimos en entrevistas. No se necesita pagar millones para los programas de espionaje digital de Pegasus para aprender que nosotros detestamos a este gobierno y buscamos la forma de desbancarlo en futuras elecciones. Y que se organizan marchas y foros para discutir cómo construir una amplia alianza de todos los demócratas. ¿Y qué?

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Sigan jugando a James Bond, pero tengan cuidado: Pidan a sus superiores que les den órdenes escritas para cada intervención telefónica ilegal. Si no, los que algún día serán procesados serán ustedes, cuando tendrían que ser sus jefes. Son ellos que convierten las instituciones estatales en organizaciones criminales.

Y no se frustren: No somos tontos. Las cosas realmente importantes y delicadas no hablamos por teléfono. No se olviden, algunos de nosotros venimos de donde asustaron durante los años de guerra y represión. 

Saludos, Paolo Luers

jueves, 13 de enero de 2022

Carta a quienes dieron a Nuevas Ideas el beneficio de la duda: Despierten. De Paolo Luers


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Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, jueves 13 enero 2022

Estimados amigos:

Justo antes del 16 de enero, 62 de los 84 diputados de la Asamblea votaron por abolir los Acuerdos de Paz. Bueno, no lo llaman así, porque se vería muy mal que un parlamento aboliera la paz. Ellos dicen que abolieren un decreto que declaraba el 16 de enero “Día de la Paz”, en conmemoración de la firma de los Acuerdos de Paz en 1992. Pero cuando uno ve la justificación que dieron para esta decisión, es la repetición de la descalificación que Nayib Bukele ha estado haciendo a los Acuerdos de Paz. Así que lo que realmente abolieron son los Acuerdos de Paz.

No debería sorprender esta resolución formal, porque en la práctica abolieron ya todos los contenidos de los Acuerdos de Paz. En 1992, para terminar la guerra, se abolió el militarismo, se le quitó a la cúpula militar el poder político, el poder de reprimir y el control de las fuerzas de seguridad. A esta altura, a dos años y medio de estar en la presidencia Nayib Bukele y a apenas 8 meses de estar controlando su partido Nuevas Ideas el parlamento, el militarismo está restablecido. Hoy los militares, que ahora juran lealtad a la persona del presidente, vuelven a ser el principal sostén del poder absoluto presidencial, o sea de su capacidad de ponerse encima de la Constitución, encima de la autonomía de las alcaldías, y encima de la independencia judicial…

En 1992 se abolió la represión y la persecución política. Bukele las revivió.

En 1992 se erradicó la violencia política, la censura, las detenciones arbitrarias.

Bukele abolió todas estas conquistas. Primero en la práctica, el martes de manera formal.

En 1992, los Acuerdos de Paz restablecieron las libertades fundamentales: de prensa, expresión, organización, y protesta. Dos años y medio de gobierno de Bukele bastaron para abolirlas nuevamente, porque con la toma de control de la Sala de lo Constitucional, del sistema judicial, de la Fiscalía, el ciudadano ya no tiene cómo reclamar y defender estos derechos.
Se comete una barbaridad tras otra, y no hay forma institucional de corregirlas.

Los nuevos jueces instalados en las cámaras suspenden cualquier sentencia favorable a los acusados, siempre y cuando se trate de críticos u opositores. Los jueces de paz, de instrucción y de sentencia están bajo permanentes presiones, amenazas y ofertas de prebendas, que coartan su independencia.

Las autoridades de Seguridad se niegan a acatar sentencias judiciales y mantienen arbitrariamente detenidos, incomunicados y humillados a los que están presos por razones políticas.

El fiscal general, en vez de revivir el caso archivado de las negociaciones del gobierno Bukele con las pandillas, abrió investigaciones a los fiscales que habían llevado a cabo las investigaciones.
La Asamblea celebra sesiones de comisiones especiales de investigación, que actúan como Corte de la Santa Inquisición, pero que de santa no tienen nada y de maldad mucho. En sus audiencias convierten a cualquier testigo en acusado, lo exhiben y tratan de humillarlo.

La vieja práctica de la PNC de exhibir públicamente a sus detenidos, en vez de corregirla por violatoria a los derechos humanos, la llevaron al colmo de obligar a sus detenidos a arrodillarse ante el público y las cámaras.

El militarismo y la represión están de vuelta, y el martes en la Asamblea Legislativa 62 diputados del bukelismo lo ratificaron.

Más razón de ir el domingo, 16 de enero 2022, a marchar por la defensa de la paz, la democracia y nuestras libertades. 

Saludos, Paolo Luers

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martes, 11 de enero de 2022

Carta sobre dos fechas claves: 10 y 16 de enero. De Paolo Luers


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Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, martes 11 enero 2022

Estimados amigos:

Escribo esta carta el 10 de enero 2022. Este mismo día, hace 41 años, llegué a El Salvador. Fue el día que comenzó la guerra, con la ofensiva guerrillera del 10 de enero del 1981. Yo vine para observar, con ojos y mente de periodista, pero la historia no me permitió quedarme de observador. El conflicto me absorbió, me hizo parte. No lo sabía, pero este día 10 de enero iba a cambiar mi vida. Igual que al país. Cosa que me une a esta mi segunda patria…

Para mí, el 10 de enero, cuando comenzaron a hablar las armas, tiene una fecha gemela: el 16 de enero, cuando en el año 1992 el país puso fin a este capítulo tan duro de su historia y silenció las armas. Ninguna de las dos fechas tiene sentido sin la otra.

Foto / AFP-Francisco Campos

Tiene razón Bukele cuando dice que el 16 de enero de 1992 se hizo un pacto. Pero resulta que él no entiende el contenido de este pacto. El 16 de enero de 1992 el país hizo un pacto de abandonar la guerra, el militarismo, el autoritarismo, la represión, la persecución política. El pacto era muy simple, y todos los que habíamos combatido de uno y del otro lado, lo entendimos perfectamente: la guerrilla entrega las armas y se vuelve fuerza política, dentro de un sistema democrático con reglas que todos vamos a respetar; por su parte, los militares abandonan la política, dejan de meterse en ella, y en cambio se quedan con las armas, pero sólo para proteger la soberanía del país, ya nunca para proteger a los poderosos y sus privilegios. La violencia revolucionaria como método para llegar al poder quedó abolida igual que la violencia represiva para preservar el poder. Este es el espíritu del 16 de enero, y sólo por haber llegado a este entendimiento nacional me atrevo a conmemorar también al 10 de enero. No celebro el inicio de la guerra, sino el inicio del largo camino a la paz.

Reflexionando hoy sobre todo esto, 41 años después de aquel 10 de enero y 30 años después de aquel 16 de enero, me doy cuenta que la historia ha hecho un círculo absurdo: Hoy, en enero 2022, lastimosamente estamos más cerca del 10 de enero, día que simbolizó el cierre de los espacios políticos, que del 16 de enero, cuando se abrió una nueva era que puso al centro la política, el diálogo, la tolerancia, el respeto a la diversidad y al pluralismo, y la construcción de entendimientos capaces de hacer avanzar al país.

Por esto es tan importante que este 16 de enero, a 30 años de los Acuerdos de Paz, nos unamos todos los demócratas, sin distinción de colores políticos, para asumir nuevamente el espíritu de la paz. El gobierno y todos los que lo apoyan no solo han perdido este espíritu, sino que se dedican a erradicarlo de la conciencia colectiva del país. Pero es imposible erradicar de El Salvador el amor a la paz, a la convivencia pacífica, a la unidad. Esto nos toca demostrar el domingo 16 de enero 2022 en las calles de San Salvador.

Nos vemos en la Plaza Barrios, donde hace 30 años bailamos al son de Fiebre Amarrilla y Alux Nahual, dando la bienvenida a la paz. Nunca olvidaré la emoción que todos sentimos cuando escuchamos la versión rock del “Himno a la Alegría” de Ludwig van Beethoven. ¿Cómo no vamos a luchar para recuperar este sentido de unidad y paz?

Saludos, Paolo Luers

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