Déjeme decirle: Usted es el presidente más folclórico e incompetente que hemos tenido en la Corte de Cuentas de la República. Y esto significa mucho luego de tantos personajes inadecuados que han desfilado por este cargo, como Ciro Cruz Zepeda, Hernán Contreras, Francisco Merino, y Andrés Rovira.
Quiere decir, antes de que llegara usted, ya estábamos
acostumbrado a funcionarios haciendo politiquería con la Corte de Cuentas,
chantajeando a alcaldes, protegiendo a presidentes y ministros, dando finiquitos express a unos y negándoles
finiquitos a otros. Luego de llegar los
diputados del FMLN y de Gana al colmo de cinismo de poner al cargo de la
fiscalización de los fondos públicos al presidente del partido que recibía
fondos negros para votar por las iniciativas del gobierno, la Sala de lo
Constitucional puso un candado y prohibió que la Corte de Cuentas estuviera en
manos de militantes de los partidos. Todos pensábamos que esta era la hora del
cambio y que la próxima Corte de Cuentas iba a ser compuesta por profesionales
independientes y competentes.
No contamos con la capacidad del bloque oficialista en la
Asamblea Legislativa de pervertir cualquier cosa que tocan – ni con la
ingenuidad (si no complicidad de los diputados de oposición). No contamos con
usted, don Rosalio. Francamente, nos faltaba la fantasía…
Todavía no sé qué parte de los errores de usted se debe a incompetencia profesional, qué parte a
un desequilibrio mental, qué parte a corrupción, y qué parte a su menosprecio
por los principios de la transparencia. Cuesta creer que usted no esté
consciente que no puede extender un finiquito al ex-presidente Funes, con el insólito
argumento que él como jefe del estado no ha manejado fondos estatales. Usted
sabe perfectamente que, aunque tal vez nunca haya firmado un cheque, como presidente
fue el último responsable de las decisiones sobre el uso de más de los 700
millones de dólares que podemos llamar partida secreta, caja chica de la
presidencia, maletín negro, fondos discrecionales…
Hechos notorios como el viaje a Disneylandia y el uso
privado de carros, relojes, residencias y otros artículos de lujo por parte del
entonces presidente de la República, lo obligan a usted a investigar a nombre
de quién y con qué fondos fueron adquiridos, antes de ni siquiera pensar en
extender un finiquito.
Si sumamos su actitud de guerra sucia contra dirigentes
opositores como Ana Vilma de Escobar y Norman Quijano, su insólita campaña
publicitaria para promover su candidatura para la siguiente Corte de Cuentas, y
el régimen de intimidación al que está sometiendo a los empleados de su
institución, llegamos a la conclusión que el supuesto profesional independiente, que los diputados eligieron para cumplir
con la sentencia de la Sala, resulta más incompetente y parcializado que todos
los militantes partidarios que le precedieron en la Corte de Cuentas.
A esta altura me doy cuenta que la principal crítica hay que
hacerla a los diputados que lo eligieron, y no a usted. Usted simplemente hizo
lo que corresponde a su personalidad. La culpa es de los políticos que ponen la
Corte de Cuentas en manos de un personaje tan desequilibrado como usted.
Tal vez la estadía suya en la Corte de Cuentas era necesaria
para que, a partir de la experiencia con usted, cambie la forma de elegir a los
magistrados de la Corte de Cuentas. Esta institución no puede seguir siendo
parte del botín que se reparten los partidos que forman el bloque oficialista.
ARENA y el FMLN han desgastado la institucionalidad del país componiendo Cortes
de Cuenta con corruptos e irresponsables. Es hora que ambos ahora se pongan de
acuerdo para buscar a magistrados verdaderamente independientes y que les den
el respaldo de su voto unificado.
Paolo Lüers
(Mas!/EDH)