He leído recientemente a algunos columnistas elaborar sobre el caso de Irlanda y su aplicabilidad para El Salvador. En teoría me parece que tenemos mucho que aprender de los irlandeses, tienen sentido muchas de las cosas que ellos propusieron. Sobre todo hay dos cuestiones que me gustaría resaltar. La primera es tener objetivos claros y una apuesta de país. A mi me resulta muy difícil saber cual es la apuesta de El Salvador, creo que hasta tenemos crisis de identidad. Es difícil distinguir en el discurso político actual cual es la estrategia de desarrollo del país, más allá de los esfuerzos de la Comisión Nacional de Desarrollo no veo cual es el camino. Por un tiempo, en gobiernos anteriores, pareció que había una fuerte apuesta por la maquila, con este gobierno parece haber una apuesta por el turismo y por el desarrollo del agro. Ambas cuestiones me parece que pudieran ser partes complementarias pero no centrales para El Salvador. Así que creo necesario que le gobierno -o un grupo de asesores o la misma Comisión Nacional de Desarrollo- se plantee en serio cual es la apuesta país que vamos a hacer. Esta tiene que ser independientemente del gobierno de turno, por eso tiene que ser tan bien planteada.
Fueron un conjunto de decisiones que rindieron fruto, en el largo plazo, las que han llevado a Irlanda ocupar el puesto que ocupa ahora en el mundo, y las que hicieron posible que Irlanda pasara de un país masivamente emigrante, con tasas de desempleo del 17%, a tener ahora uno de los productos internos brutos per capita más altos del mundo. Irlanda apostó por la Inversión Directa Extranjera (FDI, foreign direct investment), que ha determinado su éxito, combinado con otros factores. Uno de estos factores fue una apuesta firme por la inversión en largo plazo por la educación, la seguridad y la inclusión.
Esta inversión es el punto de partida. Irlanda no podía haber hecho esta apuesta sin haber tenido el dinero suficiente para poder invertir en educación, en seguridad y acceso para que todos los ciudadanos tengan los mismos servicios y de la misma calidad. Para que nuestro país pueda tener los recursos necesarios para hacer esta inversión se necesita un claro control de la corrupción, desde la pequeña a la grande, de raíz y sin que le tiemble el pulso a nadie. Sin que exista ese férreo control de la corrupción, difícilmente avanzaremos.
También es necesaria una mejor recolección de impuesto, hay que tener un control muy grande sobre la evasión fiscal. Y aunque es un tema tabú, tenemos que aumentar los impuestos. Irlanda logró hacer esto. A inicios de los 80s, cuando comenzó este proceso de cambio, los impuestos correspondían al 54% del PIB. Luego los han logrado reducir a que solo sean el 32%. Algunos quieren presentar a Irlanda como el ejemplo que demuestra que hay que bajar la carga fiscal. Pero Irlanda comprueba que al inicio de un proceso de desarrollo se necesita más Estado, más impuestos, más inversión estatal. Como resultado, al final se puede bajar la carga fiscal. En El Salvador estamos cercanos al 15%, difícilmente lograremos hacer algo con esto.
El país necesita que el Estado tome y garantice a los ciudadanos las condiciones mínimas suficientes para poder ejercer sus labores; y en momentos trascendentales, en que tenemos que tener una visión de país y una apuesta, es necesario tomar medidas, aunque impopulares, que nos puedan hacer llegar a donde deseamos.
En el tema de medio ambiente es claro también que la apuesta irlandesa es un buen ejemplo. En Europa en general, después de la revolución industrial casi acabaron con todos sus ecosistemas y sus ríos estuvieron altamente contaminados. Pues, sin grandes inversiones en la recuperación de estos ecosistemas no pudieran contar con la calidad de vida que ahora tienen.
Irlanda, famoso por ser verde, tuvo una gran crisis ambiental alrededor de los 80 y fue gracias que el Estado tuvo una gran capacidad para apostar e invertir que se solventó la crisis en que se encontraban. La decisión que tomaron fue en paralelo con la necesidad de atraer la inversión extranjera, y esto no fue un desincentivo, como muchas personas piensan en El Salvador. El país no se vende mejor solo con condiciones de seguridad mejores, sino con una normativa ambiental adecuada y coherente. Porque las empresas no solo viven de la ganancia, sino también del prestigio (que a fin de cuentas les traerá más ganancia).
En resumen, las lecciones de Irlanda no van solo desde la óptica de un desarrollo tradicional, sino que siempre tiene que ir de la mano de un desarrollo y la creación de una institucionalidad, bien pensada, comedida y progresista de protección del medio ambiente. No vale una cosa sin la otra. Igual no se puede pensar en medidas conservacionista estrictas sin un desarrollo productivo y económico importante.