sábado, 26 de marzo de 2011

Carta al presidente de Venezuela

Distinguido teniente coronel Hugo Chávez:

Si nuestro presidente no lo quiere invitar, lo hago yo. Debería visitar a nuestro país parta inaugurar la planta de Albapetróleo en Acajutla. Es suya, usted la pagó, ¿cómo no va a inaugurarla?

Debería hacernos esta visita por otra razón tal vez más importante: la verdad. No puede ser que luego de la larga batalla, cuando al final se logró instalar un gobierno del FMLN en El Salvador, para esta victoria histórica de la izquierda esté tomando crédito el presidente de Estados Unidos. ¿Acaso la campaña del FMLN la ha financiado Obama o el Partido Demócrata de Estados Unidos?

¿Quién ha estado a la par del liderazgo del FMLN durante los últimos 10 años, consolidándolo, financiándolo, superando las divisiones? ¿El señor Barack Obama y la señora Clinton, o el comandante Hugo Chávez?

En honor a la verdad y al mérito, usted no puede ser ninguneado por el presidente, que no quiere hacerse cargo de invitarlo al país para inaugurar la planta de petróleo que usted puso.

El FMLN le debe a usted un recibimiento igual de pomposo y más cálido que a Obama. Y el presidente, sólo para quedar bien con sus nuevos amigos en Washington, no puede ser aguafiestas en esta cita histórica que usted tendrá con sus socios salvadoreños. Socios políticos y de negocios.

Además usted nos puede traer a algunos de sus expertos en material de ingeniería electoral, a que ayuden al TSE a diseñar los mecanismos idóneos de cómo lograr una mayoría legislativa con minoría de votos. Y algunos expertos que pueden asesorar al presidente de cómo controlar, desde el ejecutivo, a la fiscalía y el órgano judicial. ¿Cómo no van a querer aprovechar la vasta experiencia que Venezuela tiene en estas materias?

Así que aquí lo esperamos con ansiedad. Por favor, no se deje confundir por las declaraciones contradictorias de nuestro presidente. Él es así. Por suerte, lo que cuenta para el futuro, no es el presidente de turno sino su partido - y este no sufre de estas ambigüedades.

Nos vemos pronto, Paolo Lüers

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