lunes, 16 de noviembre de 2009

SEXTA COLUMNA: DE GRATA RECORDACIÓN.

Han sido varias las personas que se han ido en fechas recientes dejándonos diversos recuerdos.

En el caso particular del deceso de Carlos Briones, leyendo los comentarios de amigos comunes vinculados a la universidad o a la profesión, he coincidido en apreciar la dedicación que ponía Carlos en la objetividad, en la coherencia y propiedad en el manejo de los datos y la relación entre variables económicas, y en el rigor científico de sus juicios económicos, políticos y sociales sin sesgos de ninguna clase.

Soy de quienes piensan que, ante el hecho de la muerte de un ser humano o de una persona, lo que nos queda son recuerdos, que podrían ser gratos o no gratos para decirlo de alguna manera.

Recuerdo con agrado y reconocimiento de mi parte, lo que sería tema de un homenaje póstumo colectivo, a mucha gente que he conocido a lo largo de mi vida; tantas personas que me sería difícil hacer una referencia justa sobre todas ellas.

A pesar de ello me traen gratos recuerdos: Ítalo López Vallecillos, Enrique Barrera Escobar, Mario Flores Macall, Luis Alonso Posada, Dagoberto Vega Cea, Raúl Valiente Argueta, Jorge Sol Castellanos, Julio César Oliva, Fernando Martín Espinoza Altamirano, Guillermo Manuel Ungo y Héctor Oquelí Colindres, queridos compañeros ellos, del histórico Partido Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) de El Salvador, miembro de la Internacional Socialista (IS), de la Unión Nacional Opositora (UNO) y del Frente Democrático Revolucionario (FDR).

Asimismo, recuerdo con especial agradecimiento a Rafael Menjívar, Oscar Quinteros Orellana, Carlos Alberto Rodríguez, Gilberto Cabezas Castillo, Alexander Hamilton Ross, Mario Salazar Valiente, Salvador Navarrete Azurdia, José María Méndez, Carlos Ganuza Morán, mis maestros de la Facultad de Ciencias Económicas y autoridades de la Universidad de El Salvador (UES), durante los años 60 principalmente.

Por supuesto que tengo agradables recuerdos de Ignacio Ellacuría, Luis de Sebastián, Segundo Montes, Francisco Javier Ibizate, Ignacio Martín Baró, y Amando López, para mí inolvidables autoridades y compañeros de trabajo académico en la Universidad Centroamericana de El Salvador “José Simeón Cañas” (UCA), en el transcurso de los años 70.

Sumado a lo anterior, en nuestro país han existido empresarios cuya trayectoria observé en determinados períodos y que son de grata recordación en diversos sectores de nuestra sociedad. Algunos de ellos favorecieron importantes y polémicas reformas económicas tales como la Reforma Agraria impulsada a fines de los años 60 y mediados de los 70 y promovieron políticas de mejoramiento social. Otros se inclinaron por reformas y aperturas políticas en medio de aquel escenario de “democracia restringida y excluyente” como la calificara Memo Ungo. De una forma u otra, todos ellos se encontraban vinculados a los principales gremios empresariales ahora reconocidos como la AGES, ASI, CCIES o ANEP. Desafortunadamente aquellas visiones que desde sus condiciones de agricultores, ganaderos, industriales, comerciantes, importadores, exportadores o financistas, tuvieron estos señores, sin renunciar a sus intereses particulares pero con una visión un poco más amplia, no fructificaron en aquellos momentos, razón por la cual más de alguno buscó colaborar con las filas democráticas y revolucionarias.

A principios de los años 60 observé al señor Roberto Palomo, recientemente fallecido, cuando concurría en un Volkswagen a su fábrica de Calzado Salvadoreño, S: A. (Adoc), situada en la ciudad de Soyapango, a orillas del Boulevard del Ejército. Con el tiempo supimos que era de los que opinaban favorablemente sobre la necesidad de hacer algunos cambios en la estructura agraria de producción para potenciar la demanda efectiva de bienes y servicios en el campo, y de esa manera, dinamizar el mercado interno favoreciendo el crecimiento económico del país. Cincuenta años después, transcribo y subrayo una parte de la nota periodística publicada por La Prensa Gráfica del pasado viernes, que textualmente dice:”En una entrevista periodística en la que a don Roberto Palomo se le pidió mencionar qué decisiones gubernamentales, a su juicio, podrían ayudar a mejorar la economía del país, respondió que podrían ser: atraer inversión extranjera, mejorar la seguridad ciudadana, apoyar a los sectores productivos, mejorar las políticas impositivas, agilizar la inversión pública, fomentar la competitividad, hacer funcionar el Puerto de la Unión e incrementar el salario mínimo”.

Se trata, a mi juicio, de una especie de plataforma económica integral sintetizada, desde la perspectiva de un industrial experimentado.

Por ello, recordando gratamente esta clase de empresarios, me pregunto:¿ Habrá entre los actuales dirigentes gremiales de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador, Asociación Salvadoreña de Industriales y Asociación Nacional de la Empresa Privada, personas capaces de hacer suyo este planteamiento en toda su dimensión?