Estimado don Oscar:
entiendo perfectamente que usted se asustó y encachimbó cuando le despertaron en la madrugada poniéndole en la puerta de su casa a un presidente en pijamas...
Ante las cámaras del mundo dijo lo que tuvo que decir para confortar a su colega Zelaya y para regañar a los golpistas hondureños por despertarlo a hora no cristiana.
Ya el día siguiente, en Managua, mantuvo más bien silencio ante las cátedras de democracia impartidas por los comandantes Raúl Castro, Hugo Chávez y Daniel Ortega.
Déjeme adivinar: Detrás de la cara de chucho triste que puso en Managua, usted estaba pensando: “A este sindicato de presidentes en peligro de que los echen no me uno. Yo ni ejército tengo para hacerme golpe...”
Es exactamente por eso que usted es el más indicado para buscar una solución pacífica para Honduras. Usted es el mediador ideal, porque no tiene velas en este velorio.
Ya que Washington le dio el respaldo para su rol de mediador, usted tiene la llave en sus manos. Si tiene el valor de actuar en contra de la corriente marcada por los comandantes, otros presidentes de la región se van a salir del guión que Hugo Chávez ha escrito para la escalada y regionalización del conflicto en Honduras.
Suerte, don Oscar, ¡por algo es Nobel de paz!
Paolo Lüers
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