Este pasado veinte de febrero, queda marcado en los anales históricos de la diáspora centroamericana que reside en los Estados Unidos de América, como el despertar de un nuevo gigante dormido. Ese gigante es la nación de centroamericanos de la clase pobre, compuesta por héroes campesinos, obreros y estudiantes, que por dos siglos en las fronteras centroamericanas, han sufrido las iniquidades del desprecio social, las opresiones antidemocráticas, las angustias de la pobreza y las frustraciones de sueños truncados debido a la ignorancia que produce la falta de educación.
La mayoría de políticos centroamericanos, han aplicado a nuestras sociedades, políticas públicas que producen mas inmigrantes a este país y eso nos fortalece, porque cada día somos una nación más grande y con mayores recursos, y como tal, es nuestra responsabilidad histórica, adoptar un compromiso político de unidad, el cual, nos produzca definir que ahora es nuestro turno histórico de incidir en el destino de las patrias que amamos y que con nuestros sacrificados dólares ayudamos a construir y desarrollar.
Debemos utilizar los medios democráticos en nuestro poder para trascender e incidir políticamente en el destino de nuestros países, así, en este siglo podremos instituir junto a aquellos representantes democráticamente electos en las fronteras centroamericanas nuestra visión y nuestra aspiración de crear una Centroamérica próspera, innovadora, educada y democrática, que sea líder y ejemplo en el continente.
El precedente histórico más importante de la recién celebrada primera cumbre internacional de la diáspora centroamericana en la Organización de Estados Americanos - OEA, consiste en la muestra de responsabilidad política establecida por los organizadores, quienes patrióticamente han asumido el compromiso, de hacer a un lado las ideologías políticas y favoritismos o indiferencias partidarias, que dividen a los centroamericanos en el exterior y como diáspora buscamos estrechar nuestras manos a los servidores públicos que representan a la nación centroamericana y velan por los intereses de nuestras familias en Estados Unidos y en las fronteras patrias.
Este hecho de altura política, lo demostró el acto remarcable, de entrega del premio excelencia presidencial de parte del director del octavo sector del partido político salvadoreño Alianza Republicana Nacionalista – ARENA, Dr. Eduardo López-Rajo, al excelentísimo presidente de la república de El Salvador, Dr. Elías Antonio Saca, premio que recibió el embajador de ese país, Lic. Rene León y que consecuentemente, de parte este su servidor, se entregó el mismo premio en reconocimiento a la excelencia presidencial, al histórico líder revolucionario y excelentísimo presidente de la república de Nicaragua, José Daniel Ortega Saavedra, premio recibido en su nombre por el embajador Lic. Denis Moncada.
Este gesto simboliza lo que como lideres centroamericanos nos proponemos y que consiste en manifestar que todos somos importantes para conquistar nuestros ideales por romper las cadenas de la pobreza, de la dependencia internacional, de la corrupción institucional, del crimen organizado y la violencia social, entre muchos otros.
El presidente Saca y el presidente Ortega, simbolizan el antagonismo político en la región que nos vio nacer y aquí la diáspora ha descubierto que ese antagonismo ideológico es sano, si los intereses del pueblo que lideran se anteponen a los intereses particulares de sus partidos políticos y abren las puertas a la gobernabilidad democrática.
El éxito de este proyecto político, que encierran las cumbres centroamericanas que desarrollaremos en los próximos años, no puede ser medido en un solo evento, sino en la trascendencia del trabajo que hemos iniciado y que esperamos brinde en un futuro próximo con la colaboración de nuestros gobiernos, la seguridad migratoria que millones esperan en este país, la oportunidad de invertir con confianza nuestros ahorros en Centroamérica y así contribuir a la creación de empleo y desarrollo económico, la satisfacción de ser altamente educados y no permitir que la ignorancia limite nuestros sueños en la vida, pero sobretodo fortalecer la democracia que para las nuevas generaciones de Centroamericanos es un regalo precioso, otorgado por el derramamiento de sangre de cientos de miles de héroes que ofrecieron el más sublime sacrificio humano en la búsqueda y conquista de la Libertad, el respeto y la justicia.
Este es un momento histórico para la diáspora centroamericana en Estados Unidos. Los mozos obreros convertidos en empresarios, las sirvientas convertidas en maestras, los campesinos convertidos en activistas comunitarios, los estudiantes convertidos en políticos y cada uno de aquellos centroamericanos que se encuentran en el proceso de alcanzar sus sueños, son los que conforman al gigante que ahora despierta.
Los invito a que se conviertan en lideres de la diáspora, a que se interesen por su destino, y que sean próceres de la nueva Centroamérica que deseamos constituir en el siglo XXI.
El ideal de Francisco Morazán, por instituir una República Centroamericana vital y progresista, es una realidad vivida cada día por la diáspora, no como república, sino como nación. Aquí hemos descubierto que no somos paisanos guatemaltecos o hondureños o salvadoreños o nicaragüenses o ticos, sino que todos somos hermanos, somos centroamericanos, en búsqueda de las mismas aspiraciones, exitosos en nuestras mismas conquistas y victimas de las mismas iniquidades de una sociedad que aún no nos asimila y respeta como nos merecemos, pero que nos da la oportunidad de vencer la pobreza y contribuir al desarrollo de Centroamérica.
Somos una diáspora histórica y ahora existe un liderazgo que representa esos ideales, los organizadores de la histórica primera cumbre internacional de la diáspora centroamericana tuvimos la satisfacción y trascendental oportunidad de reunir a un grupo representativo de alto poder político y empresarial centroamericano, ellos ahora conocen lo que la diáspora aspira y se han comprometido a construir juntos una nueva nación.