Faltan pocos días para que las y los electores salvadoreños, acudamos a las urnas para votar y elegir al Presidente y al Vicepresidente de nuestra República para los próximos cinco años. Este evento forma parte de la modalidad democrática de gobierno que se encuentra vigente en El Salvador actualmente. He observado esta campaña electoral con el mayor cuidado que me ha sido posible, y debo hacer notar que durante más de un año, el partido político participante denominado FMLN, ha ido varios pasos adelante del partido ARENA.
Insisto en precisar la condición de partido electoral del FMLN, porque dejó de ser un Frente político militar hace muchos años y porque, además, no ha podido o no ha querido contribuir a la construcción de una alianza o coalición político electoral de partidos legalmente constituidos para ampliar las posibilidades de lograr la alternancia en el ejercicio del poder en El Salvador. No olvidemos que el FMLN ha perdido las tres últimas elecciones presidenciales, es decir, en todas las que ha participado desde su inscripción legal. Además, al calor de la campaña, algunas personas tratan de emular al FMLN con la UNO, pero el actual FMLN, orgánica y políticamente, dista mucho de la Unión Nacional Opositora de los años setenta, que derrotara al PCN en dos elecciones presidenciales, obligándolo a implementar sendos fraudes electorales en 1972 y 1977. Sin embargo hay que recalcar que, tanto en aquellas circunstancias como ahora, el eje principal de las campañas oficialistas y de los sectores capitalistas tradicionales, en contra del adversario político, ha sido el anticomunismo, aplicado a toda manifestación opositora con perspectiva de poder, llevado al extremo de convertirlo en una especie de ideología.
Hecha esta aclaración, decía que: El FMLN seleccionó y lanzó en primer lugar a sus candidatos a Presidente y Vicepresidente, propició o permitió la conformación de un Movimiento de Amigos de Mauricio, organizó la consulta ciudadana para estructurar su Programa de Gobierno, estableció contactos y concitó apoyos con significativos sectores de Salvadoreños en el Exterior, solicitó y llevó a cabo reuniones con importantes funcionarios del Departamento de Estado de los Estados Unidos de América, propició y realizó giras de acercamiento con Gobiernos Europeos de diferentes signos políticos, inició intercambios de ideas con primordiales Empresarios Salvadoreños, ejecutó giras de acercamiento con Gobernantes de América Latina y Centroamérica, sostuvo contactos con importantes Empresarios Extranjeros, realizó entrevistas con destacados medios de comunicación internacionales, ha desarrollado los puntos estratégicos de su Plan de Gobierno, y sobre esa base logró un posicionamiento político con una ventaja significativa y sostenida, que ha tenido un importante tropiezo en el hecho de no haber renovado su propuesta política para la Alcaldía de San Salvador, cuyo desempeño no convenció a la mayoría de votantes de la Capital, a pesar de tener elementos capaces de superar esos déficit y a pesar de contar con proyectos atractivos para el electorado capitalino.
Mientras este proceso se desarrollaba, el partido ARENA hacía lo propio, teniendo que luchar con el desgaste natural de cuatro períodos de gobierno y, sobre todo, con sus cuestionables resultados en lo económico, lo político, lo social, lo ambiental y lo administrativo público. Este partido seleccionó a su candidato a Presidente y también a su candidato a Vicepresidente en procesos controversiales, presentó tarde su Plan de Gobierno y no ha tenido el despliegue de relaciones políticas y públicas que requieren las circunstancias, por tanto, ha estado en desventaja en la mayoría de sondeos sobre preferencias electorales durante la mayor parte de la campaña; sin embargo, su triunfo en San Salvador le ha refrescado y por sobre todo cuenta con el respaldo incondicional de diversos y poderosos actores económicos, sociales y políticos, que le han hecho la contra campaña permanente al FMLN. La mayoría de Instituciones Gubernamentales, es decir, del aparato de gobierno, los más influyentes medios de comunicación televisados, hablados y escritos, la gran mayoría del empresariado salvadoreño, vale decir, el gran capital y sus aliados externos, y el propio aparato partidario de ARENA, se han coordinado para desatar, principalmente durante las últimas seis semanas, una especie de ventarrón propagandístico en el que casi no hay límites de ninguna naturaleza.
En casi todo tipo de expresión pública, ya se trate de programas de gobierno, declaraciones presidenciales o ministeriales, editoriales, entrevistas, artículos de opinión, noticieros, campos pagados, columnas periodísticas, caricaturas, programas especiales, conferencias, foros, paneles, correspondencia empresarial, comunicaciones electrónicas, etc., se tergiversa o se falta a la verdad, se carga la mano o se cargan los dados en contra del partido opositor identificándole con otros partidos políticos extranjeros, discursos y lineamientos políticos de mandatarios extranjeros, y no hay ningún escrúpulo para acusarles de asesinatos masivos y de toda clase de desatinos e incapacidades a los adversarios políticos que podrían hacer efectiva la alternancia mediante elecciones democráticas y en paz relativa por primera vez ¡ desde 1931 por lo menos!
Para impedir un posible triunfo de la oposición se hace acopio de todo tipo de recurso, a sabiendas que el oficialismo no tiene nada más que ofrecer y sí muchas cuentas que rendir y, probablemente muchos intereses creados que perder. Incluso se trata de sostener argumentos, a todas luces fuera de lugar, como el de que estaríamos eligiendo entre dos sistemas, y que se debe votar con sabiduría y sensatez, por supuesto siempre que el voto sea para el oficialismo y en contra de los comunistas. Y hay más, se dice que se debe preservar nuestro sistema de libertades.
En mi caso particular, que posiblemente compartirán muchas personas, reconozco que en El Salvador existe un conjunto de derechos y libertades en diversos ámbitos y dentro de los límites que marca la ley, y todo ello habría que preservarlo. Sin embargo, libertades fundamentales que tienen que ver con la elección de mandatarios, algunas manifestaciones de la libertad de expresión, la organización laboral en diversos sectores de la economía particularmente del agro, la libertad de competencia antimonopolista, y el libre acceso a la información pública, entre otras, de hecho se coartan y nos han sido conculcadas a la mayoría de la población durante décadas. Aunque no nos guste, nuestro país se parece en eso a algunos países gobernados por partidos comunistas. Habría que cambiar tal situación.
En El Salvador los cambios de gobierno han sido casi siempre dentro del mismo partido político, al grado que el actual Presidente ha maniobrado hasta la saciedad para garantizar la continuidad de su círculo de poder. Asimismo, opino que es falso que el 15 de marzo nos toque elegir entre capitalismo y socialismo, o entre democracia y dictadura, puesto que El Salvador es un país inequívocamente capitalista, cuya naturaleza del estado es republicana y su forma de gobierno democrática y representativa. Y aunque lo que voy a afirmar es discutible, lo que tiene sentido político en nuestro contexto es trabajar por las reformas, de toda naturaleza, que nos permitan avanzar hacia un capitalismo moderno y desarrollado, profundizar la democracia y redistribuir la riqueza socialmente generada.
Independientemente de que algunas personas representativas del FMLN consideren que este partido es “alternativa” al capitalismo predominante, ninguna revolución social de carácter socialista de las que ha habido y triunfado en el mundo se ha logrado por medio de las urnas o ha sido promovida por un partido que forma parte del esquema electoral. Todas esas revoluciones socialistas en Rusia, China, Vietnam, y Cuba para el caso, han sido el resultado de condiciones muy adversas para las masas populares y han sido dirigidas por entidades políticas o partidos extra parlamentarios, y aquellos países socialistas que todavía permanecen y presentan altas tasas de desarrollo económico, paradójicamente lo han conseguido con base en relaciones capitalistas de producción.
Sería de esperar que a estas alturas de la historia salvadoreña el partido ARENA, haciendo acopio de sabiduría, abandonase su anticomunismo a ultranza, dejase de ser como esa arena que sirve para cargar los dados dolosamente, y le permitiese a la ciudadanía salvadoreña apta, elegir sin imposiciones, libre y democráticamente su futuro gobierno, ya que si la oposición pierde estas elecciones de la manera que ha sido tradicional en este país, El Salvador habrá perdido una vez más la oportunidad de avanzar por la democracia, el desarrollo y la paz.