“Les mando todo cariño y mi apoyo, tengan mucho cuidado please”. Esta fue una de las impresiones que surgieron al saber que el movimiento ciudadano estaba por manifestarse en contra de la aprobación del decreto 743, promocionado por la Asamblea y sancionado por el Presidente.
El único cuidado que debíamos tener era no manchar la concentración de civiles con ninguna ideología partidaria. Y lo logramos.
Algunos entrevistadores nos llaman los jóvenes universitarios que nunca se habían pronunciado. Probablemente nuestro Presidente nos escuchó y por eso nos exhortó a preocuparnos por temas más importantes en el país. También reaccionaron los diputados y uno de ellos nos dijo que no estábamos organizados y que éramos muy pocos. Probablemente los Magistrados sintieron nuestro apoyo y no vacilaron en declarar la inaplicabilidad del decreto.
Lo más importante es que todos fuimos parte de un quiebre histórico en la ciudadanía salvadoreña. ¡Reaccionamos! ¡Nos pronunciamos! ¡Fuimos tolerantes y nos unimos por un solo fin! Ahora, la pregunta, ¿Qué tiene que pasar en El Salvador para que los jóvenes reaccionen? ¡Ya tiene respuesta!
En ambas concentraciones (viernes y domingo) nos caracterizó que cada uno de nosotros estaba consciente e indignado por el atropello a nuestra Constitución. Habíamos llegado por nuestra propia cuenta, convencidos de nuestro derecho a manifestarnos y nuestro deber de defender los principios que rigen nuestro país.
Jóvenes conscientes que piensan y toman acción, eso fuimos nosotros, una amenaza para los que se aprovechan de un sistema de justicia basado en la desinformación y la pasividad de los ciudadanos.
Durante las concentraciones personificamos nuestros “pensamientos de 140 letras” al socializarlos y discutirlos con los demás, nos dimos ánimos, nos encontramos que gente que creíamos que no le interesaban esos temas estaba ahí con la misma indignación que todos, nos conocimos, nos dimos nuestras cuentas de tuiter, y además vimos un gran potencial en lo que estaba sucediendo: jóvenes universitarios y profesionales académicamente muy preparados estábamos reunidos y unidos por una misma causa. Simplemente: potente.
Este fue el nacimiento de una nueva fuerza ciudadana sensata en sus intenciones y con mucha capacidad de incidencia. Conformada por jóvenes muy preparados e informados pero que nunca habíamos dado un paso más allá de decir “Hey, tenemos que hacer algo”. Y eso hay que reconocerlo pero sobre todo capitalizarlo.
El siguiente paso es no caer en el error de querer burocratizar el movimiento con una estructura demasiado compleja, tampoco confundirlo con el surgimiento de una ONG, al contrario, este movimiento ciudadano se tiene que abrir más a más jóvenes universitarios y profesionales cuidando que la camiseta que llevaremos puesta siempre será la azul que representa a nuestra nación. Indudablemente necesitamos más organización y a un equipo coordinador que pueda orientar al resto. Vernos las caras en un aula de una universidad o en una sala de juntas sería bastante sano después de estos 2 pronunciamientos.
Sin participación ciudadana no hay democracia. Y sin información y acción tampoco hay ciudadanía. Esta es nuestra oportunidad para fortalecer nuestra democracia y romper con la cultura de sentirnos incapaces de generar incidencia y además poder demostrar que la mayor cantidad de poder está en los ciudadanos, en nosotros.
Todos sabemos que la gran apuesta para estas próximas elecciones no son los candidatos. La gran apuesta para las elecciones del 2012 es hacer que más ciudadanos puedan ejercer un voto informado, consciente y responsable. La decisión por quién votar ya no debe estar basada únicamente en lo que nos dicen en las campañas, ni en la limitada visión de la realidad que nos construyen los medios de comunicación más importantes.
Sigamos informándonos, sigamos pronunciándonos, sigamos exigiendo, que así se forja el rumbo del país. Y así fortaleceremos un elemento que tanto le hace falta a nuestro sistema democrático: una ciudadanía despierta, consciente, activa y que realmente contribuya al sistema de pesos y contrapesos.
(El autor es Director Social de Un Techo Para Mi País)