El nicaragüense Gustavo Ochoa, de 23 años, que llegó en 2004 a Madrid, tiene una pena. "Hay mucho desconocimiento en el exterior de lo que ocurre en mi país", comenta. El estudiante de Psicología explica: "No hay comparación entre la vida aquí y la de Nicaragua. La gente se va no por buscar un futuro mejor, sino para buscar un futuro a secas".
Los datos respaldan su argumento. Nicaragua, el país más grande de Centroamérica, es el segundo más pobre del continente. Su producto interior bruto (PIB) por habitante apenas supera los 700 euros, según el Banco Mundial. El equivalente a un cuarto de su población (unos 5,6 millones de habitantes) vive en el extranjero y la democracia adolece de una preocupante debilidad institucional cuyo paradigma es el ataque a la prensa independiente.
30 años después del inicio de la revolución sandinista, "el Gobierno [del aún sandinista Daniel Ortega] ha concentrado las pautas publicitarias en medios de comunicación afines a su política y utiliza la publicidad oficial como un mecanismo de castigo contra la prensa crítica", según un informe de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Al respecto, Douglas Carcache, jefe de Información del diario nicaragüense La Prensa, afirma que en su país sí hay libertad de expresión, pero matiza que es una libertad bajo acoso: "El temor a las amenazas del Gobierno han conducido a algunos medios a la autocensura".
Rosario Murillo, primera dama y portavoz del Estado, controla la agenda política; ningún funcionario puede hablar con los periodistas sin su consentimiento. La información oficial no es transparente, pero es la única que hay. Francisco Chamorro, director de El Nuevo Diario, explica: "Dependemos de los medios de comunicación del Gobierno para saber lo que hace el presidente". Murillo justifica el bloqueo informativo con la excusa de que, al contrastarla, los medios independientes "corrompen" la información.... (leer nota completa en El País)
Los datos respaldan su argumento. Nicaragua, el país más grande de Centroamérica, es el segundo más pobre del continente. Su producto interior bruto (PIB) por habitante apenas supera los 700 euros, según el Banco Mundial. El equivalente a un cuarto de su población (unos 5,6 millones de habitantes) vive en el extranjero y la democracia adolece de una preocupante debilidad institucional cuyo paradigma es el ataque a la prensa independiente.
30 años después del inicio de la revolución sandinista, "el Gobierno [del aún sandinista Daniel Ortega] ha concentrado las pautas publicitarias en medios de comunicación afines a su política y utiliza la publicidad oficial como un mecanismo de castigo contra la prensa crítica", según un informe de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Al respecto, Douglas Carcache, jefe de Información del diario nicaragüense La Prensa, afirma que en su país sí hay libertad de expresión, pero matiza que es una libertad bajo acoso: "El temor a las amenazas del Gobierno han conducido a algunos medios a la autocensura".
Rosario Murillo, primera dama y portavoz del Estado, controla la agenda política; ningún funcionario puede hablar con los periodistas sin su consentimiento. La información oficial no es transparente, pero es la única que hay. Francisco Chamorro, director de El Nuevo Diario, explica: "Dependemos de los medios de comunicación del Gobierno para saber lo que hace el presidente". Murillo justifica el bloqueo informativo con la excusa de que, al contrastarla, los medios independientes "corrompen" la información.... (leer nota completa en El País)