Es falacia o mala intención decir “los partidos políticos cometen violencia electoral”, o “los partidos tienen a pandilleros en sus columnas de propaganda, pinta y pega.”
Es doblemente falso. Primero, porque no son “los partidos” - sólo contra el FMLN pesan denuncias y evidencias de este tipo. Es el FMLN que ha tratado de marcar ‘territorios liberados’, donde no quieren dejar entrar libremente a los activistas de otros partidos. Donde los reciben a pedradas.
Segunda falsedad: El problema no es que de repente, sin que el partido lo pueda controlar, aparezcan pandilleros en sus brigadas de pinta y pega. El problema es mucho más grave: Hay municipios, donde la estructura local del FMLN y pandilla se traslapan. Donde la pandilla es parte del plan territorial del partido. Y al revés.
Por lo tanto, no es suficiente que el candidato a la presidencia por el FMLN exprese su rechazo al uso de la violencia en la campaña de su partido. Tiene que exigir e imponer medidas estructurales. Si no puede ni siquiera poner orden en su partido, ¿cómo gobernará?
Después de los ataques violentos de activistas del FMLN a una caravana arenera en Meanguera, Morazán, su candidato presidencial condenó los hechos y exigió una investigación. No sé si hubo investigación, pero que yo sepa, ningún funcionario local del FMLN ha sido relevado por los hechos violentos en Meangura. Ni por otros incidentes.
Así como el FMLN, a pesar de sus golpes de pecho, nunca sancionó a sus funcionarios que fungieron como enlaces y pagadores de la Brigada Limón de Mario Belloso, igual no se sabe nada de sanciones contra los alcaldes y dirigentes partidarios que trabajan con pandilleros.
En los medios allegados al FMLN se puede leer frases como: “¿Cuál es el problema que un pandillero haga pinta y pega a favor de un partido? ¿Es eso un crimen? ¿Viola la ley?” dice ContraPunto. Y cita al Procurador para la Defensa de los Derechos Humanos, Oscar Luna: “Por el hecho de pertenecer a una pandilla no se le puede negar la participación electoral o afiliarse a un partido político”. Tiene razón el procurador, el Estado no puede intervenir - mientras no se cometen delitos. Pero el partido, si no quiere pandilleros como militantes o activistas, no tiene porque esperar que cometan delitos. Puede (y debe) cerrarles las puertas, a menos que está interesado en el efecto de intimidación que tiene la presencia de pandilleros y encapuchados en sus brigadas de proselitismo.
El editor de ContraPunto, Juan José Dalton, da otro paso más en esta batalla por la percepción pública de la violencia electoral: de la defensa pasa a la ofensiva y denuncia que los militantes del FMLN están sufriendo atentados “al estilo de los escuadrones de la muerte.” En un artículo en el diario español El País, Dalton ‘reporta’ lo siguiente: “La actual campaña electoral en El Salvador atraviesa por momentos de tensión. El asesinato de dos activistas del ex guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) puede marcar el inicio del retorno a la guerra sucia que impusieron los escuadrones de la muerte y los comandos urbanos rebeldes antes y durante la guerra civil...”
Están hablando de un doble asesinato den Yamabal, Morazán. Palabras mayores para un caso trágico, en el cual no sólo la policía sino también los ex-guerrilleros de Morazán no ven ningún indicio de que se trate de violencia política. Más bien lo ven en el contexto del activar de pandilleros y del crimen organizado en la zona.
Quien escribe como Juan José Dalton del “inicio del retorno a la guerra sucia” entre escuadroneros y comandos urbanos está literalmente jugando con fuego. Quien habla, como Juan José Dalton en El País, de “hombres fuertemente armados y vestidos con ropas negras, similares a la de las fuerzas especiales de la policía”, está jugando además con la institucionalidad de la policía, sin que existe un sólo indicio (fuera de la maliciosa fantasía del autor de esta ‘noticia’) de que la PNC esté teniendo participación alguna en la violencia política y electoral.
Suerte que esta ‘noticia’ sólo salió en España. En su propio medio en El Salvador no se atrevió publicarla Dalton. En ContraPunto se limitan a citar una denuncia hecha por parte del FMLN sobre “la campaña de amenazas y atentados contra militantes de nuestro Partido y los sectores populares y democráticos de nuestro país, que constituye un severo retroceso al espíritu de los Acuerdos de Paz de 1992".
El colmo del cinismo es el siguiente párrafo en la nota de ContraPunto sobre la denuncia del FMLN: “De confirmarse un nexo político, estos serían los primeros muertos que deja la polarizante campaña electoral que atraviesa El Salvador.” No cuenta el activista del FDR asesinado en San Martín. Tampoco está comprobado el nexo partidario de los pandilleros acusados de este asesinato. Pero el activista e hijo de un candidato del FDR indudablemente fue asesinado mientras se dedicaba a proselitismo electoral. En el caso de Yamabal no hay ningún indicio de esto.
Así que cuando les hablen denunciando ‘guerra sucia’, no se fíen. Podrían ser guerreros sucios.
(El Diario de Hoy, Observador Electoral)
Es doblemente falso. Primero, porque no son “los partidos” - sólo contra el FMLN pesan denuncias y evidencias de este tipo. Es el FMLN que ha tratado de marcar ‘territorios liberados’, donde no quieren dejar entrar libremente a los activistas de otros partidos. Donde los reciben a pedradas.
Segunda falsedad: El problema no es que de repente, sin que el partido lo pueda controlar, aparezcan pandilleros en sus brigadas de pinta y pega. El problema es mucho más grave: Hay municipios, donde la estructura local del FMLN y pandilla se traslapan. Donde la pandilla es parte del plan territorial del partido. Y al revés.
Por lo tanto, no es suficiente que el candidato a la presidencia por el FMLN exprese su rechazo al uso de la violencia en la campaña de su partido. Tiene que exigir e imponer medidas estructurales. Si no puede ni siquiera poner orden en su partido, ¿cómo gobernará?
Después de los ataques violentos de activistas del FMLN a una caravana arenera en Meanguera, Morazán, su candidato presidencial condenó los hechos y exigió una investigación. No sé si hubo investigación, pero que yo sepa, ningún funcionario local del FMLN ha sido relevado por los hechos violentos en Meangura. Ni por otros incidentes.
Así como el FMLN, a pesar de sus golpes de pecho, nunca sancionó a sus funcionarios que fungieron como enlaces y pagadores de la Brigada Limón de Mario Belloso, igual no se sabe nada de sanciones contra los alcaldes y dirigentes partidarios que trabajan con pandilleros.
En los medios allegados al FMLN se puede leer frases como: “¿Cuál es el problema que un pandillero haga pinta y pega a favor de un partido? ¿Es eso un crimen? ¿Viola la ley?” dice ContraPunto. Y cita al Procurador para la Defensa de los Derechos Humanos, Oscar Luna: “Por el hecho de pertenecer a una pandilla no se le puede negar la participación electoral o afiliarse a un partido político”. Tiene razón el procurador, el Estado no puede intervenir - mientras no se cometen delitos. Pero el partido, si no quiere pandilleros como militantes o activistas, no tiene porque esperar que cometan delitos. Puede (y debe) cerrarles las puertas, a menos que está interesado en el efecto de intimidación que tiene la presencia de pandilleros y encapuchados en sus brigadas de proselitismo.
El editor de ContraPunto, Juan José Dalton, da otro paso más en esta batalla por la percepción pública de la violencia electoral: de la defensa pasa a la ofensiva y denuncia que los militantes del FMLN están sufriendo atentados “al estilo de los escuadrones de la muerte.” En un artículo en el diario español El País, Dalton ‘reporta’ lo siguiente: “La actual campaña electoral en El Salvador atraviesa por momentos de tensión. El asesinato de dos activistas del ex guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) puede marcar el inicio del retorno a la guerra sucia que impusieron los escuadrones de la muerte y los comandos urbanos rebeldes antes y durante la guerra civil...”
Están hablando de un doble asesinato den Yamabal, Morazán. Palabras mayores para un caso trágico, en el cual no sólo la policía sino también los ex-guerrilleros de Morazán no ven ningún indicio de que se trate de violencia política. Más bien lo ven en el contexto del activar de pandilleros y del crimen organizado en la zona.
Quien escribe como Juan José Dalton del “inicio del retorno a la guerra sucia” entre escuadroneros y comandos urbanos está literalmente jugando con fuego. Quien habla, como Juan José Dalton en El País, de “hombres fuertemente armados y vestidos con ropas negras, similares a la de las fuerzas especiales de la policía”, está jugando además con la institucionalidad de la policía, sin que existe un sólo indicio (fuera de la maliciosa fantasía del autor de esta ‘noticia’) de que la PNC esté teniendo participación alguna en la violencia política y electoral.
Suerte que esta ‘noticia’ sólo salió en España. En su propio medio en El Salvador no se atrevió publicarla Dalton. En ContraPunto se limitan a citar una denuncia hecha por parte del FMLN sobre “la campaña de amenazas y atentados contra militantes de nuestro Partido y los sectores populares y democráticos de nuestro país, que constituye un severo retroceso al espíritu de los Acuerdos de Paz de 1992".
El colmo del cinismo es el siguiente párrafo en la nota de ContraPunto sobre la denuncia del FMLN: “De confirmarse un nexo político, estos serían los primeros muertos que deja la polarizante campaña electoral que atraviesa El Salvador.” No cuenta el activista del FDR asesinado en San Martín. Tampoco está comprobado el nexo partidario de los pandilleros acusados de este asesinato. Pero el activista e hijo de un candidato del FDR indudablemente fue asesinado mientras se dedicaba a proselitismo electoral. En el caso de Yamabal no hay ningún indicio de esto.
Así que cuando les hablen denunciando ‘guerra sucia’, no se fíen. Podrían ser guerreros sucios.
(El Diario de Hoy, Observador Electoral)