El 28 de marzo de 1982 la junta revolucionaria de gobierno en El Salvador, convocó a elecciones democráticas con el propósito de crear una asamblea constituyente, la cual, encaminaría el país hacia un estado democrático después de décadas de dictaduras militares
El entonces recién fundado FMLN, bajo su principio leninista y revolucionario, se oponía radicalmente al proceso democrático, incluso atacó militarmente diferentes centros de votación en toda la nación e impidió por la fuerza a miles de ciudadanos su participación a ese histórico día cívico. El resultado de esas elecciones fue abrumador en términos democráticos; ochenta por ciento de la población votó y con ello, se legitimaron institutos políticos de derecha, centro e izquierda ideológica, los cuales, en unos meses redactarían una nueva constitución que fundaría la nueva república democrática y le daría la oportunidad al pueblo de elegir a un presidente constitucional.
En unos años el histórico líder demócrata cristiano Napoleón Duarte recibiría de parte del pueblo un apoyo absoluto en las elecciones presidenciales que lo convertiría en la figura política más popular de la época, sin embargo, la corrupción generalizada en todas las carteras del estado, provocaría que por medio del voto, el pueblo salvadoreño, le quitara el poder político y se lo otorgara al partido de derecha ARENA, que por veinte años, desde entonces, ha gobernado.
Este año el pueblo salvadoreño se enfrenta a un reto democrático importante, ya qué, está en sus manos la distribución del poder político, al celebrarse este próximo domingo elecciones para elegir diputados a la asamblea legislativa y alcaldes para administraciones municipales, y en marzo la elección presidencial.
En una sociedad polarizada políticamente como se ha convertido la salvadoreña actualmente, las decisiones democráticas juegan un rol fundamental para el bienestar de sus habitantes, por lo que es vital que la población sea responsable en la elección de sus representantes públicos, hagan a un lado sus pasiones enfermizas por colores partidarios y elijan sin ceguera ideológica.
En San Salvador, en dos administraciones, la alcaldesa ha demostrado que es incapaz de resolver los problemas trascendentales de la ciudad, como son: la recolección de basura, el ordenamiento de transito vehicular y peatonal, el ordenamiento de comerciantes en las calles, la proliferación de la prostitución, la venta de drogas, el crimen común, etc., por lo que es fundamental para la superación y protección de cada capitalino el realizar un cambio de administración.
En la elección de alcaldes, es objetivo e inteligente votar por un candidato que ofrezca un programa concreto para resolver los problemas sin importar que partido representa y dejar así el fanatismo ideológico, que hiere el espíritu nacional.
La elección de diputados, ofrece una oportunidad valiosa para empezar a despolarizar la sociedad, al balancear el poder político, fortaleciendo a los partidos de centro derecha como el PDC y centro izquierda como el CD y FDR. Estos tres partidos políticos podrían vitalizar el órgano legislativo de manera que los intereses del pueblo estarían ampliamente representados y mejor aun, el debate político tomaría una magnitud diversa, democrática.
Una decisión democrática del pueblo salvadoreño, que personalmente desearía ver, es la reducción legislativa o eliminación completa del Partido de Conciliación Nacional, PCN, el cual, ha causado tanto daño político al pueblo de El Salvador, con sus posiciones descaradas de oportunismo y extorsión política.
La breve historia democrática de El Salvador demuestra un entusiasmo legitimo por el pueblo para mantener un sistema democrático, y aun cuando, el actual FMLN, mantiene una campaña electoral promoviéndose con una imagen democrática, una mayoría legislativa seria muy peligrosa para la democracia en El Salvador. No se debe ignorar que en la carta de principios el FMLN se define como un partido revolucionario y socialista. Ese principio no ha sido cambiado y los salvadoreños en el exterior que creemos en la libertad y la democracia, tenemos la responsabilidad de advertir a nuestros familiares de ese hecho político que muchos desconocen para que lo tomen en cuenta al momento de ejercer el voto.