El presidente de Venezuela se ha salido con la suya. Hugo Chávez ha conseguido que la Asamblea Nacional apruebe el proyecto de modificaciones a la Constitución que puso en marcha con urgencia. El 2 de diciembre de 2007 perdió un referéndum que lo habilitaba para quedarse en el poder, y decidió volverlo a intentar después de las elecciones regionales del pasado 23 de noviembre. Entonces sugirió a los suyos que se pusieran las pilas para lograr ser reelegido indefinidamente a través de una minúscula "enmienda" constitucional. Al principio les pidió que arreglaran la cosa para que fuera él sólo quien consiguiera perpetuarse como mandamás. Viendo que las cosas podían salirle mal, aceptó que el apaño les sirviera también a gobernadores y alcaldes.
Bajando el petróleo a velocidad constante, y temiendo decepcionar a cuantos seduce con sus programas sociales, a Chávez le interesaba que la reforma se aprobara ya mismo (en febrero). Dicho y hecho. El Consejo Electoral recibió el jueves el encargo de la Asamblea Nacional (dominada por el partido de Chávez) para convocar un referéndum (previsiblemente) el 15 del mes que viene.
He aquí lo que se preguntará entonces a los votantes de Venezuela: "¿Aprueba usted la enmienda de los artículos 160, 162, 174, 192 y 230 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, tramitada por la Asamblea Nacional, que amplía los derechos políticos del pueblo con el fin de permitir que cualquier ciudadano o ciudadana, en ejercicio de un cargo de elección popular, pueda ser sujeto de postulación como candidato o candidata para el mismo cargo por el tiempo establecido constitucionalmente dependiendo de su posible elección exclusivamente del voto popular?".
La pregunta se las trae incluso para un especialista en Kant, que ha de repasarla varias veces hasta entender que lo que se pretende saber es si los venezolanos dan luz verde para que Chávez pueda seguir gobernando in saécula seculórum. Ampliar "los derechos políticos del pueblo", "permitir que cualquier ciudadano o ciudadana", "elección popular", "voto popular"... Mucha monserga para aturdir. Y podría conseguirlo, como consiguen tantas cosas los pesados. ¡Qué sí!, podrían decir, pero cállese, por favor.
(El País, Madrid)