El 1 de mayo publiqué una carta a Usted. Muchos me dijeron que pecaba de ingenuo al pensar que usted iba a aprovechar su presencia en la tradicional marcha del 1 de mayo para dar un mensaje no tradicional, sino más bien de confianza al país.
Usted hizo lo contrario y dio la razón a
este escepticismo. Así como en Roma habló como si fuera creyente, el 1 de mayo
usted adoptó el lenguaje de los miles de sindicalistas y militantes del partido
que estaban marchando en la calle. Como ha estado afuera tanto tiempo, tal vez
no se dio cuenta: el país estaba esperando un presidente que toma las cosas en
sus manos, pero usted les dio un discurso de activista y resentido social. La
regó.
Yo no se lo digo con ganas de joder, sino
queriendo hacerle entender que está cometiendo un error. Usted gana las
elecciones, y luego de unas declaraciones muy bien recibidas por todos sobre la
necesidad del diálogo y de acuerdos nacionales... se va para Cuba. Luego de
tres semanas de ausencia y silencio suyo, durante los cuales se incrementaron
los homicidios, ataques a policías y ajusticiamientos de pandilleros, surgen de
nuevo los fantasmas de Sombra Negra y toques de queda, todo el mundo espera con
ansiedad las palabras, los anuncios y las medidas de su presidente electo.
Usted viene al país, pero solo de escala. Va a la marcha del 1 de mayo, se echa
un discurso de cajón (más bien una serie de consignas) sobre la lucha de la
clase trabajadora – y el mismo día se va para Venezuela.
Así no se vale, presidente electo. Así
dejó a toda la gente sola con sus angustias y su incertidumbre.
Yo no me arrepiento de mis palabras de la
última carta: Si usted toma el liderazgo con sensatez y palabras que transmiten
confianza y sinceridad, “todos le vamos a conceder el beneficio de la duda. Si
además nos presenta un equipo confiable de personas que estará componiendo el
gabinete de seguridad, todos (incluso adversarios políticos como yo) le
ofreceríamos cualquier tipo de ayuda para detener la escalada de violencia,
para calmar las angustias de todos, y para bajar la tensión en los barrios y
las calles.”
Esta es la única manera para enfrentar la
situación de inseguridad, miedo, desconfianza, incertidumbre que se ha
apoderado de los ciudadanos y que hay que cambiar si queremos volver a
echar a
andar nuestra economía. Le repito el mismo llamado, aunque ya me entran dudas,
luego de escucharlo hablar el 1 de mayo como si fuera opositor, y no el futuro
presidente. Usted no puede tener un discurso para el Papa, otro para Venezuela,
otro para el diálogo nacional, y otro para la calle. Tiene que tener un sólo
discurso, y tiene que ser firme, coherente, abierto y sincero.
Luego de verlo el 1 de mayo, ya da miedo
imaginarse qué va a decir en Caracas para quedar bien con los que controlan la
chequera petrolera. Pero, presidente electo, no se puede quedar bien con Dios y
el diablo.
Hay otra cosa que le quiero mencionar: No
sé si usted se fijó en el contingente del magisterio dentro de la marcha del 1
de mayo. Sus pancartas y consignas reclamaron: Hemos pasado 5 años sin ministro
de educación a tiempo completo... Bueno, le estaban hablando a usted. Y yo me
pregunto: Ahora que será presidente, ¿lo será a tiempo completo, o seguirá
viajando mientras otros medio se encargan del gobierno?
Repito lo que le dije hace dos días: “Lo
que el país ya no aguanta es vacío de poder y de liderazgo.” No luego de 5 años
de Funes.
Buen viaje, y por favor, no diga ni
haga nada en Venezuela que luego le haga estorbo aquí. Saludos, Paolo Lüers
(Mas!/EDH)