Las pruebas de independencia de su partido que Funes ha dado hasta ahora, en 22 meses de gobernar, no son suficientes. Eran pruebas falsas. Por ejemplo: el presidente decidió, en contra de la línea oficial del FMLN, que su gobierno no tocará ni la dolarización ni el TLC. Pero el FMLN nunca tuvo la intención real de volver al Colón o a salir del TLC. El FMLN es demasiado realista para saber que, aunque no le guste, sin dolarización y TLC el país se hunde. Sólo que no lo quieren decir en público. Así que prefirieron concederle a Funes la oportunidad de mostrar su independencia.
Otro ejemplo: La negativa de Funes a mover un dedo para una iniciativa política y legislativa de levantar la ley de Amnistía, la cual el FMLN declara culpable de la supuesta falta de reconciliación en el país y del fenómeno de la impunidad que hoy en día gozan narcos, pandilleros, ministros del gobierno anterior... Pero esto tampoco no vale como prueba real de independencia, porque lo que menos quiere el FMLN es la suspensión de la Ley de Amnistía, ya que buena parte de su dirigencia tendría que enfrentar juicios, juntos con los ex-militares.
¿Qué otras pruebas ha dado? Siempre se menciona como logro del presidente el hecho que no estamos afiliados al ALBA de Hugo Chávez. ¿Es una muestra de independencia del presidente? No. En el caso más positivo es muestra que él no cree en el invento del Socialismo del Siglo 21 ni en la paja del bolivarianismo. Si somos menos optimistas, es muestra de que la maniobra del FMLN y de Funes es simplemente más sofisticada que la apuesta de Evo Morales o Daniel Ortega, quienes simplemente se subordinaron a Chávez. Aquí mostraron más capacidad política: el partido se queda afiliado al chavismo, y el presidente se desmarca, ofreciéndose así a Washington como aliado. Pero al mismo tiempo Funes no interviene, por nada, en los negocios de Albapetroleo que el FMLN SA. de CV. hacen con Chávez SA. de CV.
Es más, el presidente Funes da otra ‘muestra de independencia’ diciendo que no va a apoyar ni financiar a su partido FMLN en las campañas electorales, pero le permite al partido hacerse una inmensa caja de guerra lavanda los millones de dólares que Chávez le da mediante Albapetroleo.
El presidente ha regañado, incluso de mala manera, a varios de los ministros, incluyendo al ministro de educación y vicepresidente Salvador Sánchez Cerén. ¿Pero alguien ha visto que les haya corregido la plana en sus ministerios? A ningún ministro del FMLN lo ha tratado con tanto irrespeto, pasándose encima de su autoridad institucional, como al ministro de Economía, el doctor Héctor Dada. Y no es precisamente porque en los ministerios dirigidos por el FMLN, como educación o seguridad, se esté haciendo un trabajo impecable...
Resumiendo, el presidente tal vez ha dado muestras de independencia del partido, pero del minúscolo Cambio Democrático, no del poderoso FMLN.
Hoy es su gran oportunidad de comprobar su independencia. No sólo del partido FMLN, sino también de los partidos que muchos ven como satélites de Casa Presidencial, incluso financiados por Casa Presidencial: GANA, PCN, PDC. Es más, puede marcar distancia crítica, no sólo de los partidos que le dan gobernabilidad, sino de la partidocracia como tal. Sólo tiene que vetar la ‘reforma’ electoral, con la cual estos partidos pretender mantener el férreo control de las direcciones partidarias sobre sus partidos, sobre el legislativo y sobre el país...
Los partidos de esta infeliz coalición están desafiando la constitucionalidad del país para mantener el sistema de la partidocracia contra el mandato de reforma que dio la Sala de lo Constitucional, y en contra de la ciudadanía que exige democratización y transparencia en los partidos.
Ahora vamos a ver de qué lado está el presidente Funes en este conflicto. Y de una sola vez vamos a medir su grado de independencia del FMLN y de los demás partidos de su coalición gubernamental. Puede ser que el precio de la precaria gobernabilidad que tiene este gobierno es que el presidente avale la inconstitucionalidad. En caso que Funes decida no vetar la reforma que no es reforma.
Esto sería verdaderamente grave. Mejor no tener gobernabilidad que tenerla al precio de la inconstitucionalidad.
Está en manos del presidente. Puede vetar la reforma y poner todo su capital político en juego para convencer a sus partidos que no sigan insistiendo en mantener viva la partidocracia inconstitucional. Esto sí sería una muestra de independencia y de vocación democrática.
(El Diario de Hoy)