jueves, 17 de marzo de 2011

Carta a los ex-presidentes Alfredo Cristiani, Armando Calderón Sol y Francisco Flores

Señores presidentes:

Les escribo nuevamente, siempre en el mismo asunto del Consejo Consultivo convocado por el residente Funes. Porque ahora todo cambió: Aunque mal hecha, antes era una invitación del presidente Funes a ustedes a acompañarlo en un Consejo Consultivo. Ahora es una orden. Una orden presidencial: “Los ex presidentes están obligados, históricamente y políticamente, a ayudarme”, dijo Mauricio Funes según La Prensa Gráfica del 15 de marzo.

Ustedes habían insistido que, antes de considerar integrarse a un Consejo, el presidente tenía que recibirlos privadamente para buscar una acuerdo sobre la constitución de tal Consejo Consultivo.

Aunque de malas ganas y modales, el presidente les hizo caso: “Los voy a recibir como un acto de cortesía política”, declaró Funes, pero inmediatamente agregó que su búsqueda de incluirlos no es porque necesite consejo para gobernar...

Sigamos leyendo el artículo de La Prensa Grafica: “’La consulta a los ex presidentes no es porque son una especie de sabios que tienen la solución para todo; más bien es para involucrarlos en la solución de los problemas porque tienen responsabilidad de la comisión de lo mismos’, expresó Funes, al responsabilizar a los gobiernos anteriores de problemas que él ha encontrado en el Estado.”

Los invita, pero acusándolos de ser los culpables de los problemas que enfrenta y no sabe solucionar.

Ya la primera vez era claro que la verdadera intención del presidente no era que ustedes se integren a un Consejo Consultivo, sino más bien provocar que no participen, para luego poder señalar que la oposición no tiene voluntad de concertación. Si, no, hubiera hecho la convocatoria de otra manera.

Ahora se confirma esta tesis. Lanza la segunda invitación diciendo que no los necesita para solucionar los problemas, sino para tener a quien echar la culpa.

Si un presidente hace todo lo posible para provocar que ustedes no participen, lo más inteligente sería hacer lo contrario: aceptar el reto, voltearle la mesa y convertirla en un tribunal sobre la falta de rumbo de este gobierno.

Saludos, Paolo Lüers

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