En Nicaragua, como se sabe, desde el Pacto Alemán-Ortega (1999-2000) todos los poderes del Estado están integrados por miembros escogidos directamente por los dos caudillos. Desde esas fechas, ambos acordaron repartirse por parte iguales todas las instituciones. De manera que cada órgano del Estado está integrado públicamente por dos bancadas, una que obedece directamente a Alemán y otra a Ortega. En estas condiciones se ejerce la Justicia, se fabrican o negocian los fallos, se “organizan” las elecciones y la lectura de sus resultados, en la fallida democracia Nicaragüense.
Apenas iniciado el período presidencial de Daniel Ortega (enero 2007), sus operadores políticos plantearon públicamente que el presidente iniciaría tempranamente las negociaciones con su socio Arnoldo Alemán, a fin de introducir en el parlamento un proyecto de Reformas a la Constitución, cuyo eje central sería la reforma del artículo 147 CN, que de manera expresa prohíbe la reelección continua y que inhibe cualquier pretensión del Presidente Ortega al próximo período.
Durante todo el año 2008 la opinión pública conoció una y otra vez los términos del mercadeo político entre ambas fuerzas, que conduciría de manera invariable a la introducción en el parlamento del proyecto de reformas y su aprobación. Sin embargo, el año concluyó sin reformas en el espacio autorizado para hacerlo, el Parlamento.
Resulta que las acciones fraudulentas que acompañaron el proceso de elecciones municipales de noviembre de 2008, que hicieron perder al liberalismo más de 40 alcaldías, debilitó las capacidades de maniobras de Alemán en su propio partido, cuyas bases, líderes intermedios y no pocos dirigentes nacionales, exigían una inmediata actitud de ruptura de la política de pactos de Alemán con Ortega.
El fraude en las elecciones municipales --que muchos denunciaron, incluso, como concertado con Alemán-- limitó la capacidad de transacción de Alemán. Ni siquiera las amenazas del Presidente de mandarlo nuevamente a la cárcel hicieron posible el acuerdo sobre las reformas. Las presiones internas e internacionales que reclamaban solución al fraude bloquearon --al menos temporalmente-- las posibilidades de negociar un nuevo Pacto.
Los procedimientos del poder absoluto
Sin previo acuerdo con Alemán no existía ninguna posibilidad de presentar y aprobar en el parlamento las reformas buscadas por Ortega. La situación súbitamente quedó congelada. “Que diga qué quiere el Dr. Alemán, si quiere negociar otro pacto, pero las reformas deben darse”, reclamaba públicamente el principal operador político de Ortega y vicepresidente de la Corte Suprema de Justicia.
El impasse temporal y la imprudencia de algunos dirigentes sandinistas como Tomás Borge proclamando una virtual candidatura de Rosario Murillo ante la eventual imposibilidad de la candidatura de Ortega, dejaron entrever demasiado temprano qué ambiciones y fisuras podrían poner en riesgo la armonía y la unidad del danielismo. En el círculo íntimo del presidente sonaron fuertes las alarmas. Se estaba poniendo en entredicho la eterna candidatura de Daniel, su proyecto personal y político.
Súbitamente y ante el asombro de todo el país, el lunes 19 de octubre, seis miembros de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, tres propietarios y tres suplentes, todos ellos danielistas, daban a conocer el fallo de un supuesto recurso de amparo que habría sido introducido por el presidente y sus alcaldes. Nadie en el país conocía del supuesto Amparo introducido horas antes ante el Consejo Supremo Electoral y que ahora había sido conocido por la Sala Constitucional con la notoria e inexplicable ausencia de los tres miembros propietarios del partido Liberal de Arnoldo Alemán.
En el más absoluto secreto, en menos de 48 horas hábiles, dos poderes del Estado habían conocido y evacuado un Recurso de Amparo de trascendencia nacional e internacional. La Sala Constitucional informaba a la sorprendida clase política y a la boquiabierta opinión pública, que el Presidente y sus alcaldes pueden presentarse como candidatos, si así lo desean, para las próximas elecciones. Por la unanimidad de estos seis miembros, la “Corte” --pero de Ortega-- había fallado a favor de los supuestos recurrentes. Sin que nadie se diera cuenta, la Constitución venía de ser reformada por un insólito, ilegal e ilegítimo procedimiento.
Apenas iniciado el período presidencial de Daniel Ortega (enero 2007), sus operadores políticos plantearon públicamente que el presidente iniciaría tempranamente las negociaciones con su socio Arnoldo Alemán, a fin de introducir en el parlamento un proyecto de Reformas a la Constitución, cuyo eje central sería la reforma del artículo 147 CN, que de manera expresa prohíbe la reelección continua y que inhibe cualquier pretensión del Presidente Ortega al próximo período.
Durante todo el año 2008 la opinión pública conoció una y otra vez los términos del mercadeo político entre ambas fuerzas, que conduciría de manera invariable a la introducción en el parlamento del proyecto de reformas y su aprobación. Sin embargo, el año concluyó sin reformas en el espacio autorizado para hacerlo, el Parlamento.
Resulta que las acciones fraudulentas que acompañaron el proceso de elecciones municipales de noviembre de 2008, que hicieron perder al liberalismo más de 40 alcaldías, debilitó las capacidades de maniobras de Alemán en su propio partido, cuyas bases, líderes intermedios y no pocos dirigentes nacionales, exigían una inmediata actitud de ruptura de la política de pactos de Alemán con Ortega.
El fraude en las elecciones municipales --que muchos denunciaron, incluso, como concertado con Alemán-- limitó la capacidad de transacción de Alemán. Ni siquiera las amenazas del Presidente de mandarlo nuevamente a la cárcel hicieron posible el acuerdo sobre las reformas. Las presiones internas e internacionales que reclamaban solución al fraude bloquearon --al menos temporalmente-- las posibilidades de negociar un nuevo Pacto.
Los procedimientos del poder absoluto
Sin previo acuerdo con Alemán no existía ninguna posibilidad de presentar y aprobar en el parlamento las reformas buscadas por Ortega. La situación súbitamente quedó congelada. “Que diga qué quiere el Dr. Alemán, si quiere negociar otro pacto, pero las reformas deben darse”, reclamaba públicamente el principal operador político de Ortega y vicepresidente de la Corte Suprema de Justicia.
El impasse temporal y la imprudencia de algunos dirigentes sandinistas como Tomás Borge proclamando una virtual candidatura de Rosario Murillo ante la eventual imposibilidad de la candidatura de Ortega, dejaron entrever demasiado temprano qué ambiciones y fisuras podrían poner en riesgo la armonía y la unidad del danielismo. En el círculo íntimo del presidente sonaron fuertes las alarmas. Se estaba poniendo en entredicho la eterna candidatura de Daniel, su proyecto personal y político.
Súbitamente y ante el asombro de todo el país, el lunes 19 de octubre, seis miembros de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, tres propietarios y tres suplentes, todos ellos danielistas, daban a conocer el fallo de un supuesto recurso de amparo que habría sido introducido por el presidente y sus alcaldes. Nadie en el país conocía del supuesto Amparo introducido horas antes ante el Consejo Supremo Electoral y que ahora había sido conocido por la Sala Constitucional con la notoria e inexplicable ausencia de los tres miembros propietarios del partido Liberal de Arnoldo Alemán.
En el más absoluto secreto, en menos de 48 horas hábiles, dos poderes del Estado habían conocido y evacuado un Recurso de Amparo de trascendencia nacional e internacional. La Sala Constitucional informaba a la sorprendida clase política y a la boquiabierta opinión pública, que el Presidente y sus alcaldes pueden presentarse como candidatos, si así lo desean, para las próximas elecciones. Por la unanimidad de estos seis miembros, la “Corte” --pero de Ortega-- había fallado a favor de los supuestos recurrentes. Sin que nadie se diera cuenta, la Constitución venía de ser reformada por un insólito, ilegal e ilegítimo procedimiento.
Democracia de Pan y Miedo
El golpe de mano de Ortega, sin duda, había calculado bien los riesgos y sobretodo las debilidades del adversario. En la semana anterior, la última encuesta nacional confirmaba que éste es un gobierno sin partidos políticos de oposición. Estos últimos, todos juntos, no superan actualmente el 20% de respaldo de la opinión pública. La actitud política de los ciudadanos está como nunca fragmentada, dividida y sobretodo desmovilizada y sin liderazgo alternativo. Daniel Ortega, que no logra aumentar su caudal de respaldo, en el tercer año de gestión, al menos parece conservar sus niveles históricos de apoyo. La encuesta nacional confirmó una vez más, el desprecio de los ciudadanos por su actual clase política y las instituciones del Estado, de la que sólo se salvan Ejército y Policía.
El Presidente tenía la absoluta certeza, que en el ámbito nacional, el fallo, un golpe de Estado a la Constitución, no tendría de inmediato ninguna reacción importante que lo pusiera en peligro. Hasta ahora, además, el menor intento de movilización de la oposición, se ha encontrado con las fuerzas de choque danielistas, que vapulean, agreden y sacan de circulación a quien ose salir a las calles, si no es para apoyar al gobierno. El cálculo previó matemáticamente el silencio y el miedo.
Al tercer año de la proclamada “nueva revolución” Nicaragua sigue siendo el segundo país mas pobre del hemisferio. En estas condiciones, para la mayoría pobre, el pan, es muchísimo mas importante que la democracia y eso lo sabe muy bien el danielismo. El empleo – cuando se tiene – hay que preservarlo como un tesoro más importante que la Constitución. Si en algo Daniel es insuperable, es en su dominio de los temores y fantasmas de los pobres, que en Nicaragua son la mayoría.
Por ello, en medio de la crisis económica, el gobierno hace esfuerzos, con su política social, para garantizarse el respaldo de una buena parte de los más pobres. Los programas conocidos como Hambre Cero, Usura Cero, las mejoras en educación y salud, son políticas públicas clientelares. Abiertamente orientadas a sostener el caudal electoral de apoyo al régimen.
Estas políticas, se entrelazan con aquellas --más sustantivas-- destinadas a favorecer a los más ricos. Nunca el capital financiero criollo y el sector empresarial, han gozado de tanta estabilidad como ahora. Capitalistas y gobernantes marchan increíblemente de la mano, bajo la orientación estratégica de los programas del FMI. En el tercer año de “revolución” ni un solo pelo ha sido tocado al Capital. Al contrario, Ortega incluso paga sin falta a los banqueros una deuda interna fraudulenta, así tenga que disminuir la inversión en salud o educación. El presidente sabe que los intereses de toda esa gente están al menos por ahora, de su lado.
Los sectores más representativos del capital nunca como ahora se han sentido más seguros, con un Presidente, otrora dirigente revolucionario, convertido ahora con sus allegados en nuevos e importantes empresarios y que administran de forma totalmente PRIVADA – y sin control de nadie - el fondo generoso de cooperación venezolano que supera los 500 millones de dólares.
La clase política pactista y corrupta comenzando por Alemán vacilan a la hora de poner en peligro los privilegios acumulados. El fallo de la Corte curiosamente es la mejor puerta de entrada a una nueva candidatura de Alemán a la presidencia en 2011. Los sectores medios, como siempre, presos del temor y del miedo. Primero de la crisis global y sus consecuencias locales en la economía. Temerosos de perder empleos y estabilidad prefieren el silencio. Inmovilizadas, víctimas de pánico, por las amenazas públicas de las fuerzas de choque del danielismo.
Al interior del FSLN, salvo honrosas excepciones, lealtad y disciplina política van de la mano con el puesto de trabajo en el sector público o en las organizaciones sociales. Más abajo, el acceso al crédito, a los beneficios de los programas sociales, pasan por el filtro vigilante de los Consejos del Poder Ciudadano, que dirige la esposa del Presidente.
En suma, en el plano interno, la correlación de fuerzas es por ahora adversa a la democracia. Por la derecha, porque buena parte de sus principales intereses están representados en las políticas sustantivas del gobierno. Por la izquierda, porque de entrada Ortega ha mantenido un feroz cerco que ha impedido hasta ahora construir fuerzas alternativas de izquierda con acumulado suficiente para enfrentársele.
En verdad, el que Daniel Ortega pueda o no ser candidato en 2011 no ha sido ni debería ser un asunto esencial. El peligro real para Nicaragua es que una reelección más, una segura reedición del fraude, sólo pueden conducir al resurgimiento de sistemas dictatoriales. El peligro real es el establecimiento del autoritarismo, es la construcción de una nueva casta dinástica. Es la privatización absoluta del Frente Sandinista. Es la implantación de un régimen basado en el miedo y las amenazas de la represión. Son los intentos por politizar y subordinar a Ortega, a las fuerzas armadas. Es imponer la corrupción de las instituciones como forma de la democracia. Es en definitiva, el mantenimiento del mismo orden económico con retorica populista.
Por todo lo anterior es la hora de la resistencia.
El Presidente tenía la absoluta certeza, que en el ámbito nacional, el fallo, un golpe de Estado a la Constitución, no tendría de inmediato ninguna reacción importante que lo pusiera en peligro. Hasta ahora, además, el menor intento de movilización de la oposición, se ha encontrado con las fuerzas de choque danielistas, que vapulean, agreden y sacan de circulación a quien ose salir a las calles, si no es para apoyar al gobierno. El cálculo previó matemáticamente el silencio y el miedo.
Al tercer año de la proclamada “nueva revolución” Nicaragua sigue siendo el segundo país mas pobre del hemisferio. En estas condiciones, para la mayoría pobre, el pan, es muchísimo mas importante que la democracia y eso lo sabe muy bien el danielismo. El empleo – cuando se tiene – hay que preservarlo como un tesoro más importante que la Constitución. Si en algo Daniel es insuperable, es en su dominio de los temores y fantasmas de los pobres, que en Nicaragua son la mayoría.
Por ello, en medio de la crisis económica, el gobierno hace esfuerzos, con su política social, para garantizarse el respaldo de una buena parte de los más pobres. Los programas conocidos como Hambre Cero, Usura Cero, las mejoras en educación y salud, son políticas públicas clientelares. Abiertamente orientadas a sostener el caudal electoral de apoyo al régimen.
Estas políticas, se entrelazan con aquellas --más sustantivas-- destinadas a favorecer a los más ricos. Nunca el capital financiero criollo y el sector empresarial, han gozado de tanta estabilidad como ahora. Capitalistas y gobernantes marchan increíblemente de la mano, bajo la orientación estratégica de los programas del FMI. En el tercer año de “revolución” ni un solo pelo ha sido tocado al Capital. Al contrario, Ortega incluso paga sin falta a los banqueros una deuda interna fraudulenta, así tenga que disminuir la inversión en salud o educación. El presidente sabe que los intereses de toda esa gente están al menos por ahora, de su lado.
Los sectores más representativos del capital nunca como ahora se han sentido más seguros, con un Presidente, otrora dirigente revolucionario, convertido ahora con sus allegados en nuevos e importantes empresarios y que administran de forma totalmente PRIVADA – y sin control de nadie - el fondo generoso de cooperación venezolano que supera los 500 millones de dólares.
La clase política pactista y corrupta comenzando por Alemán vacilan a la hora de poner en peligro los privilegios acumulados. El fallo de la Corte curiosamente es la mejor puerta de entrada a una nueva candidatura de Alemán a la presidencia en 2011. Los sectores medios, como siempre, presos del temor y del miedo. Primero de la crisis global y sus consecuencias locales en la economía. Temerosos de perder empleos y estabilidad prefieren el silencio. Inmovilizadas, víctimas de pánico, por las amenazas públicas de las fuerzas de choque del danielismo.
Al interior del FSLN, salvo honrosas excepciones, lealtad y disciplina política van de la mano con el puesto de trabajo en el sector público o en las organizaciones sociales. Más abajo, el acceso al crédito, a los beneficios de los programas sociales, pasan por el filtro vigilante de los Consejos del Poder Ciudadano, que dirige la esposa del Presidente.
En suma, en el plano interno, la correlación de fuerzas es por ahora adversa a la democracia. Por la derecha, porque buena parte de sus principales intereses están representados en las políticas sustantivas del gobierno. Por la izquierda, porque de entrada Ortega ha mantenido un feroz cerco que ha impedido hasta ahora construir fuerzas alternativas de izquierda con acumulado suficiente para enfrentársele.
En verdad, el que Daniel Ortega pueda o no ser candidato en 2011 no ha sido ni debería ser un asunto esencial. El peligro real para Nicaragua es que una reelección más, una segura reedición del fraude, sólo pueden conducir al resurgimiento de sistemas dictatoriales. El peligro real es el establecimiento del autoritarismo, es la construcción de una nueva casta dinástica. Es la privatización absoluta del Frente Sandinista. Es la implantación de un régimen basado en el miedo y las amenazas de la represión. Son los intentos por politizar y subordinar a Ortega, a las fuerzas armadas. Es imponer la corrupción de las instituciones como forma de la democracia. Es en definitiva, el mantenimiento del mismo orden económico con retorica populista.
Por todo lo anterior es la hora de la resistencia.
(El Nuevo Diario, Nicaragua. La autora fue comandante sandinista, viceministra de la Presidencia y Ministra de Asuntos Regionales en los años 82-90. Ahora dirige el movimiento opositor Movimiento por el Rescate del Sandinismo.)