Hace apenas unos años sus triunfos electorales sorprendieron al mundo y marcaron una ruta que, luego, en tropel habría de seguir América Latina. Una izquierda heterogénea –donde se podían encontrar desde ex guerrilleros hasta ex priistas– había logrado establecer, por fin, un diálogo efectivo con la ciudadanía, al grado de obtener su aval en las urnas y romper la inercia típica de la izquierda contestaria esa que vivía, de fractura en fractura, orgullosa de sus derrotas.
Texto completo en el diario MILENIO de México
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