Igual podría estar hablando de El
Salvador: otro país dividido, donde la gente está frustrada de la polarización
– y donde ustedes, los mercaderes de ilusiones, tratan de vendernos que la
receta es “unidad”. No estoy hablando solamente del candidato que puso esta
palabra incluso de nombre a su movimiento. No, estoy hablando de todos los
candidatos y algunos intelectuales que hablan de construir consensos e incluso
pactos de nación...
A mi nunca me han gustado estos
discursos. Casi siempre son mentirosos. Esto es lo que cae mal en esta campaña:
Ninguno de los 3 candidatos habla claro, los programas de gobierno casi no se
distinguen, hay que adivinar las verdaderas intenciones de cada uno...
Nos viene como anillo al dedo la frase de
mi colega venezolano: “El único consenso que se requiere en democracia es
alrededor de las reglas de juego con las que se dirimirán los disensos.”
La receta no es unidad, sino reglas
claras. No es pacto nacional, sino seguridad jurídica. No es consenso, sino mecanismos
confiables para resolver o administrar las diferencias.
Y ahí está la deficiencia, tanto en
Venezuela como en El Salvador: No funcionan bien las instituciones encargadas
de dirimir las diferencias y conflictos. Bueno, en Venezuela han dejado de
funcionar del todo como mecanismos democráticos y se han convertido en
mecanismos de control del gobierno sobre la sociedad. Aquí no estamos tan mal,
pero tampoco estamos bien. Aquí, con justa razón, tenemos muy poco confianza en
la Fiscalía, en la Corte de Cuentas, en el Tribunal Electoral, en la Asamblea –
que son las instituciones creadas para dirimir los disensos, para garantizar
seguridad jurídica, para proteger las libertades...
Entonces, no haremos caso a los discursos
de ustedes que prometen falsos consensos. Mejor pondremos atención a las
medidas prácticas que fortalezcan la independencia de las instituciones de
control.
A los candidatos no les pedimos cuentos
da hada de unidad, sino los interrogamos sobre qué están dispuestos a hacer
para que las instituciones (fiscalía, Corte de Cuentas, Corte Suprema, Tribunal
Electoral..) sean entidades
profesionales, independientes – verdaderos árbitros, a cuyo juicio todos
podemos confiar y supeditarnos.
A los candidatos hay que interrogarnos
sobre qué van a hacer para que todos, incluyendo ellos mismos, estén plenamente
subordinados al principio que la última palabra sobre conflictos de
constitucionalidad la tengan los magistrados de la Sala de lo Constitucional -
y no el presidente de la República, ni la Asamblea, ni tampoco los plebiscitos
que quieren algunos importar...
Para resumir: El principio que hay que
buscar con urgencia no es el consenso, sino la libertad de disentir y reglas
claras para administrar el pluralismo.
Así que, no nos vendan recetas
demagógicas.
Paolo Lüers
Paolo Lüers
(Más!/EDH)