¿Y qué hubiera pasado si el año pasado ARENA te hubiera hecho caso y te hubiera nombrado candidato presidencial? ¿Estarías ahora corriendo contra Elías Antonio Saca? ¿Estarías hoy, como candidato presidencial de ARENA, haciendo lo posible de perder contra Saca – o estarías haciendo lo posible para derrotar a este hombre a quien el sábado pasado juraste lealtad?
Cualquier se hace estas preguntas al
verte como compañero de fórmula de Saca. Resulta sospechoso que alguien el año
pasado hizo campaña para conseguir la candidatura presidencial de su partido, y
cuando no lo logra, se da vuelta 180 grados y corre en contra de su partido.
¿Es legítimo esto? Bueno, cada uno tiene libertad de cambiar sus opciones políticas. Y esto, obviamente, incluye
el derecho al suicidio político.
¿Te recuerdas? Cuando todavía estabas en
campaña interna en ARENA, corriendo como precandidato, Paco Flores te dijo: No
puedes ser nuestro candidato, porque no tienes el compromiso de derrotar a
Saca. Luego contó Walter Araujo en público que estas palabras de Paco Flores te
impactaron tanto que luego renunciaste al partido. Viéndolo desde la
perspectiva de hoy, las palabras de Flores y la decisión de ARENA fueron muy
sabias. Ellos necesitaban un candidato dispuesto a enfrentar y derrotar a Saca.
Nunca vamos a saber con qué intenciones
trataste de convertirte en candidato de ARENA, ni desde qué momento estás con
Saca.
Para cerrar voy a citar de la última
carta que te mandé en mayo de este año, cuando anunciaste tu apoyo a Saca:
“Dos veces peleaste en ARENA contra la
maldita tradición de poner a dedo sus candidatos. Y terminas a la par del
hombre que no sólo hizo lo mismo, dejándote a vos colgado de la brocha y
poniendo de dedo a Rodrigo Ávila, sino que luego llevó al extremo esta
práctica: Ahora Saca es el caudillo que se autoproclama candidato y de dedo
pone movimiento, alianzas, programa, candidato a vice y equipo de gobierno.
¿Te suena el término del 'Síndrome de
Estocolmo'?”
Veamos en Wikipedia: “El síndrome de
Estocolmo es una reacción psicológica en la cual la víctima de un secuestro, o
una persona retenida contra su voluntad, desarrolla una relación de complicidad,
y de un fuerte vínculo afectivo con quien la ha secuestrado.”
Saludos, Paolo Lüers
(Más!/EDH)
@paololuers