“Yo no puedo luchar, pero tú sí.” Esta
frase escribiste en octubre del 2012 en una carta abierta desde la cárcel,
donde el Hugo Chávez te tiene como rehén desde el 2004. Por crímenes que no
solamente no cometiste, sino que tú como oficial de la policía metropolitana de
Caracas trataste de evitar que francotiradores chavistas cometieran contra una
manifestación anti-Chávez. Tu pecado, Iván: eres el obstáculo para que la gran
mentira sobre la masacre del puente Llaguno se convierta en verdad oficial. Si
Iván Simonovis y los otros comisarios no estuvieran presos, se caería la
leyenda oficial que los chavistas nada tenían que ver con la masacre.
Por esto te echó preso Hugo Chávez.
Murió, y sigues de rehén, porque el nuevo presidente, Nicolás Maduro, tampoco
se atreve liberarte, a pesar del estado crítico de tu salud...
Qué cosa más irónica: Estás literalmente
pagando los pecados de los mismos que te tienen preso, para esconder sus
crímenes cometidos hace 11 años en los turbulentos días del golpe de Estado
contra Chávez y su regreso triunfante...
Tus palabras “yo no puedo luchar, pero tú
sí” han tenido un impacto profundo en Venezuela. Ivana, tu hija de 14 años, las
tomó de manera literal y personal y apareció en todos los noticieros tratando
de entregar una carta a Maduro. Los artistas del país se unieron a la acción de
Ivana, asumiendo tu defensa. Tu mujer Bony ya tiene 8 años de luchar por la
libertad de los presos políticos. Los dirigentes de la oposición hablan todos
los días de tu caso. En las manifestaciones los estudiantes llevan tu foto.
Tu grave estado de salud, resultado de
las pésimas condiciones de tu cautiverio, obligó al gobierno a trasladarte de
las bartolinas del Servicio de Inteligencia Bolivariana, donde pasaste 8 años
en aislamiento y privado de luz natural, a la prisión militar de Ramo Verde, que tiene mejores
condiciones, y recientemente a un hospital militar. Pero no tienen la capacidad
humana de dejarte libre para recuperar, en el seno de tu familia y con médicos
de tu confianza, tu salud. Te tienen miedo y no saben que, estando preso, los
tienes en la defensiva permanente. La mano dura que te aplican, aparte de
injusta, es inútil, porque el mundo la entiendo como muestra de debilidad y
culpa.
Te deseo que tengas la fuerza para
aguantar y vivir hasta el momento que este régimen colapse, entre otras razones
por su trato inhumano a los presos políticos.
No están solos, Iván Simonovis, ni tú ni
tu familia, ni tus camaradas en las cárceles.
Saludos desde El Salvador te manda Paolo
Lüers