martes, 11 de junio de 2013

Carta a Miguel Peñalba

Mi querido amigo:
Se van de regreso a España, tú y Cristina y sus hijas, luego de 8 años de vivir entre nosotros. Ocho años en un país extraño pueden ser un episodio que no deja mayor huella, o pueden ser un capítulo de tu vida que te marca para siempre. Depende de qué pasa en estos 8 años, y en qué etapa de tu vida sales de tu patria, de tu rutina, de tu carrera predecible...


Ustedes pasaron en El Salvador 8 años verdaderamente intensos y movidos. De pareja joven e independiente, se convirtieron en padres de familia. Tú de ejecutivo en misión internacional te convertiste en empresario. No llegaste simplemente a administrar la empresa Calvo El Salvador, llegaste a construir la fábrica de atún en La Unión y la flota pescera del Pacífico, y a crear toda la operación centroamericana. Llegaste a transformar la sucursal de una empresa española en una empresa salvadoreña.

Tú Cristina, de la esposa que acompañaba a su marido, te convertiste en empresaria de turismo – y empezaste una carrera artística y de fotógrafo que te cambió profundamente...

Cuando todas estas transformaciones personales y profesionales transcurren durante la estadía de uno en un país extraño, este país al rato deja de ser extraño. Hablo de propia experiencia. Yo llegué a El Salvador en 1981. Y cuando habían pasado 8 años, en 1989, me di cuenta que tenía 2 patrias: una donde nací y crecí, que se transformó profundamente, pero sin que yo haya estado involucrado -- y otra que la vi transformarse ante mis ojos y con mi humilde participación. No entendí lo del muro de Berlin, pero entendí perfectamente lo que significaba la ofensiva guerrillera sobre San Salvador y es asesinato de los jesuitas: la transición de la guerra a la paz.

Por esto les dije, Cristina y Miguel: O se regresan a su primera patria ahora, cuando todavía pueden, o al rato este país ya no los dejaría salir. En la despedida la otra noche vi a ambos tratando a retener las lágrimas. Cuesta abandonar un país que te ha visto madurar, superarte y transformarte. Yo nunca lo pude hacer. Lo que también tiene su costo, real y emocional, porque la otra patria, la que te vio crecer, tampoco te libera del amor y de la lealtad.

8 años y todo el trabajo y las amistades que hicieron aquí son suficientes para que, aunque nunca regresen, siempre serán parte de esta nueva patria que los adoptó y que ustedes abrazaron. Por supuesto que van a regresar. Y por supuesto que los vamos a ir a ver en Galicia. Al fin tengo un buen pretexto para regresar a esta tierra gallega, donde pasé los meses más felices de mi vida aprendiendo español, enamorado de la ciudad de Santiago de Compostela – y de una de sus ciudadanas en particular.
No conozco a nadie que en 8 años haya hecho tantas amistades como ustedes, con tanta gente tan diferente, artistas y empresarios, ricos y pobres. Esto sólo es posible cuando alguien hace amigos trabajando - y también vagando. Solo el tiempo libre no es suficiente para forjar y mantener tanta amistad. Ustedes tienen este don. Por esto nos harán falta.

Suerte te deseo a ti y tu bella esposa Cristina. Cuiden a sus hijas y sigan viviendo esta locura de amar dos patrias.

Su amigo Paolo Lüers