En los últimos años, Venezuela ha estado sumergida en profundas diferencias políticas que han fomentado el odio, la violencia, y un conflicto que nos impide avanzar. Los que promueven ese conflicto aspiran a una Venezuela resignada, silenciosa, sumisa; un país donde todos pensemos igual y el adversario es enemigo, donde sólo algunos ciudadanos disfrutan de todos los derechos.
Por eso es que hoy tenemos una Venezuela estancada. Un país paralizado, donde el progreso parece una palabra perversa y los sueños son aplastados por un Estado que aspira a controlarlo todo.
En Voluntad Popular nos hemos dedicado en los últimos años a caminar por el país, a visitar ciudades, pueblos, barrios y caseríos. En nuestros recorridos hemos escuchado a mucha gente, y nos hemos encontrado con un pueblo agobiado por sus necesidades y sus problemas. Venezolanos con pensamientos, orígenes, visiones y opiniones diversas; pero todos con algo en común: el sueño de un país diferente, con el que yo también sueño. Una Venezuela mejor.
Ese país que soñamos es un lugar donde todos tengan oportunidad de un empleo digno para superarse. Una Venezuela que sea una cuna de emprendedores y creativos, donde se genere empleo de calidad y se respete la propiedad privada.
Un país donde el Estado no pretenda sólo aliviar la pobreza con planes sociales descoordinados, sino que aspire a derrotarla con soluciones estructurales.
Una Venezuela donde el Gobierno no someta a los ciudadanos a un trueque siniestro de cambiar un poco de libertad por la satisfacción de algunas necesidades puntuales.
Un país donde cada familia pueda tener la oportunidad de acceder a una vivienda digna y con servicios, donde construir verdaderos hogares.
Una Venezuela donde todos los niños y jóvenes, hasta los 17 años, tengan siempre un pupitre y una beca disponible en una escuela; y que todas las escuelas impartan educación de buena calidad.
Un país donde la riqueza petrolera sea una palanca de desarrollo para el tejido industrial, para que los emprendedores se conviertan en empresarios, las pequeñas empresas puedan llegar a ser medianas, y las medianas, grandes.
Centenares de venezolanos me han repetido que sueñan con una Venezuela segura, donde podamos salir a las calles sin miedo y las madres no se despidan de sus hijos cada mañana con angustia, sin saber si los volverán a ver de vuelta en su casa.
Ese sueño es lo que nos une, la aspiración compartida de una mejor Venezuela. Esa es la idea que nos permitirá caminar rumbo al futuro, sin perder más tiempo en el conflicto estéril que nos estanca.
Somos millones los venezolanos convencidos de que soplan vientos de cambio. No es casualidad que justo a las puertas de nuestro bicentenario de Independencia se nos presente la oportunidad de dar el gran salto que necesitamos para lograr esa Venezuela que queremos. Un país solidario, próspero, seguro, soberano y democrático, que piense más en el futuro que en el pasado. Una Venezuela creativa, dinámica y emprendedora, que supere los vicios de siempre y se embarque en un camino que nos una a todos en una visión común de futuro.
Esa es la mejor Venezuela. Un país que mire al año 2012 y diga: Es tiempo de cambio, es hora de avanzar. Fuerza y fe, Venezuela.
Aprovecho la oportunidad para invitarlos el 28 de mayo a la presentación en Barquisimeto de una propuesta de futuro que ha sido discutida y construida con los venezolanos que hemos escuchado.
Una visión del país que queremos y que nos merecemos: La Mejor Venezuela.
(Leopoldo López es un político opositor venezolano, dirigente del partido naciente Voluntad Popular, ex-alcalde de Chacao)