Ya te conocía de antes, pero te descubrí en Costa Rica. Me impresionó siempre tu capacidad para dar. Me impresionó siempre tu avidez por el conocimiento. Me ha impresionado siempre que tu corazón sigue entregando amor, aunque te ha dado golpes duros la vida. Me impresionó siempre la manera en que me recibiste. Siempre fue mi casa donde tú estuvieras. Me acuerdo tan claro de tantas cosas que me han ido impresionando de mi vida con vos.
Criaste a cinco hijos, buenas personas todos, se dedicaron a muchas cosas, a empresarios y revolucionarios. Siempre fueron honestos y fueron defensores de la verdad. Nunca ninguno de ellos ha dejado de quererte y de estar siempre de alguna manera con vos. Tú sabes que yo soy observador, que hablo poco y que cuando tengo algo que decir mejor lo escribo. Creo que mucho de ese gusto por escribir lo tengo en parte por vos.
Las letras han sido tu compañía durante toda tu vida. Has escrito cuentos, has hablado de los salvadoreñismos, has formado tantas generaciones y muchos alumnos te han querido. Tus clases ya no se llaman gramática o redacción, tienen tu nombre. No hay quien no te recuerde como un poco loca, apasionada y siempre interesante.
Te conocí en Costa Rica porque de ahí son mis primeros recuerdos. Tú me conociste a mí desde que nací. Desde que llegue a este mundo has sido mi guía, un ejemplo, una colección de valores, una amiga, una madre y hasta a veces una abuela. De todos tus nietos soy yo el mayor, tengo la suerte de conocerte por más tiempo.
Y es que, como no vamos a querer ser mejores, si tú nos has enseñado a perseverar, a que cuando las cosas se ponen difíciles, siempre se puede tener una sonrisa y el buen animo para continuar. Nunca es tarde para empezar. Pocos saben que a tus 40 años decidiste estudiar en la universidad, con tanta gana y entusiasmo que has terminado ya dos maestrías, y que si encontraras algo más, también lo harías.
Siempre que puedes viajas todos te reciben con los brazos abiertos, porque tú siempre en tú casa tuviste las puertas abiertas para cuantos viajeros se quisieron asomar.
Desde siempre has tenido una sensibilidad especial con los desfavorecidos. Te acusaron tus propios amigos de tantos pecados, por el hecho de tener amigos Jesuitas y trabajar con monseñor Romero. Ahora te lo puedo decir, es un ejemplo que nos guía siempre y lo aprendimos de vos. Has heredado tu pasión por las causas justas a la generación de tus hijos y tus nietos, esa bendición la hemos recibido en mucho por vos.
Has pasado hasta historias de muerte y de amenazas a tu vida, pero sos demasiado discreta para contar. Has estado ahí para tantas personas. Te has arriesgado, has llorado por tus hijos, has recibido risas y amor, has compartido plato con la pura y dura oligarquía o te has sentado a compartir el mismo plato en La Chacra. Me enseñaste la importancia de dar las gracias, de pensar y de amar con libertad. Por esta y tantas cosas más Aba, Carmencita Álvarez, feliz día de la madre.
Con amor,
Tu nieto Rodrigo.
P.D. Feliz día de la Madre a todas!