miércoles, 13 de abril de 2011

Ezequiel


Varios balazos a quemarropa acabaron con la vida de Ezequiel y dejaron para siempre truncados sus sueños de joven. Allá quedó su cuerpo inerte tirado sobre la 81 avenida norte, a la salida del complejo educativo Concha vda. de Escalón. Los rumores son muchos. La mayoría presume que su muerte se debió a la rivalidad entre maras, porque Ezequiel con su familia vivía a la orilla de una quebrada, donde supone haber actividad de la mara Salvatrucha y en las comunidades cercanas a la escuela actúa la mara 18, particularmente en La Pedrera y en la Nueva Esperanza.

Conocí poco a Ezequiel. Acababa de cumplir 18 años y vivía en una pequeña casita con su familia compuesta por sus padres, su abuela y seis hermanos. Cursaba ya noveno grado y era uno de los muchos jóvenes que viven en la comunidad Cristo Redentor. El cambio de párroco en la comunidad católica generó ansiedades y el cambio de estilo litúrgico y de mensaje de conversión, deserciones. Sin embargo, entre las comunidades pobres provocó aires de esperanza, en especial para los niños y jóvenes que continuamente están presentes en los parqueos de la iglesia.

Al inicio eran pocos los jóvenes que se aventuraban a salir del encierro en su comunidad. Seguramente no se sentían bien recibidos y quizás eran tratados oscamente. El cariño del Padre Jaime y su apasionada defensa de ellos permitieron a muchos comenzar a conocerlos, a saber que se llaman Walter, Carlitos, Edwin, Carlita y Rigo, algunos de los hermanos de Ezequiel. Dejaron de ser jóvenes sin rostro y sin nombre, y comenzaron a tener historia, a tener familia, a tener dignidad. Ahora la parroquia de Cristo Redentor está de luto, porque varios balazos nos robaron a Ezequiel.

Se convirtió en el décimo quinto estudiante asesinado en el año 2011. Durante el año 2009 asesinaron a 63 y el año pasado a 52. A este ritmo acabaremos el año con una cantidad similar de jóvenes asesinados. ¿Por qué permitimos que continúe la matanza de nuestra juventud? En esta cuaresma que recordamos la pasión y muerte de Jesús para celebrar la vida, enterramos a Ezequiel. ¿Cómo hacemos para que su muerte inspire la vida en la colonia Escalón? Sólo allí, ocultos en las quebradas, sobreviven más de cinco mil compatriotas en condiciones muy pobres, algunas infrahumanas. Conviven con muchas familias de clase media y con desarrollos inmobiliarios importantes. La opulencia y la pobreza pueden generar mucho resentimiento. Pero la dinámica de la violencia está enfrentando incluso a los pobres con los pobres. La recuperación del tejido social debe ser prioridad de todos.

En la parroquia Cristo Redentor me consuela que gracias a la labor evangelizadora del Padre Jaime, ahora comienza a existir una comunidad interesada en restaurar ese tejido social. En La Escalón me consuela que con el proyecto Comunidades Sostenibles que lidera FUNDEMAS (www.fundemas.org) con el apoyo de AID, de empresas donantes y de la nueva Asociación La Escalón (www.laescalon.org), se busca crear encadenamientos productivos que generen beneficios para todos los habitantes de la zona, provocar que en las comunidades pobres se consoliden micro y pequeñas empresas, para dar servicios y productos a residentes y empresas medianas y grandes de la colonia.

¿Pero qué pasará en el país si no logramos que todos entendamos que la viabilidad de nuestro futuro depende de todos, especialmente de lograr que los beneficios del desarrollo no sean distribuidos equitativamente y que impacten principalmente a esa gran mayoría empobrecida? Ezequiel soñaba con graduarse, porque no era posible que siguieran viviendo en esa pobreza. Ezequiel aspiraba a prepararse para trabajar y que el fruto de su trabajo beneficiara especialmente a su familia. Ezequiel le había apostado a quedarse, tal vez porque tenía un beneficio inusual que es el contar en su casa con su padre y su madre. Ahora sólo nos queda su memoria y la esperanza que su muerte convierta nuestras aspiraciones de conversión en genuina vida para tantos hermanos que tienen tan poco.

(El Diario de Hoy)