martes, 22 de septiembre de 2009

Una extraña visita en la noche

El avión venezolano de Zelaya aterrizó sin permiso en El Salvador y fue multado con 30.000 dólares.

A las diez de la noche del domingo (ocho horas más en España), un avión de la fuerza aérea venezolana contactó con la torre de control del aeropuerto internacional de El Salvador y pidió autorización para aterrizar. "Se la negamos", explica un oficial salvadoreño, "porque su petición no estaba basada en ninguna de las situaciones de emergencia que contemplan los convenios internacionales". Aun así, la aeronave, procedente de Nicaragua, inició la maniobra de descenso al tiempo que una caravana de vehículos con matrícula oficial llegaba a la terminal de San Salvador. Para sorpresa del personal del aeropuerto, quien bajó del avión venezolano, seguido de un pequeño séquito, era nada más y nada menos que el depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya.

De forma casi simultánea, de los oscuros vehículos oficiales que acababan de llegar al aeropuerto se fueron apeando dirigentes del partido que desde hace tres meses gobierna en El Salvador, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), con el diputado Sigfrido Reyes a la cabeza. Reyes, que además ostenta los cargos de vicepresidente de la Asamblea Legislativa y secretario de comunicaciones del FMLN, reconoció ayer a este periódico que estuvo durante un buen rato conversando con Zelaya sobre sus planes de regreso a Honduras. "Pero por el momento no le puedo dar muchos detalles", declaró anoche Reyes a este periódico, "sólo le puedo decir que el presidente Zelaya llegó en avión y se fue en avión...".

Lo más curioso es que, pese al apoyo explícito del FMLN, el avión que el presidente venezolano Hugo Chávez puso a disposición de Zelaya fue multado. "Tuvo que pagar 30.000 dólares", explica el oficial, "es lo que estipula la ley". Se cumplía así, de forma escrupulosa, la orden que el propio presidente de El Salvador había cursado a los dirigentes del FMLN. Los dirigentes de la antigua guerrilla salvadoreña disponían de la libertad -y hasta de la obligación moral- de apoyar a Zelaya en su regreso a Honduras, pero procurando no crearle un conflicto diplomático a El Salvador. Ante la insistencia de los periodistas, el presidente Funes contestó: "¿Que cómo entró a Honduras? ¿Por qué medios? ¿Quién le dio la autorización...? Yo lo ignoro".

Hasta que Zelaya decida contar los detalles de su regreso a Honduras, lo único cierto son las especulaciones. Se sabe que su avión salió de Nicaragua, hizo escala en San Salvador y ahí se perdió el rastro. ¿Hacia dónde fue? ¿Es posible que el avión militar venezolano entrara en territorio aéreo hondureño y aterrizara en una pista secreta? ¿Qué países estaban en el ajo de la operación? ¿Qué hará Micheletti para sobreponerse al tremendo ridículo de declarar que Zelaya estaba en una suite de un hotel de Managua cuando en realidad lo tenía dos calles más allá? Y el general en jefe del Ejército de Honduras, ¿qué papel va a asumir en la nueva situación, a cuál de los dos presidentes va a obedecer ahora?

San Salvador se convirtió anoche en el destino no deseado de los periodistas que, desde México, se dirigían en avión hacia Honduras. El presidente de facto, Roberto Micheletti, volvió a decretar el toque de queda y anunció el cierre de los aeropuertos de Honduras. De esta forma consigue, por el momento, que los informadores no entren en el país -nunca a los golpistas les gustaron ni la luz ni los taquígrafos, pero aún le queda la tarea más difícil: expulsar a Manuel Zelaya de la embajada de Brasil, en el mismísimo centro de Tegucigalpa, de donde lo sacaron los militares hace ahora 86 largos días, a punta de fusil y en pijama.

(El País, Madrid)