El país necesita un partido reformista. Urge un partido suficientemente amplio y abierto para que quepan todos que estén comprometidos con las reformas políticas, institucionales y sociales que necesita el país para alcanzar prosperidad y equidad.
Donde quepan todos los que están cansados de la estéril polarización entre revolucionarios y conservadores que mantiene inmóvil al país. Para que el país avance, se necesita un partido capaz de romper la polarización y convertir la reforma en el denominador común de los sectores democráticos y progresistas de derecha e izquierda.
Si este partido necesario nace del proceso de renovación de ARENA, bienvenido sea. En este caso podrían seguir con ARENA los sectores desencantados con el conservadurismo y la falta de democracia de su partido, y además podrían acercarse los liberales, socialcristianos, socialdemócratas que nunca se sintieron atraídos por ARENA.
Si ARENA, en cambio, se queda a medias con la limpieza y la reorientación política, o si simplemente busca su salvación en revivir su pasado, posiblemente saldrá un mejor partido de derecha, pero nada más. En este caso, se vuelve impostergable la creación de una tercera fuerza que sea reformista, democrática, amplia, plural.
Miles de gentes antes de las elecciones han dicho: "Es la última vez que voy a apoyar a ARENA, sólo para evitar el mal mayor que es el Frente. O ARENA cambia de verdad, o hay que crear una alternativa". Los que han sostenido esta tesis y mostrado esa frustración, ahora deben actuar. De manera concertada y consecuente.
No deben conformarse con cambios cosméticos ni reformas tibias. Deben seguir insistiendo en un partido nuevo, salga de la transformación interna de ARENA o salga en competencia con ARENA.
La derecha perdió las elecciones y el poder, porque ARENA no tuvo ni la capacidad ni la voluntad de efectuar la apertura democrática necesaria.
Era sólo discurso, y además carente de credibilidad. Ahora que perdieron están en un profundo proceso de reflexión, y muchos empujan que de ahí salga una transformación irreversible de ARENA.
La opción de transformar ARENA a muchos les parece la más conveniente, porque evita los riesgos que significa la creación de una nueva 'marca' política.
Pero implica también seguir cargando con las hipotecas de 20 años de gobierno. Implica también seguir cargando con los sectores conservadores que quieren continuar con la ideología anticomunista y las prácticas autoritarias.
La opción de crear una fuerza nueva es la más radical. Tiene la ventaja de poder competir, sin consideraciones y concesiones a los sectores reaccionarios que siguen fuertes en ARENA, contra el proyecto partidario, con el cual Mauricio Funes (desde la presidencia y en división de trabajo concertada con el FMLN) tratará de llenar el vacío político en el centro de la sociedad.
Esa opción de crear un tercera fuerza tiene la desventaja que arrancaría su organización territorial desde cero, cosa que cuesta mucho dinero y tiempo.
Pero tiempo hay: luego de estas elecciones pasadas hay tres años sin tener que presentarse a elecciones. Y dinero también hay, tomando en cuenta el desencanto de muchos empresarios con ARENA. Sería la primera vez desde la fundación de ARENA que una fuerza nueva nazca con el apoyo de sectores poderosos del capital nacional.
Estoy hablando de los empresarios progresistas que han entendido la necesidad de crear un Estado moderno, transparente y eficiente que asuma su rol de regulación y su compromiso social.
En última instancia no importa si la fuerza política que necesita el país --yo lo llama el partido de la reforma-- nace dentro o fuera de ARENA. Pero su surgimiento es impostergable, porque corresponde a una necesidad de la sociedad, no a la ambición de poder de una clase política.
Si este partido necesario nace del proceso de renovación de ARENA, bienvenido sea. En este caso podrían seguir con ARENA los sectores desencantados con el conservadurismo y la falta de democracia de su partido, y además podrían acercarse los liberales, socialcristianos, socialdemócratas que nunca se sintieron atraídos por ARENA.
Si ARENA, en cambio, se queda a medias con la limpieza y la reorientación política, o si simplemente busca su salvación en revivir su pasado, posiblemente saldrá un mejor partido de derecha, pero nada más. En este caso, se vuelve impostergable la creación de una tercera fuerza que sea reformista, democrática, amplia, plural.
Miles de gentes antes de las elecciones han dicho: "Es la última vez que voy a apoyar a ARENA, sólo para evitar el mal mayor que es el Frente. O ARENA cambia de verdad, o hay que crear una alternativa". Los que han sostenido esta tesis y mostrado esa frustración, ahora deben actuar. De manera concertada y consecuente.
No deben conformarse con cambios cosméticos ni reformas tibias. Deben seguir insistiendo en un partido nuevo, salga de la transformación interna de ARENA o salga en competencia con ARENA.
La derecha perdió las elecciones y el poder, porque ARENA no tuvo ni la capacidad ni la voluntad de efectuar la apertura democrática necesaria.
Era sólo discurso, y además carente de credibilidad. Ahora que perdieron están en un profundo proceso de reflexión, y muchos empujan que de ahí salga una transformación irreversible de ARENA.
La opción de transformar ARENA a muchos les parece la más conveniente, porque evita los riesgos que significa la creación de una nueva 'marca' política.
Pero implica también seguir cargando con las hipotecas de 20 años de gobierno. Implica también seguir cargando con los sectores conservadores que quieren continuar con la ideología anticomunista y las prácticas autoritarias.
La opción de crear una fuerza nueva es la más radical. Tiene la ventaja de poder competir, sin consideraciones y concesiones a los sectores reaccionarios que siguen fuertes en ARENA, contra el proyecto partidario, con el cual Mauricio Funes (desde la presidencia y en división de trabajo concertada con el FMLN) tratará de llenar el vacío político en el centro de la sociedad.
Esa opción de crear un tercera fuerza tiene la desventaja que arrancaría su organización territorial desde cero, cosa que cuesta mucho dinero y tiempo.
Pero tiempo hay: luego de estas elecciones pasadas hay tres años sin tener que presentarse a elecciones. Y dinero también hay, tomando en cuenta el desencanto de muchos empresarios con ARENA. Sería la primera vez desde la fundación de ARENA que una fuerza nueva nazca con el apoyo de sectores poderosos del capital nacional.
Estoy hablando de los empresarios progresistas que han entendido la necesidad de crear un Estado moderno, transparente y eficiente que asuma su rol de regulación y su compromiso social.
En última instancia no importa si la fuerza política que necesita el país --yo lo llama el partido de la reforma-- nace dentro o fuera de ARENA. Pero su surgimiento es impostergable, porque corresponde a una necesidad de la sociedad, no a la ambición de poder de una clase política.
(El Diario de Hoy, Observador)