viernes, 12 de septiembre de 2008

Voces desde Bolivia

Bolivia vive otra vez una hora triste... Así opinan desde ahí, así cuenta la historia:

LLEGÓ LA GUERRA CIVIL
Estimados amigos, con amargura y dolor les quiero declarar que hoy llegó la guerra civil cabalgando sobre un caballo de un tirano venezolano, tirano este que eligió un terreno para su guerra a costa de los campesinos Bolivianos y los llamados pitiyanquis los demócratas que exigen el respeto a las leyes, hoy murieron nueve ciudadanos del bando boliviano, se mataron entre ellos, entre civiles alentados por un canalla llamado Evo Morales quien no sabe el significado de la vida, de la sangre, que no comprende que nueve familias loran en sus hogares, que decenas de huérfanos sabrán que su padre no llegará más al hogar, qué sabe Evo Morales de hogar, si no sabe lo que es familia, que niega a sus hijos, si lo único que hizo fue sembrar coca y sembrar muerte, ya lleva simplemente 52 muertos y no parara hasta ver 10.000 todo para prepararle un terreno de sangre al tirano venezolano. Ya vivimos una guerra civil, la guerra de rumores, de llamadas, de amenazas lanzadas por sus emisarios como lo que hace Álvaro Puente quien llamó al historiador Alcides Pareja que este estaba en la lista de los primeros que capturaría el MAS y él lo sabe ya que hoy Dirige el Canal de televisión del Ex ministro del MAS Salvador Ric (Full) y es hermano del impostor que se apoderó de la Prefectura Cochambambina; si, esos son los emisarios del mal (pensar que lo defendimos cuando lo expulsaron del colegio La Sierra). Hoy se inauguró la guerra civil cuando tropas militares vienen desde Cochabamba acompañados por cocaleros, se repite la llegada de chapareños (ayer fueron los Ucureños) y no vienen en son de paz sino en son de poner a los cruceños de rodillas, grave error pues este pueblo nació rebelde como el sol, agresivo como la lluvia, humilde como la noche y terrible como los relámpagos cuando se lo arremete. Mañana no les garantizo que este diario esté en la calle pero la conciencia nuestra no la calarán y nuestra voz escrita se elevará por siempre, la amenaza no nos atemoriza, si a la muerte le hice el lance creerán que hoy le temeré a la amenaza de un tirano extraño que sin pudor alguno amenaza la soberanía nacional y un mando militar guarda silencio simplemente por el bono maldito, eso significa que no nos equivocamos en no esconder nuestra preferencia por la autonomía, por sus estatutos y no como respuesta a Evo sino como un sentimiento nacido en el memorando de septiembre de 1904; si, esa fue una opción por la paz, por la justicia, por la igualdad y por amor a una tierra noble. Hoy la muerte solo significa números estadísticos para los seres fríos e insensibles que cohabitan en Palacio de gobierno, ellos son los nuevos vampiros que solo buscan sangre boliviana para consolidar su poder porque ellos creen que la muerte es simplemente cimiento para perpetuarse en el poder. Cuidado, cierto que la ley de este pueblo es la hospitalidad con todos, que le abrimos la puerta y el corazón a los que buscan una oportunidad a base de esfuerzo y trabajo incluso a los otros, pero cuidado que ya nuestro himno dice que dentro de cada cruceño existe un león que ya durmió lo suficiente y un millón de hombres y de madres esperan atentos la primer agresión y lo demás llegará por si solo. La guerra civil ya no toca la puerta, ya se metió por la parte de atrás.
12 de septiembre de 2008, Editorial, El Mundo (Santa Cruz de la Sierra, Bolivia)

La tozudez logró lo inaceptable
La desesperación del actual Gobierno por imponer un nacional socialismo obsoleto, desgastado, está llevando a la población a un enfrentamiento irracional, por el cual se ha empezado a esgrimir la raza, la religión y la región.

Neciamente el Gobierno permitió que un pequeño grupo, que se dice representante de la voluntad del pueblo cruceño, quiera aprovechar las actuales circunstancias para lograr un separatismo y no una autonomía. Han logrado revivir el racismo, el odio y el engendro que han hecho presa de los jóvenes y gente en Santa Cruz, debiendo hacer una reflexión profunda.
Tanto el Occidente como el Oriente, el Norte como el Sur debemos entender que las razas puras han quedado en el pasado. Todo ciudadano goza del derecho a establecerse en cualquier lugar de la República, tiene derecho a buscar su bienestar sin temer a que por el color de su piel, que no varía mayormente, o por sus modismos, que los tiene al igual que otros, se le inhiba o prohiba asentarse o radicar en cualquier punto cardinal de la Nación. Somos tan bolivianos como los otros. Es menester comprender que somos tan mestizos como el resto de la población.
Aquella persona, hombre o mujer, que trabaja a la intemperie sufrirá las inclemencias del clima en la cara y manos, aquel que trabaja en un edificio sufrirá menos; la tez de unos se oscurecerá, las de otros no, pero al final somos lo mismo, heterogéneos, seres humanos que a nuestro modo aportamos a la Patria para una prosperidad inmediata, mediata y futura. Todos de alguna manera deseamos engrandecer nuestra Patria.
Son sorprendentes y graciosas las palabras lastimeras y suaves del Vicepresidente cuando repudia la violencia, las agresiones y el terrorismo. Es sorprendente su figurado olvido de sus acciones en el pasado. Es gracioso por la amnesia que sufre ahora y no recuerda sus días de guerrillero.
El Presidente, una persona que se ha dejado llevar por los senderos de políticas absolutistas, segregacionista e impositivas, no comprende aún que el nacional socialismo impulsado por Adolfo Hitler y seguido por Fidel Castro no lleva a nada positivo a una Nación. El coartar el derecho del ciudadano no es igualdad. El coartar su expresión no es acallar. Estos pseudo Estados terminan en su propia degradación y atraso.
Es incoherente la actitud del Ministro de Relaciones Exteriores, inconexas sus declaraciones por el afán de incitar a un enfrentamiento. El es el encargado de mantener las mejores relaciones con el resto de las naciones, por lo que está mal su incitación al fanatismo. El Gobierno, a través de sus ministros, no debería estar lamentando, no debería estar pidiendo, debe dialogar, es menester que acepte sus errores y desatinos, ya que es el único responsable de esta escalada de violencia que ha surgido en el país, por su inoperancia administrativa. Las autoridades nacionales sólo se han dedicado a buscar fórmulas para imponer su ideología, llamándola “Nueva” Constitución Política del Estado.
¿Y dónde está el mal llamado Ministro de Defensa, que permite que se humille a nuestras Fuerzas Armadas y la Policía Nacional? ¿Cómo es posible que el Presidente acepte semejante humillación?
Es repudiable la actitud de esa población que enardecida por sus intereses no entiende que aquellos soldados están cumpliendo órdenes. Es repudiable el intento de ahorcamiento a un soldado, e inaceptable la golpiza a otro uniformado. Esto sólo se puede definir como vandalismo, permitido y aceptado por los pseudo prefectos que embelesados por su posición dan luz verde a tan vergonzosa y condenable actitud. Aquellos agresores deberán ser juzgados y deben asimismo agradecer que los uniformados no dispararon. Todo soldado tiene la obligación de no perder, menos entregar, sus armas.
Los métodos gubernamentales son arcaicos, entreverados y confusos. Es el sistema del Nacional Socialismo: desinformar, confundir, enfrentar, lograr el caos para imponer por la fuerza. Lamentaremos sufrimiento y dolor si el Gobierno no enmienda sus desatinos, sus errores y rencores, llamando a la reflexión, evitando el racismo y el regionalismo, dando ejemplo de unión, respeto y coherencia a la Patria y sus habitantes.
12 de septiembre de 2008, Editorial, El Diario. (La Paz, Bolivia)

Mediación urgente para frenar la crisis.
Si el Gobierno y la oposición no están dispuestos a frenar a sus grupos de choque, sin facilitadores nacionales con plena confianza de ambas partes, no queda sino recurrir a actores neutrales, que garanticen una tregua real.

Lamentablemente, pese al temor que La Razón expresó ayer en su nota editorial, se ha llegado a un estado de exasperación y encono político de tal magnitud, que en el departamento de Pando se han producido enfrentamientos con un saldo de al menos ocho muertos y más de 30 heridos, sacudiendo el alma nacional y dejando a todos perplejos.
La muerte de bolivianos, a través de la violencia intencional, es funesta para el destino de la nación, y si somos incapaces de negociar civilizadamente y con patriotismo, habrá que pensar, no sin tristeza, en la ayuda de otros países, de organismos regionales e internacionales, de personalidades de reconocimiento mundial, para que Bolivia no se precipite en un generalizado enfrentamiento civil que, lo sabemos, será fatal.
En horas como la actual hay que recurrir a la sensatez y a la cordura; la ciudadanía debe poner todo lo que está a su alcance para detener esta situación que se asemeja a la barbarie.
Con el número de víctimas cada vez mayor en la actual gestión democrática de gobierno, nada bueno se cosechará si las partes enfrentadas sólo se encargan de echarse culpas unas a otras. Está claro que los bolivianos no somos capaces de reconocer las virtudes de otros, y menos las culpas propias. Nos abrimos al diálogo, siempre que éste nos favorezca; eso desvirtúa cualquier arreglo pues desaparece la ecuanimidad, base para toda solución.
Entonces, es evidente que con lo que está ocurriendo, antes de una precipitación masiva a las armas, se requiere de algo más que mediadores que sugieran salidas a la crisis. Antes que meros diálogos, son necesarias verdaderas negociaciones que propongan soluciones en temas complejos, donde ni oficialismo ni oposición han cedido una pulgada en sus posiciones.
En estas circunstancias, no se percibe otro modo de evitar más sangre derramada entre hermanos que acudir a la mediación de países amigos u organismos internacionales. No es lo mejor que podía suceder —el caso haitiano es desgraciado—, pero si nuestra capacidad de diálogo es nula y nuestras ansias de confrontación son tan intensas, alguien tiene que detener lo que se anuncia como trágico. América Central tuvo que aceptar la presencia de soldados con la bandera de la ONU para menguar la guerra; la paz de Dayton, en los Balcanes, con la participación del presidente Bill Clinton, evitó miles de víctimas inocentes... Las cartas de la ONU y la OEA prevén medidas excepcionales cuando los enfrentamientos son inminentes; y Bolivia es suscriptora de ambos instrumentos.
Más cerca está el grupo de países amigos de Bolivia, conformado por Argentina, Colombia y Brasil, el mismo que a principios de año intentó ayudar al país en el frustrado intento de diálogo entre Gobierno y prefectos de la llamada media luna. Ese mismo grupo, como se lee en esta edición de La Razón , está preparando la llegada al país de sus cancilleres. Aparentemente ellos esperan sólo el mejor momento para esa misión.
Si el Gobierno y la oposición no están dispuestos a frenar a sus grupos de choque, sin facilitadores nacionales con plena confianza de ambas partes, no queda sino recurrir a actores neutrales, que garanticen una tregua real y hagan marchar el país hacia una democracia tolerante y de respetos recíprocos.
12 de septiembre de 2008, La Razón (La Paz, Bolivia)

Contando muertos
El peor de nuestros temores está ocurriendo. Los bolivianos estamos empezando a contar muertos como resultado de una artificial, montada y pagada pugna de intereses que tanto oficialismo indigenista como separatismo terrateniente sostienen a costa del país en su conjunto.
El 99 por ciento de los bolivianos no queremos ver nuestro país dividido ni en guerra. Ese porcentaje de bolivianos no quiere ni jamás ha votado, como mal y peligrosamente entiende el presidente, por su autodestrucción para dar paso a 36 naciones inventadas por los "intelectuales" en función de gobierno formados con recursos de ONG financiadas por países e intereses extranjeros. Ese 99 por ciento de genuinos bolivianos (indígenas, mestizos y blancos) no somos terratenientes ni accionistas de intereses mineros o petroleros transnacionales y menos aún estamos dispuestos a que los intereses privados del 1% (o menos) destruya nuestro país y lo divida en mil pedazos.
Por ello, luego del irracional tráfago fratricida del miércoles, en Tarija se impuso la paz y la razón. La tregua, que la Defensora del Pueblo aspira a que sea permanente, es un hecho que diferencia a los tarijeños de ciertos "dirigentes" que, sin exponer su propio pellejo, empujan a nuestros jóvenes hacia la violencia y la muerte.
En ese contexto, debemos apoyar sin condiciones toda iniciativa de los dirigentes y autoridades tarijeños que persisten en sus llamados a la paz y al diálogo. Esperamos que las declaraciones del prefecto departamental en este sentido vertidas ayer expresen un deseo auténtico y, por ello mismo, se diferencien de la retórica masista encarnada en la voz del presidente, el vicepresidente y el ministro de la Presidencia.
Con esa actitud del oficialismo, suenan huecas y cínicas sus acusaciones contra el prefecto pandino sobre las nueve muertes que ayer contamos los bolivianos en medio de la vorágine de la violencia que lleva ya varios días: la responsabilidad de esas muertes es, primero del gobierno central y también primero, de los opositores liderizados por el prefecto pandino. Pero es Evo el que deberá responder primero por ellas. ¿Acaso no fué él quien interpretó que los resultados del referendo revocatorio le autorizaban a imponer su constitución destructora de lo boliviano?
En Tarija no tenemos ni debemos contar muertos y menos aún por causa y responsabilidad de la violencia provocada por sectores radicales. Ninguna demanda justifica la muerte de nuestros compatriotas ni la división del país. Estamos obligados a liderizar la cruzada por la paz y dar pasos concretos en esa dirección, oponiendo a la violencia fratricida la fuerza de la razón de patria que encarna el 99% (o más) de los bolivianos.
12 de septiembre de 2008, Editorial, El País. (Tarija, Bolivia)