Las relaciones diplomáticas son entre estados y países, no entre gobiernos, mucho menos entre presidentes o partidos de gobierno. La afinidad ideológica de los gobernantes puede ser un elemento para mejorar las relaciones entre países, pero nunca puede ser condición para las buenas relaciones. Nuestras relaciones con un país tan importante como Brasil no pueden depender de si a usted o la Comisión Política del FMLN le caiga bien o mal el que gobierna este país. El sábado pasado, usted anunció en su mitin electoral en Izalco que ha dado instrucciones de retirar a nuestro embajador de Brasil, con la siguiente justificación: “Hemos analizado la situación y hemos tomado la decisión de no reconocer ese gobierno provisional de Brasil porque hay una manipulación política”.
La cancillería salvadoreña dijo en un comunicado: “Asistimos, desafortunadamente, a la configuración de un golpe de Estado”. Y la Comisión Política del FMLN, lamentablemente rectora de nuestra política internacional, habla de un “golpe de Estado Parlamentario perpetrado contra la legítima presidenta de la República Federativa de Brasil, Dilma Rousseff”.
¿Qué significa esto de un “golpe de Estado parlamentario”? Todo el mundo en América Latina sabe qué es un golpe de Estado: Significa la ruptura del orden constitucional, efectuada por la fuerza, normalmente por las Fuerzas Armadas. A la presidenta Dilma Rousseff no la apartó de la presidencia el ejército o paramilitares de la derecha, sino el senado de Brasil, a solicitud de la cámara de diputados, usando un mecanismo establecido por la Constitución. El Senado abre una investigación de los cargos contra la presidenta, y en 180 días tiene que declararla culpable o no culpable. Si no es culpable, retoma la presidencia. Si es culpable, es apartada definitivamente.
¿A dónde está el uso de la fuerza? ¿A dónde está el golpe de Estado? ¿A dónde está la ruptura del orden constitucional? Todas las instituciones constitucionales (cámara de diputados, senado, Corte Suprema, Corte Constitucional, Fiscalía, etc.) siguen funcionando sin alteración ninguna. Solo cambia, transitoriamente, el poder ejecutivo, porque está bajo investigación.
Si el FMLN habla de un “golpe de Estado parlamentario”, mañana va a hablar de “golpe de Estado electoral”, cuando la oposición propone elegir, en el 2019, un gobierno diferente.
El FMLN también ha dicho que los que exigimos para El Salvador una Comisión Internacional contra la Impunidad y Corrupción, como existe en Guatemala, estamos preparando un golpe de Estado. O sea, ¿en Guatemala el presidente Otto Pérez, investigado por fiscalía y CICIG, sufrió un “golpe de Estado judicial”? O incluso un “golpe de Estado ciudadano”, tomando en cuenta las manifestaciones multitudinarias que exigían su renuncia…
¿Y el referéndum de revocatoria contra Maduro, anclado en la Constitución venezolana, es para el FMLN un “golpe de estado constitucional”. Para el FMLN, la “participación ciudadana” solo es buena para fortalecer a un gobierno de izquierda, nunca para cuestionarlo…
Es una estupidez e irresponsabilidad supeditar la política exterior y nuestras relaciones con países aliados como Brasil a prejuicios ideológicos. Causa grave daño al país.
Solidaridad partidaria es una cosa, relaciones entre Estados son otra - y nunca hay que mezclarlas -. Con 7 años en Casa Presidencial, usted ya hubiera tenido que aprender esto.
Saludos, Paolo Lüers
De paso sea dicho: A mí tampoco me gusta el proceso contra la presidenta Rousseff por una simple razón: No veo que esto en Brasil pueda llevar a un gobierno menos corrupto.
(Mas!/El Diario deHoy)