Estimados amigos:
El jueves en la noche una exposición colectiva de 7 artistas salvadoreños tuvo que montarse en la calle, porque Casa Presidencial había ordenado cerrar las puertas de la Sala Nacional “Salarrué” para que nadie viera esta muestra pictórica. Todos pensábamos que en El Salvador ya estaba superada la censura como instrumento del poder político de disciplinar el arte. Pensábamos mal…
El jueves en la noche una exposición colectiva de 7 artistas salvadoreños tuvo que montarse en la calle, porque Casa Presidencial había ordenado cerrar las puertas de la Sala Nacional “Salarrué” para que nadie viera esta muestra pictórica. Todos pensábamos que en El Salvador ya estaba superada la censura como instrumento del poder político de disciplinar el arte. Pensábamos mal…
Por suerte, los artistas ya no aceptan la censura. Inmediatamente montaron sus obras en la acera encima de la Sala Nacional, a la orilla del Parque Cuscatlán, convocaron a la comunidad artística y los medios, y convirtieron la exhibición en una protesta contundente contra la censura gubernamental.
Resulta
que en El Salvador la Secretaría de Cultura no es del Estado, como debe
ser, es de la Presidencia de la República. Pero Casa Presidencial puede
ser muy dueña de la Secretaría (y a través de ella de la Sala Nacional,
del Teatro Nacional, de la Biblioteca Nacional, de la Compañía Nacional
de Danza, del CENAR, de las Casa de Cultura…), pero no son dueños ni
amos de los artistas.
¿Qué hay detrás de esta censura? ¿Qué tiene esta exposición que Casa Presidencial no pudo tolerar?
La introducción al catålogo, firmada por la Secreretaria de Cultura |
“La Ultima Cena” es un proyecto colectivo
que surgió hace dos años. La primera vez escuché de esta idea por boca
de los dos hombres que la impulsaron: el pintor Antonio Bonilla y el
coleccionista Gerardo Martínez. Llegaron a La Ventana y me expusieron,
con mucho entusiasmo, la idea: “La última cena marera”. En el catálogo
de la exposición (con introducción de la actual Secretaria de Cultura de
la Presidencia Silvia Elena Regalado), Gerardo resume su idea así: “Dios
ha escogido lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y El ha
escogido lo débil del mundo, para avergonzar a lo que es fuerte; y lo
vil y despreciado del mundo ha escogido… y en este momento esto se
resume en nuestro país en una palabra: pandillas. Así que, tenemos
asociaciones ilícitas, a los monstruos y demonios que avergüenzan
nuestra sociedad, pero que necesitan del rescate, y a la vez a nuestro
El Salvador, plasmados en un lienzo.”
Gerardo Martínez expuso esta idea a los artistas, y les ofreció financiarles a cada uno su obra. Y varios de los mejores aceptaron el reto con entusiasmo y se apuntaron: César Menéndez, Mayra Barraza, Antonio Bonilla, Mauricio Mejía, Juan Carlos Lazos Tablas, Hernán Reyes y Salvador de la Mancha.
El recibo-contrato de César Menéndez |
Cuando ya los cuadros, todos de gran
formato, estaban listos, propusieron el proyecto a la Secretaría de
Cultura. Mayra Barraza, directora de la Sala Nacional y artista
participante; Augusto Crespín, pintor y Director Nacional de Artes; y
Silvia Elena Regalado, escritora y Secretaria de Cultura, abrazaron la
idea – y se comenzó a organizar la exhibición.
Pero los artistas (tanto los autores de la muestra, como los que dirigen la Secretaría) no tomaron en cuenta que en el transcurso del año que se trabajó la idea, el país ha cambiado. Cuando comenzaron a pintar las obras de “La última cena”, el gobierno hablaba del “gran diálogo nacional” para combatir la violencia. Cuando la muestra estaba lista, el gobierno habló de “la gran guerra contra las pandillas”, comenzó a diabolizar cualquier diálogo con los sectores fuera de la ley. Y cuando se trató de inaugurar la muestra, el país discutía masacres, batallones de limpieza, despliegue militar, defensas civiles con o sin armas, ejecuciones extrajurídicas…
En una situación donde pasan leyes que quieren penalizar que alguien se siente en una mesa para hablar con pandilleros, ¿cómo Casa Presidencial iba a permitir que su Secretaría de Cultura iba a exponer en su Sala Nacional unos cuadros, donde Jesús celebra la última cena con mareros tatuados? El arte es libre, pero no para tanto…
Primero uno de los artistas, que además tiene un cargo en la Secretaría, quiso retirar su obra. Pero Gerardo Martínez había pagado por estas obras, y además cada artista pintó su cuadro libremente, sin interferencia ninguna en su creación y contenido. Aceptaron la idea central – ya cada uno plasmó en el lienzo su propia visión. Por tanto, el coleccionista y promotor de la exposición insistió que todos los cuadros se exhibieran. Pero, un día antes de la inauguración vino la orden de censura – directamente de Casa Presidencial.
La expo va al exilio: a la calle. Foto: El Faro |
El poder político no aguanta que nadie,
ni los artistas, se salgan del guión oficial que ahora se llama: guerra.
Pero por suerte, pueden controlar a la Secretaría de Cultura y sus
Sala, pero no al arte ni a los artistas. La exposición se hizo. No en la
Sala, pero en la calle. Le gente vino, la solidaridad funciona.
Toca a ustedes, los artistas, defenderse de la censura, de la imposición, de la intolerancia. Toca a nosotros, los escritores y periodistas, entender que la censura comienza contra el arte – pero si no la paramos, continuará contra los medios, el periodismo, la literatura.
Pueden haber muchos que no les gusten los cuadros de Antonio Bonilla, César Menéndez y Cía. No se trata de esto. Se trata de la libertad. No puede ser el gobierno es quien decida qué es bueno o malo en el arte.
Ánimo y aplauso para los artistas de la muestra “La última cena”. Saludos,