Amigos:
Enfrenté el desafío de hablar, ante una sala llena de empresarios y ejecutivos sobre lo que como ciudadanos y empresarios podemos (y debemos) hacer para enfrentar la crisis de violencia e inseguridad. Roberto Murray, como presidente de la Fundación Rafael Meza Ayau, había invitado a sus familiares, socios y amigos, a los ejecutivos de las empresas de la familia, para pasar un día entero discutiendo cómo convertirse en “parte de la solución” ante los retos del medioambiente y de la violencia.
Enfrenté el desafío de hablar, ante una sala llena de empresarios y ejecutivos sobre lo que como ciudadanos y empresarios podemos (y debemos) hacer para enfrentar la crisis de violencia e inseguridad. Roberto Murray, como presidente de la Fundación Rafael Meza Ayau, había invitado a sus familiares, socios y amigos, a los ejecutivos de las empresas de la familia, para pasar un día entero discutiendo cómo convertirse en “parte de la solución” ante los retos del medioambiente y de la violencia.
Para el segundo tema compartí el podio
con dos religiosos: el pastor general del ELIM, Mario Vega, quien
adentro del Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana es la voz crítica
más articulada ante el intento del gobierno de usar esta instancia como
pantalla para su política de mano dura; y el padre Luis Paredes, de la
parroquia Cristo Redentor en La Escalón, quien está haciendo un trabajo
extraordinario con los jóvenes de las comunidades, que diariamente viven
las consecuencias de las políticas del gobierno que dentro de un año
han resultado en la duplicación de los homicidios y en angustia
permanente en las comunidades con presencia de pandilleros.
Lo que más me impresionó fue el alto
grado de receptividad y sensibilidad de la audiencia ante la cruda
realidad que le pintamos. A mi me tocó llevar el debate al punto
crítico: Entonces, ¿qué podemos hacer? Porque lo peor que nos puede
pasar como país es que todos (ciudadanos, empresarios, profesionales,
académicos, iglesias, fundaciones…) nos dejemos paralizar ante la
incapacidad del gobierno de formular un plan integral, dentro del cual
todos podemos aportar a la solución, cada uno desde su capacidad y desde
su interés.
Si es cierto que con el gobierno no
podemos hacer nada para aportar a solucionar el problema (por lo menos
mientras no haya un cambio de su política, o un cambio de gobierno),
también es cierto que la empresa privada y la sociedad civil pueden
actuar por su propia cuenta. No tenemos que esperar al gobierno. No
podremos arreglar el país, pero no estamos condenados a hacer nada.
Podemos (y debemos) seguir trabajando en
determinados territorios donde hay condiciones. Si todo el problema de
la violencia y delincuencia se ha generado por la desintegración de los
tejidos sociales, podemos hacer labores de rescate, preservación del
tejido social a escala de comunidades específicas.
Lo que juntos la Asociación Escalón,
Fundemas, la Fundación Meza Ayau, con apoyo de la AID, estamos haciendo
aquí en La Escalón, es la prueba que esto tiene sentido e impacto, a
pesar de la inoperancia del gobierno.
Mientras en general el país, y en
particular la ciudad capital, se han vuelto más conflictivos en los
últimos dos años, en La Escalón no, porque hace 5-6 años unos
empresarios y residentes decidimos lanzar un proyecto que construya
relaciones de buenos vecinos con los residentes de La Escalón, las
comunidades marginales que nos rodean y que nunca han sido parte de la
vida económica, social y cultural de la colonia. Cosas parecidas se han
logrado en Las Palmas (colonia vecina de San Benito de 10 mil
habitantes), y en Valle del Sol (colonia de 20 mil habitantes, una isla
de paz en Apopa). Con pocas inversiones de algunas empresas estos logros
pueden hacerse sostenibles.
El padre Paredes, el pastor Vega y este
servidor nos llevamos la certeza que entre los empresarios hay
suficiente compasión y disposición para seguir avanzando en chiquito, en
proyectos específicos en comunidades particulares, aunque a nivel
nacional todo parece paralizado. Salí este día de la encerrona y debate
más optimista que entré. Espero que los participantes se hayan llevado
la misma certeza: Podemos ser parte de la solución, aun cuando el
gobierno no asume su responsabilidad.
El día se cerró con brocha de oro con una
ponencia de Jorge Melguizo, protagonista de la transformación de
Medellín de ciudad más peligrosa del mundo (título que ahora sostiene
San Salvador) en modelo de pacificación e inclusión social. Jorge contó
las maravillas que se pueden hacer si gobierno (en este caso gobierno
municipal, que en Colombia realmente es gobierno), empresa privada y
sociedad civil trabajan juntos, con una sola prioridad: transformar los
barrios donde nace y se reproduce y se multiplica la violencia y la
desintegración social.
Con gran satisfacción registro que lo que
pasó en esta sala ya no es un fenómeno aislado. Así como Bobby Murray,
hay docenas de empresarios que quieren trascender la caridad y
altruismo, incluso el concepto tradicional de responsabilidad social, e
invertir en soluciones a los problemas sociales detrás de la violencia y
delincuencia. Lo único que les pido: No se dejen paralizar por la
incapacidad del gobierno de liderar este esfuerzo.
Saludos,
(Mas!/El Diario de Hoy)