Estimados amigos:
El jueves leí en La Prensa Gráfica una noticia fuera de serie. Era sobre la embajadora Mari Carmen Aponte, quien presentó los ambiciosos planes de prevención que la AID ha preparado para 20 municipios salvadoreños. Y en esta nota decía dos cosas que me hicieron dudar del mundo. Primero que AID había gastado 24.8 millones de dólares para elaborar estos planes: “Esos fondos fueron destinados al diagnóstico de los factores de riesgo y posteriormente a la elaboración de los planes y sus líneas de acción en cada municipio.” Wow!
El jueves leí en La Prensa Gráfica una noticia fuera de serie. Era sobre la embajadora Mari Carmen Aponte, quien presentó los ambiciosos planes de prevención que la AID ha preparado para 20 municipios salvadoreños. Y en esta nota decía dos cosas que me hicieron dudar del mundo. Primero que AID había gastado 24.8 millones de dólares para elaborar estos planes: “Esos fondos fueron destinados al diagnóstico de los factores de riesgo y posteriormente a la elaboración de los planes y sus líneas de acción en cada municipio.” Wow!
Y segundo: “Para la ejecución de estos
planes, las 20 municipalidades esperan el financiamiento de parte de
instituciones del Estado, organizaciones de la sociedad civil, el sector
privado, iglesias, cooperación de la comunidad internacional y grupos
comunitarios…” What? Vaya, ojalá tengan paciencia…
Momento, pensé yo: ¿No tienen pisto para
implementar los planes de prevención, lo están esperando del Estado –
pero ya gastaron 24.8 millones en los diagnósticos y la elaboración de
los planes? ¿Por qué diablos no le dieron a cada uno de los 20 alcaldes
su millón para que haga algo ya, y se hubieran quedado todavía con 3.8
millones para acompañar y supervisar los proyectos?
Precisamente
esto lo posteé en twitter, pero como no había suficiente espacio para
explicarme bien, tomé una decisión: Sobre esto será mi carta para
sábado, la voy a dirigir a los alcaldes. Y ya comencé a formularla…
El día siguiente la US-AID me informó que
la cosa no era así: los 24.8 millones eran el presupuesto para los 5
años de trabajo de prevención en los 20 municipios, no es que se los
gastaron en consultorías y estudios. ¡Menos mal! Me restablecieron mi
confianza en el sentido común de Mari Carmen Aponte, aunque no
necesariamente en la sabiduría de los estrategas de la prevención que
durante décadas han gastado miles de millones de dólares sin prevenir
absolutamente nada. Veamos los resultados…
Pero entonces, al darme cuenta que se
trató de un error de los colegas de la Prensa, me surgió otra
interrogante: Cualquiera puede entender mal unas declaraciones y cifras,
pero ¿cómo diablos el periodista y su editor no brincaron ante lo
inverosímil de la cosa que estaban reportando? ¿Cómo es que no
interrogaron a Mari Carmen, que no le reclamaron, que no se enfurecieron
ante el supuesto hecho que se gastaran 23.8 millones en hacer estudios y
planes, sin que hubiera pisto para la implementación?
Pido disculpas a Mari Carmen y la AID que
les creía capaz de semejante aberración. Me da cierta esperanza, aunque
no certeza, que ahora los millonarios fondos para prevención realmente
se van a invertir en transformar los barrios, las comunidades precarias,
los focos de marginación urbanos y rurales. Tengo cierta esperanza por
una sola razón: Creo en los alcaldes. Por esto esta carta va a ustedes,
señores alcaldes, y no será una carta pesimista, sino más bien
esperanzadora…
En los últimos años me he metido en el
tema de la violencia y su prevención, y me di cuenta de lo decisivo que
es bajar los proyectos y las inversiones a los municipios y las
comunidades. Son los alcaldes y los líderes comunitarios que conocen el
problema y las palancas de solución – y que además están bajo escrutinio
directo de la gente.
No sé cómo han escogido los 20
municipios, ojalá que lo hicieron evaluando si en estos lugares hay
liderazgos sólidos y con voluntad de atacar el problema. Me gusta este
criterio: Hay que avanzar donde hay condiciones…
Pronto veremos si estos millones resultan
siendo otros fondos botados o realmente inversiones transformadoras.
Poco depende de la AID y sus expertos, mucho menos del gobierno y sus
burócratas – depende de ustedes, los alcaldes. Ojalá que ustedes se
atreven a tomar estos proyectos en sus manos y no se dejen manipular y
limitar ni del gobierno, ni de los pelotones de consultores y expertos.
Ustedes pueden marcar la diferencia.
Manos a la obra, alcaldes, les saluda
(Mas!/El Diario de Hoy)