Lastimosamente, ciertos temas uno no los
puede tocar críticamente sin verse obligado a hacer aclaraciones
preventivas – para evitar interpretaciones equivocados y
malintencionadas. A veces, aunque uno lo detesta, hay que afirmar cosas
que supuestamente se entienden sin expresarlas…
En este sentido, antes de entrar en mi
tema, afirmo: Para nadie, mucho menos para dirigentes religiosos, debe
haber impunidad en casos de abuso sexual contra menores. Por supuesto,
la Iglesia debe actuar con justicia y transparencia, cuando uno de sus
representantes está siendo acusado de este crimen, esté o no prescrito
ante la ley penal.
Habiendo aclarado de esta manera que no
estoy defendiendo al padre Jesús Delgado, puedo entrar al tema que
quiero tocar: el comportamiento escandaloso de Vanda Pignato en este
caso.
Si una mujer, que tiene 25 años de cargar
con el trauma de un abuso sexual sufrido en su infancia y adolescencia,
llega a Ciudad Mujer para al fin hablar de su historia, posiblemente
los profesionales que la atendieron tienen derecho de informar a la
máxima autoridad de su institución, la Secretaria de Inclusión Social
Vanda Pignato – pero solamente para que ella reporte el caso a las
autoridades pertinentes. En este caso, a las autoridades eclesiales. Sin
embargo, esta información confidencial no debería haber sido utilizada
por la funcionaria para un espectáculo de proyección personal, como el
que hizo en un programa de radio y luego en una entrevista televisada.
Es éticamente inadmisible que la ex
primera dama haya mezclado (como lo hizo en el programa de Pencho &
Aida) las frívolas intimidades de su amor y desamor con Mauricio Funes
con una denuncia pública del caso de abuso sexual que la señora reportó
en Ciudad Mujer. Mucho menos es aceptable que la funcionaria, en vez de
hablar con los obispos e insistir que traten el caso de Jesús Delgado
con transparencia, les tire un ultimátum público: “O ustedes dan a
conocer el nombre del acusado, o lo haré yo, la protectora y vengadora
de las mujeres mal tratadas…”
Vanda Pignato convirtió la información
confidencial, que una mujer había hecho a una entidad profesional
(Ciudad Mujer), en un instrumento para lucir su poder. Además la
convirtió en un chambre venenoso: Al no decir el nombre del acusado,
pero sí revelar que se trata de uno de los 5 religiosos que
recientemente fueron recibidos por el Papa, esto desató una ola de
especulaciones sobre cada uno de los 5 religiosos. Corrieron por las
redes sociales y chats los ecos de estos chambres: ¿Crees que fue
monseñor X? – Fíjate que siempre me pareció raro monseñor Y. – Nombre,
no puede haber sido monseñor Z, mas bien tiene que haber sido monseñor
X…
A mi una persona me habló para preguntarme: “Vos que sos amigo de XYZ, crees que es capaz de hacer esto?”
Estoy seguro que ustedes, quienes dirigen
la Iglesia Católica salvadoreña, de todo modos hubieran actuado con
transparencia, una vez que las autoridades de Ciudad Mujer les exponen
la denuncia recibida – y que no necesitaban de este show de Vanda
Pignato para actuar.
Quiero pensar que la Iglesia de monseñor
Romero no necesita asesoría en ética por parte de la pareja Mauricio
Funes/Vanda Pignato; y que para actuar tampoco requiere de comunicados
como el que inmediatamente sacó Casa Presidencial, donde felicitan a
Vanda Pignato: “Reconocemos la
valentía y determinación de la secretaria de Inclusión Social, Vanda
Pignato, quien al conocer un hecho de tal magnitud supo exponerlo ante
la opinión pública para que este no quedara en el silencio y la
impunidad.”
No, señor presidente: Su funcionaria
“estrella” no supo exponer bien el caso. No supo olvidarse de su ego y
responder a lo serio del caso, al dolor de la víctima, y a lo que está
en juego para la Iglesia y la sociedad. ¿Y cuál valentía?
Espero que la Iglesia Católica sepa
manejar con responsabilidad y transparencia este caso, a pesar de la
manera accidentada como llegó a la atención pública. Está en sus manos
dejar cristalinamente claro que la Iglesia no tolera abusos sexuales.
Saludos,