Otra vez Sánchez Cerén demuestra que no entiende (o no le
importa) el orden constitucional. ¿Por qué menciona al primer designado, que
resulta siendo el jefe del partido y diputado Medardo González? Medardo solo
asumiría funciones del ejecutivo en caso que el vicepresidente tampoco pueda ejercer
como presidente en funciones. Mientras tanto sigue siendo diputado y no puede
meterse en asuntos de la presidencia.
¿Tanta desconfianza tienen a Oscar Ortiz? ¿O será que el
vicepresidente (y por el momento presidente en funciones) también tiene planes
de salir del país (como el presidente y el ministro de Seguridad) en las
vacaciones de agosto?
Anteriormente,
el miércoles 29 de julio, Casa Presidencial emitió otro comunicado sobre el
viaje del presidente a Cuba, en el cual ni siquiera se mencionó al
vicepresidente Oscar Ortiz: “El
mandatario se mantiene en comunicación constante con su equipo de trabajo
conduciendo las acciones que dan continuidad a los distintos programas y planes
que impulsa su administración… El gobernante sigue al frente de los planes de
seguridad que se ejecutan para desmontar el sabotaje en contra del transporte
público y frenar los asesinatos de transportistas ocasionados por grupos
criminales en este contexto.”
¿Realmente
el presidente piensa que puede gobernar -y manejar una grave crisis de
seguridad- desde Cuba? ¿O será que piensa que puede dejar el gobierno en manos
del jefe de su partido, muy a pesar de las previsiones muy claras de la
Constitución? Artículo 155 dice: “En
defecto del Presidente de la República, por muerte, renuncia, remoción u otra
causa, lo sustituirá el Vicepresidente; a falta de este, uno de los Designados,
por orden de su nominación…”
La
figura de gobernar y “seguir al frente de
los planes de seguridad” desde Cuba (sea desde un hospital, o desde una
casa de protocolo del gobierno de Cuba, o desde un hotel en Varadero) no existe
en nuestro orden constitucional. En el momento de asumir como presidente en
funciones, el Vicepresidente tiene todas las facultades y poderes del
presidente – y tiene que asumirlas, téngale confianza el partido o
no.
Todo esto
evidencia que lo que tenemos es un gobierno de partido, donde la cadena de
mando no depende de las normas constitucionales, sino la correlación interna
del partido gobernante.
Otros dos comentarios sobre la situación precaria del país bajo este esquema de gobierno
Ya el paro al
transporte, impuesto por las pandillas, dejó al país semiparalizado por dos
días, el lunes 27 y el martes 28 de julio. Pero el miércoles 29, voceros del
gobierno y de la PNC comenzaron a hablar de “toque de queda” – con el efecto
que en la noche de ese día, más allá del impacto del paro al transporte
público, todo se paralizó. Dijeron que “no
vamos a permitir un toque de queda” – y involuntariamente (o conscientemente,
quien sabe) lo impusieron. Nadie más, ni siquiera los pandilleros, hablaron de
un toque de queda, solo los voceros del gobierno.
Algo parecido
pasó con el “golpe de estado”. Cuando voceros del gobierno y del FMLN
comenzaron a hablar de “campañas de desestabilización” de ARENA y otros
sectores, la reacción unánime de la gente fue risa. Nadie lo tomó en serio.
Pero días después, en la nueva situación creada por el paro al transporte y la
incapacidad del gobierno de asegurar el orden público, volvieron a insistir que
todo esto era parte de un plan oscuro contra el gobierno - y comenzamos a
escuchar a mucha gente decir frases como: “Tal vez un golpe de Estado no sería
tan mala idea… Alguien tiene que poner orden aquí…”
Si un gobierno
no tiene capacidad de enfrentar las crisis de un país sin recurrir a fantasmas
del pasado, corre el riesgo que los fantasmas cobren vida. En el caso del
fantasma “toque de queda”, esto ocurrió. En el caso del fantasma “golpe de
Estado” no ocurrirá, porque no hay quien lo convierta en realidad, pero sí
tiene el efecto de convertir una crisis de seguridad en una crisis política.
(El Diario de Hoy)