Recibí una carta suya. Bueno, no estaba dirigida a mí, sino a sus empleados en la institución estatal que dirige -y por suerte no soy subalterno suyo. Si lo fuera, según su carta del 17 de marzo, ahora mismo tuviera que inventarme alguna excusa para no asistir a la marcha del 26. Porque en su carta a sus subalternos usted dice con admirable claridad: "En caso que por razones de salud o fuerza mayor no sea posible asistir, se solicita presentar una excusa correspondiente a sus respectivas jefaturas".
¡Vaya! Usted por lo menos no anda con estas pajas del presidente y de los ministros, que dicen que asistir a la marcha es, por supuesto, voluntario. Usted habla claro y pelado: "Las personas que laboramos en los departamentos de San Salvador y La Libertad nos reuniremos en el redondel Árbol de Paz".
Usted sí maneja disciplina en su institución, licenciada. Sus empleados Ni siquiera pueden escoger en qué punto de concentración quieren presentarse a la marcha voluntaria. No, es al Árbol de Paz, para que cada jefe puede pasar lista y controlar quién asiste y quién no. Y quien no asiste, mejor que tenga un certificado médico o el acta de defunción de su abuelo -porque simplemente no asistir por no tener ganas, no es excusa admisible. Mucho menos que no esté de acuerdo…
Para mayor control, usted decreta en su carta: "En cada una de las subdirecciones, unidades, departamentos y sedes departamentales se colocarán formatos de listados en los que deberían inscribirse y proporcionar otra información requerida para la logística del evento". Entonces, no hay pierde, y los jefes ya tendrán la lista contra la cual comprobar la asistencia…
¿Cuál es la "otra información" que usted pide a sus empleados? Por suerte, me llegó también, con su carta, la tal lista. Y viendo la lista está claro lo que quiere saber la comandante Zaira: el número de familiares, vecinos o amigos que cada uno de sus empleados se compromete acarrear. En la carta dice claramente: "Les convoco a que durante la mañana de este día (26 de marzo) participemos con fervor cívico en la marcha, invitando a nuestras vecinas y vecinos y haciéndonos acompañar de nuestras familias…"
Leyendo su carta y así conociendo la manera como usted maneja su autoridad, pobre el empleado (perdón: la empleada o el empleado) que, teniendo familia, se atreva a llegar solo (perdón: sola o solo) a la cita, sin su esposa y sus hijos. Menos mal que la institución que usted comanda protege la niñez…
Repito: Doy las gracias a la suerte de no ser empleado público, porque mañana estaría en un gran huevo. Porque, como ya se lo podrá imaginar: Yo no marcho para el Gobierno. Saludos, Paolo Lüers
(Más!/El Diario de Hoy)