Fussball ist die schönste Nebensache der
Welt. Fútbol es la mas bella cosa secundaria del mundo.
Yo sé que están muriendo niños en la
frontera entre México y Estados Unidos, en Siria y en Gaza – y sé que hay
quienes nos recuerdan de estos y los demás problemas no resueltos del mundo,
para hacernos sentir mal a los que hablamos de fútbol y nos reunimos para vivir
los partidos del Mundial. Pero a los niños en Gaza y en Siria no las está
matando la FIFA, ni los futbolistas, ni nosotros los aficionados. Y los que
andan matando niños, la harán con o sin la copa del mundo y con o sin nosotros
viendo fútbol.
Hemos visto la gloria de los ticos, en
los cuales nadie creía – y el hundimiento del fútbol de los anfitriones
brasileños. Hemos leído cualquier tipo de paja, como por ejemplo “Alemania
humilló a Brasil” – pero una derrota en fútbol nunca es una humillación para un
país y su gente. Puede ser una
humillación para un equipo mal conducido y
demasiado arrogante; puede incluso ser (y creo que es) una derrota sensible
para un gobierno que quería comprarse apoyo popular gastando miles de millones
en estadios, pero no en el deporte.
Escuchamos otras tonterías como “toda Centroamérica
somos Costa Rica”, cuando los ticos andaban ganando – pero nadie dijo semejante
cosa cuando Honduras andaba perdiendo.
Y la imagen más tonta de todas: “Argentina
va a ganar para dignificar a toda América Latina”. Bueno, yo no me trago la
mentira que un triunfo deportivo me va a dignificar. Mi dignidad depende de las
libertades y los derechos que tengo, y de mi capacidad de defenderlos.
Otra estupidez: la batalla final entre América y Europa, que muchos invocaron cada
vez que un equipo americano se enfrentó a un equipo del viejo continente. Los
tengo que decepcionar: la final entre Alemania y Argentina no es entre dos
razas, no es entre Sur y Norte, no es entre primer y tercer mundo, no es entre
ricos y pobres… Es simplemente entre dos de los mejores equipos del mundo, es
entre 11 argentinos y 11 alemanas, que juegan en las mismas ligas y los mismos
clubes.
Con mucha alegría he visto a muchos
salvadoreños identificándose con los equipos de
Estados Unidos, Holanda, Nigeria, Alemania. Y otros con los argentinos,
los brasileños, los colombianos. En el fútbol es como en el amor: No hay
ninguna obligación de enamorarse de las mujeres que tengan la misma piel que
uno. Unos se enamoran de las más parecidas, otros de las más diferentes. Así es
en el fútbol.
Yo me enamoré de la Mannschaft alemana de
Thomas Müller, Milo Klose, Tony Kroos y Manu Neuer por una simple razón: es mi
equipo, así como la Selecta es la de ustedes. Y claro, el hecho que juegan
bien, con ánimo de equipo y mucha creatividad, me hace feliz. Sufro cuando
editores despistados hablan de esta selección alemana repitiendo el estúpido
lugar común de los tanques alemanes.
Estos hombres pueden jugar bailando - y siempre algún idiota habla de los panzer que aplastaron a los
brasileños. Pero a los brasileños no lo aplastó una división de tanques - lo
aplastó un adversario que les robó su jogo
bonito. Si los hubieran aplastado unos teutones salvajes a pura fuerza, los
jugadores de Brasil no hubieran estallado en llanto. Lloraron porque los desmontaron
jugando como ellos no pudieron.
Este domingo se parará el mundo por unas
horas - todos vamos a querer saber quiénes son los mejores: Jogi Löw y su Mannschaft, o Alejandro Sabella y La Albiceleste. Luego de ver a los alemanes desarmar al equipo de Brasil, no me queda
ninguna duda que van a ganar el torneo. Me lo dice mi instinto (y por supuesto,
mi deseo). No lo puedo explicar ni analizar - para esto tenemos a los
profesionales en nuestra sección de deporte.
Ellos, de todos modos, van a decir que yo
no entiendo de fútbol, que mejor me quedo cocinando salchichas. No saben que de
cocina la única que sabe es mi esposa, y que los que más se equivocan en fútbol
son los que piensan que son profesionales.
Esto es lo genial del fútbol y del amor: todos somos expertos.
Feliz final les desea Paolo Lüers
(Mas!/EDH)